Los padres de Wanda Taddei tuvieron que afrontar muchos obstáculos para obtener justicia por el crimen de su hija, en 2010. Finalmente Eduardo Vázquez, ex baterista de Callejeros, fue condenado a perpetua por prenderla fuego y asesinarla. Después empezaron a ayudar a otros familiares de víctimas de femicidios. Hoy creen que la marcha del 3 de junio bajo la consigna “Ni una menos” permitirá “institucionalizar la lucha” contra la violencia de género.
Jorge Taddei y Beatriz Regal no se conformaron con reclamar Justicia por el crimen de su hija. Una vez que lograron, no sin esfuerzo, que Eduardo Vázquez, ex baterista de Callejeros, fuera condenado a cadena perpetua por haber asesinado a su esposa Wanda Taddei, Jorge y Beatriz comenzaron una militancia no sólo para acompañar a otros familiares de víctimas de femicidio, sino también para prevenir: para ayudar a evitar que otros sufran lo que les tocó sufrir a ellos. “Nosotros tratamos de cambiar esto a través de la lucha. El dolor siempre queda. Aprendimos un poco de Derecho, un poco de Psicología, y vamos comunicando lo poco o mucho que pudimos aprender”, dice Beatriz. Ella y su esposo fundaron el Instituto de políticas de género Wanda Taddei, desde el cual dan charlas y forman a mujeres para que acompañen a otras mujeres a hacer denuncias. “Nos incorporamos a la lucha contra la violencia de género y somos dos militantes, dos francotiradores”, agrega Jorge Taddei, entusiasmado.
Para ellos, la movilización prevista para el 3 de junio al Congreso bajo la consigna “Ni una menos” es vital. “Nos va a permitir institucionalizar la lucha. Tenemos una ley, la 26.485, que es la mejor que puede haber en el mundo, pero no tiene presupuesto ni está reglamentada en todo el país. Se supone que en todas las currículas, desde jardín de infantes hasta la universidad, tiene que haber materias de género, pero eso no sucede, no se implementa. La ley también dice que tiene que haber refugios para víctimas de la violencia de género. No los hay: en la ciudad de Buenos Aires hay 34 camas para una población de tres millones de personas. Tenemos que movilizarnos, exigir que el Consejo de la Mujer convoque a todos los “francotiradores” que hay en esto, a las ONG como la Casa del Encuentro, como nosotros, para empezar a organizarnos, y pedir que le den presupuesto a esta ley una ley que fue votada por unanimidad (tuvo 179 votos a favor y tres abstenciones.) Es una ley que no sólo puede ayudar a salvar vidas hoy, sino que tiene que ser precursora de un cambio cultural. “Acá hay una sociedad machista que tiene cientos de años y que tenemos que cambiar”, plantea Jorge.
La ley de la cual hablan fue sancionada tras el enorme impacto social y cultural que produjo el asesinato de Wanda, a quien el 10 de febrero de 2010 Vázquez roció con alcohol y luego la prendió fuego con un encendedor. Wanda murió once días después, poco antes de cumplir 30 años. En la entrada a la casa de los Taddei en Mataderos hay matafuegos. Tal vez obsesionado con el fuego desde la tragedia de República Cromañón –donde el 30 de diciembre de 2004 murieron 194 personas, incluyendo la madre de Vázquez– el músico había amenazado a sus suegros con prenderles fuego, como también había amenazado del mismo modo a Jorge Elochosa, el primer esposo de Wanda y padre de sus dos hijos. Vázquez estuvo en libertad durante los primeros nueve meses posteriores al crimen.
–En esa época se empezaron a suceder casos de mujeres rociadas con alcohol y prendidas fuego. Entonces pensé que la impunidad daba la posibilidad de que otros violentos usaran este método porque eran impunes, pero el asunto era mucho más profundo y mucho peor, porque después de la condena a Vázquez siguieron sucediendo estos hechos –cuenta Jorge.
–En los últimos años hay alrededor de 180 casos de mujeres quemadas, de las cuales unas 80 murieron. En un juicio, un femicida declaró que le había prendido fuego a su mujer porque estaba de moda. Hubo tipos que le dijeron a su mujer “vas a terminar como Wanda”. Antes trataban de deformar a las mujeres con ácido para que ningún otro hombre las mirara: luego vino esto, un modo de matar muy cruel. Ahora aparecen en bolsas: los métodos van cambiando por épocas –explica Beatriz.
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No fue nada fácil el proceso de un año y medio que derivó en la condena a perpetua para Vázquez. Primero tuvieron que afrontar la negligencia de un fiscal que les dijo que debían ser ellos y no él los encargados de buscar las pruebas del crimen, un fiscal que habló de falta de mérito y de falta de pruebas. Una vez que lograron llevar la causa a juicio, vivieron una escena insólita. En el primer día del juicio, Vázquez habló del “amor sublime” que sentía por su esposa y rompió a llorar. El tribunal ordenó entonces un cuarto intermedio para que se calmara y el juez Luis Niño se bajó de su estrado para consolar al acusado, ante el asombro y el estupor de los Taddei.
