Andrés La Blunda Fontana ganó otra batalla contra el olvido y la impunidad. La primera fue en 1984, cuando fue recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo. La segunda será hoy, cuando la Universidad de Mar del Plata le vuelva a entregar el título de Contador Público con el nombre que le eligieron sus padres, que están desaparecidos.
El 21 de diciembre de 2012, cuando le entregaron el nuevo DNI, Andrés La Blunda Fontana recuperó su verdadero nombre. Desde que sus padres fueron desaparecidos por el terrorismo de Estado en 1977, había sido Mauro Gabriel Cabral. Con ese nombre vivió hasta los 35 años. En 1984 fue recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo y se convirtió en el nieto número 18. Hoy, la Universidad de Mar del Plata le volverá a entregar el título de Contador Público que obtuvo en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, pero esta vez el diploma tendrá escrito el nombre que le dieron sus padres biológicos.
Andrés nació el 25 de enero de 1977 y vivió con sus padres sólo tres meses. El 20 de abril, Pedro La Blunda y Mabel Lucía Fontana, militantes en la Columna Norte de la organización Montoneros, fueron secuestrados por una patota del Ejército que entró al edificio de departamentos ubicado en Constitución 1274 de la localidad San Fernando. Continúan desaparecidos.
Por pedido de Mabel, los militares dejaron al bebé con un matrimonio que vivía en el departamento de enfrente y que se mantenía ajeno a lo que estaba ocurriendo en el país en esos tiempos. Lo primero que hizo el matrimonio Cabral-Benavide, fue ir a la comisaría más cercana para denunciar lo ocurrido, pero recibieron la respuesta menos esperada. El comisario les dijo que lo mejor que podían hacer era quedarse con el bebé para evitarle un destino que podía ser trágico.
La pareja inició los trámites de adopción y cayó en el juzgado de la jueza Ofelia Hejt, quien se ocupó de la primera etapa del trámite. La funcionaria que un año antes había intervenido en la adopción de Marcela y Felipe Noble Herrera, ignoró el dato de que Andrés tenía su partida de nacimiento y su DNI. Tampoco investigó cuando el matrimonio le dijo que los verdaderos padres del bebé habían sido detenidos por las Fuerzas Armadas.
En 1983, la Justicia resolvió definitivamente la adopción y Andrés ya vivía en Mar del Plata con sus padres y sus hermanos de crianza, Martín y Melisa Cabral. Con la llegada de la democracia, la búsqueda de la familia biológica de Andrés se intensificó. Los hermanos de Pedro La Blunda buscaron a su sobrino desde el comienzo.
Andrés es uno de los nietos recuperados que no fue víctima del plan sistemático de apropiación de menores, pero gran parte de su vida se sostuvo en la mentira: sus padres adoptivos no le dijeron que era adoptado y tuvo que esperar hasta 1999 para saber toda la verdad.
En febrero de 1984, Andrés fue encontrado por las Abuelas de Plaza de Mayo filial Mar del Plata. Tenía 7 años y su nombre era Mauro Gabriel Cabral. El primer contacto con su familia biológica fue otra mentira. La familia adoptiva impuso una condición para el encuentro: con la excusa de evitarle remover el dolor de lo ocurrido, su tío Carlos La Blunda y algunas de sus primas, tuvieron que ser “parientes lejanos” que estaban exiliados en Europa.
“La familia que me adoptó no es una familia apropiadora, pero mi caso igual roza la apropiación desde el hecho de que en mi historia no hubo verdad, hubo mentira. Ese es el punto en el que yo me pregunto hasta dónde hubo una adopción de buena fe cuando lo que hubo toda mi vida fue una mentira. En las charlas con los chicos en los colegios, lo que pregunto es si la mentira puede convivir con el amor. Lo único que puede convivir con el amor es la verdad”, aseguró Andrés al diario Página/12 en diciembre de 2012.
En 1999, una prima no aguantó más y le contó toda la verdad, sin trampas. Andrés continuó con su vida en Mar del Plata, estudió en la Facultad de Ciencias Económicas y se recibió de Contador Público con su nombre adoptivo. Se fue a vivir a Buenos Aires y desde hace más de dos años es secretario general de la Corriente de Liberación e Integración Nacional (Kolina).
En diciembre de 2012, cuando volvió a llamarse Andrés inició un expediente para que su título universitario llevara el nombre que le dieron sus padres. Dos años después suma otra verdad y demuele una mentira de su vida.