Después de una espera de seis horas, declaró por tercera vez Lila Pastoriza, periodista y ex militante de Montoneros. De memoria prodigiosa, dio detalles de los torturadores de la ESMA y del centro clandestino que funcionó en el Servicio de Inteligencia Naval. También habló de los vuelos de la muerte y de la agencia ANCLA, que fundó Rodolfo Walsh.
Aunque declaró en juicios anteriores de lesa humanidad, Lila Pastoriza llegó nerviosa hoy a los tribunales de Comodoro Py. Después de seis horas de espera, le contó al Tribunal Oral Federal Nº5 detalles de su secuestro en la ESMA. “Semejantes crímenes no pueden no tener castigo penal”, aseguró. En este juicio los magistrados Daniel Horacio Obligado, Adriana Paliotti, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzise juzgan a 66 represores por los delitos de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura militar.
La testigo llegó antes de las 10 de la mañana a Comodoro Py, acompañada por su hija y su marido Eduardo Jozami, que es el director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, que funciona en la ex ESMA. Pastoriza también trabaja en el Espacio para la Memoria, allí en el precio donde estuvo detenida desaparecida. Hoy ambos trabajan para la recuperación de la memoria, la verdad y la justicia en Argentina.
La demora en la declaración fue porque hoy la Cámara Federal de Casación Penal difundió el fallo que ratificó las penas a los represores juzgados en el primer juicio de ESMA, en 2011. Además, los jueces revocaron tres absoluciones y el TOF 5 deberá dictarles sentencia. Tanto Pastoriza como Jozami celebraron la decisión de los camaristas. “Es justicia”, dijeron.
Después de seis horas de espera, la fiscal Mercedes Soiza Reilly le preguntó por los interrogatorios que sufrió en manos de los torturadores. Pastoriza respondió que los marinos estaban interesados en conocer el funcionamiento de la agencia de noticias ANCLA, fundada por el periodista y militante de Montoneros, Rodolfo Walsh, para difundir los horrores que cometía la última dictadura.
Cuando fue secuestrada, Pastoriza también militaba en Montoneros y trabajaba de periodista. La secuestraron la tarde del 15 de junio de 1977, en una plazoleta de Palermo. En esta audiencia, habló poco de las circunstancias de su secuestro, porque ya lo hizo en el juicio anterior. Por una acordada de Casación, no está permitido “revictimizar al testigo haciendo que cuente su historia otra vez”.
Con voz firme y fluida, Pastoriza recordó a los torturadores del centro clandestino que funcionó en el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), en Villa Adelina. Sobre los alias Fibra y El Negro, dijo que la identidad la conoció mucho después, en democracia. También habló de los Pedros, los guardias que cuidaban a los prisioneros en la ESMA. “Se llamaban Pedros porque tenían las llaves de las celdas”.
También recordó a otros integrantes del grupo de tareas de la Marina: Morrón, Tomás. La testigo los describió físicamente a cada uno y después contó en qué situación los había visto. “Me dieron un número cuando llegué a Capuchita”, dijo, en referencia el sitio del Casino de Oficiales destinado a la detención y tortura de los presos. “Había momentos donde Capuchita estaba lleno de gente, por todas las ‘caídas’ producidas”.
Respecto a los vuelos de la muerte, la testigo describió la metodología: “Había traslados colectivos y también individuales. Se llamaba a la gente por números, se los hacía formar. En general, los traslados eran por la tarde, antes que se hiciera de noche”.
El recuerdo de los compañeros caídos
De memoria prodigiosa, Lila recordó a casi todos los militantes caídos que le mencionó la fiscal, dijo quiénes eran, dónde militaban y dónde los había visto secuestrados. Graciela Tauro, Jorge Calvo, Eduardo Pesci, Susana Pegoraro, Jorge Caffatti, Pablo Míguez, Guillermo Rodríguez y Hilda Cardozo, fueron algunos de los más de veinte nombres preguntados. “Todavía recuerdo la cara torturada, con moretones y los ojos transformados de Hilda”, dijo, conmovida. La inmensa mayoría eran jóvenes que están desaparecidos. Sus rostros, golpeados y con sangre, le quedaron marcados. Soiza Reilly también le preguntó por las embarazadas que había visto en la ESMA. Lila recordó a Hilda Donda, Alicia Alfonsín de Cabandié, Liliana Pereyra y Susana Pecorado.
Cada tanto, la testigo agarraba la jarra que estaba sobre una mesita y se servía agua. Nunca lloró ni se emocionó, a diferencia del testigo anterior, Máximo Cargnelutti, un militante de la Juventud Peronista que estuvo un año secuestrado en ESMA y que luego fue trasladado a centros clandestinos de La Plata y Bahía Blanca.
Después de dos horas de preguntas de la fiscal, les tocó el turno a las defensas. El abogado Sebastián Olmedo Barrios preguntó cuándo había sido su “ingreso y egreso” a la ESMA. El juez Obligado reaccionó rápido. Pidió que el abogado reformule la pregunta: “Cuándo fue detenida y cuándo liberada”. La testigo respondió: “Fui secuestrada frente a la Plaza Julio Cortázar el 15 de junio de 1977 y fui liberada junto a Pilar Calveiro con sus hijas el 25 de octubre de 1978 en el aeroparque de Ezeiza y tomamos un avión a Madrid”. De Calveiro había hablado unos minutos antes: dijo que estuvo secuestrada en el SIN y que la llevaron a la comisaría de Castelar.
-¿Alguien le explicó las razones por las que fue liberada?- quiso saber Olmedo Barrios.
-No- respondió Pastoriza.
En ESMA, a diferencia de otros juicios de lesa humanidad, el tribunal le brinda la posibilidad al testigo de decir unas últimas palabras. Pastoriza repitió lo dicho tantas otras veces: “En estos juicio uno revive las situaciones traumáticas que vivió. Y hay una necesidad de la existencia de justicia y de que estén estos juicios. Semejantes crímenes no pueden no tener castigo penal”, aseguró mirando a los jueces.
Después de casi nueve horas en Comodoro Py, Pastoriza se fue a su casa junto a su marido y su hija.