Después tuvieron que apelar una primera condena a 18 años por homicidio simple, basándose en un supuesto estado de “emoción violenta”, en lugar de homicidio calificado, como pedía la familia en consideración al vínculo conyugal entre Vázquez y Wanda. Habían logrado establecer la verdad de los hechos, pero querían Justicia. Finalmente, la Corte Suprema les dio la razón. Entonces comenzó una nueva etapa en sus vidas, que les permite interpretar lo ocurrido en la anterior.
–El violento es un tipo que tiene una táctica: antes de dar la primer trompada hizo todo un trabajito previo que fue la descalificación, poner a la mujer en un grado de inferioridad hasta el extremo de que cuando recibe la primer piña piensa que la merece porque es una boluda, porque es una pelotuda, porque no hizo bien la comida, porque no se vistió bien, porque blablablá. Wanda se separó de su primer marido, estuvo casi dos años sin tener una pareja fija. Durante esos dos años tuvo una excelente relación con el padre de sus hijos –su ex– y con nosotros. A partir de la aparición de Vázquez empiezan a aparecer escollos en la relación de Wanda con los demás. Se alejó de sus amigas, de su prima Lorena, con la cual tenía una relación muy cercana. El violento tiene un plan, una estrategia, no es ningún gil. Wanda nos hizo sacar esa foto que está ahí porque a Vázquez le molestaba –dice Jorge. Beatriz trae la foto: allí está toda la familia Taddei, Jorge y Beatriz con sus tres hijos y con sus nietos, y con el primer marido de Wanda.
–Guardamos esta foto en un cajón porque a él le molestaba, pero eso no fue nada: Wanda había tenido la idea de poner un salón de fiestas y nosotros la ayudamos económicamente para que lo pudiera concretar. Vázquez le hizo cerrar el salón de fiestas, para que no tuviera independencia económica, y al mismo tiempo para que no tuviera que maquillarse, peinarse, cuidar su aspecto personal para atender a los clientes. Vázquez tomaba decisiones sobre ella –puntualiza Beatriz.
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Los primeros indicios respecto de una situación violenta en el matrimonio de Wanda surgieron cuando a una maestra le llamó la atención la conducta de Facundo, el hijo mayor de ella, que entonces tenía 6 años. Facundo rompía los lápices y tenía problemas de conducta. Pronto supieron por el chico que Vázquez les había roto a él y a su hermano las mesitas de luz que el padre había construido para ellos, que Vázquez había roto vidrios de la casa, que había amenazado con suicidarse, que había llevado un arma a la casa, que había golpeado a Wanda en un auto. Wanda no le dio mayor importancia a nada de eso, porque estaba convencida de que ella lo podía cambiar. Luego, en una visita a su hija, Jorge llegó a escuchar antes de tocar el timbre que Eduardo le decía a ella que era una hija de puta y que la iba a prender fuego. También escuchó amenazas similares un albañil que estaba trabajando en la casa. En la madrugada del 10 de febrero del 2010, Vázquez concretó su amenaza.
–Yo estoy seguro de que esa noche ella se le plantó: él volvió a las cuatro de la mañana, después de haberse ido de joda, ella se le plantó. Porque el violento llega a ejercer su máximo grado de violencia cuando la mujer se le planta. Y la mujer del siglo XXI es la mujer heredera de todas las conquistas sociales que consiguió la mujer en el siglo XX: no nos olvidemos que a fines del siglo XIX no podían siquiera entrar en la universidad. Los violentos no soportan que una mujer se les rebele –razona Jorge.
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Beatriz y Jorge han cambiado en estos años y han aprendido cosas que no hubieran deseado aprender. Beatriz es ahora una verdadera erudita sobre el maltrato a la mujer en todo el mundo, incluyendo a las víctimas del integrismo musulmán y a las campañas que promueven las Naciones Unidas. Esa visión global del asunto no le impide poner el cuerpo para acompañar a otros familiares aquí en la Argentina cuando necesitan de su ayuda. De algo están convencidos y por eso entre los dos redondean un mismo concepto:
–Podés tener los mejores jueces, los mejores funcionarios, las mejores leyes, pero si no ganaste la conciencia de la gente no vas a lograr un cambio profundo. Hasta no hace mucho seguíamos describiendo a los femicidios como “crímenes pasionales”. Por eso son fundamentales las charlas que damos en colegios secundarios y universidades. El derecho que no se conoce es el derecho que no se ejerce. Justamente por eso es tan importante la convocatoria del 3 de junio.
DR/RA