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Infojus Noticias

26-5-2015|18:00|Ayotzinapa Nacionales
La “Caravana Sudamérica 43” empezó en Argentina y llegará a Brasil

“Estoy acá por el dolor de los 43 hijos que tengo desde que se los llevaron”

Lo dijo a Infojus Noticias Mario González Contreras, el papá de César Manuel González Hernández, uno de los estudiantes de Ayotzinapa que está desaparecido desde el 16 de septiembre. Mario está en la Argentina por la Reclaman "que el gobierno de México no archive el caso" y la "aparición con vida" de sus hijos.

  • Mario González Contreras, padre de César, uno de los desaparecidos. Fotos: Adriana Almagro.
Por: Milva Benitez

“Estoy acá por el dolor de los 43 hijos que tengo desde que se los llevaron”, le dijo a Infojus Noticias Mario González Contreras. Es el papá de César Manuel González Hernández, uno de los estudiantes de magisterio de la escuela de Ayotzinapa, en México, que está desaparecido desde el 16 de septiembre del año pasado. Mario llegó a Argentina hace diez días, junto a su esposa, a la madre de otro de los estudiantes desaparecidos y a uno de los sobrevivientes del atropello. Iniciaron la “Caravana Sudamérica 43” con la que llegarán hasta Brasil. Reclaman "que el gobierno de México no archive el caso" y la "aparición con vida" de sus hijos.

El 26 de septiembre de 2014, la Policía de Iguala y grupos armados no identificados asesinaron a tres estudiantes que se preparaban para ser maestros. Cuando se desató la balacera, los jóvenes viajaban en tres autobuses junto a otros 80 alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa para participar de una colecta que les permitiera llegar a la capital mexicana, cuando en octubre conmemoran la masacre de otros estudiantes en 1968.

Más tarde, apenas comenzada la medianoche del 27, los volvieron a atacar cuando daban una conferencia de prensa para denunciar los asesinatos. “En total, siete civiles, uno de ellos un futbolista y una señora que pasaba por ahí, y tres normalistas fueron asesinados”, dijo Mario. Otros 20 muchachos resultaron heridos, algunos de gravedad, y de 43 estudiantes se desconoce el paradero. “Los subieron en camionetas y se los llevaron”, apuntó otra vez Mario.

Desde esa noche, hace casi nueve meses, Mario busca a su hijo de 21 años y a los otros 42 estudiantes. Dejó su casa en el estado de Tlaxcala, en el centro del país, para ir a vivir en la escuela rural “Raúl Isidro Burgos” en Ayotzinapa, donde su hijo había empezado a estudiar magisterio. “Desde el 27 de septiembre vivimos en la escuela. Nada más son 14 los papas de los alumnos que están desaparecidos que viven a 5 minutos de ahí, los que somos de otros lugares nos quedamos”.

Hilda Legideño Vargas, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño otro de los estudiantes desaparecidos.

“Vamos a estar hasta encontrarlos, con vida se los llevaron, con vida los queremos”, dijo. A su lado, Hilda Hernández Rivera, su esposa, toma la palabra. Le exigen al gobierno mexicano que entregue a sus hijos con vida. "Ellos nos han tratado con la punta del pie, siempre le buscaron muertos. Ya no vamos a seguir creyendo sus mentiras", dijo Hilda.

Están parados frente a la embajada mexicana en Buenos Aires, desde donde esperan hacer oír su reclamo. “No tienen ninguna prueba de que nuestros hijos están muertos”, apuró Hilda. Parecía que la voz se le fugaba del cuerpo pero volvió a arremeter: “eso nos quisieron hacer creer cuando nos dijeron que los habían encontrado en una fosa”. Fue entonces cuando pidieron colaboración al Equipo Argentino de Antropología Forense, que descartó que esos cuerpos fueran de los estudiantes.

“Esa es gente que tiene una cara, que tiene una familia, que los andan buscando que están sintiendo el mismo dolor que nosotros”, dijo Mario y señaló que la Justicia mexicana  “desgraciadamente no han dado con los familiares de esos cuerpos, no ha hecho nada para decir quiénes son; no siguieron buscando en las fosas porque son muchas, muchísimas”.

Francisco Sánchez Nava el estudiante que sobrevivió a la masacre y forma parte de la caravana, enumeró las desapariciones, dijo que son más de 30.000 y 80.000 los asesinados en todo el país. Para él los ausentes tiene nombre y apellido, rostros y en los reclamos cotidianos empezaban a conocerse, todos ellos eran alumnos de los primeros años de la escuela rural de magisterio.

Francisco Sánchez Nava el estudiante que sobrevivió a la masacre y forma parte de la caravana.

La búsqueda

Cuando comenzó la búsqueda “nos daban una vuelta en helicóptero y después nos regresaban a la escuela”, recordó Mario. “Nos internábamos a buscar en los puntos que nosotros íbamos averiguando, porque nos llamaban o nos decían; íbamos con la gendarmería y después nos enteramos que estuvieron en los disparos”, agregó.

Hilda Legideño Vargas, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño otro de los estudiantes desaparecidos, se sumó a la preocupación. Lamentó que el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no cuente con la colaboración de las autoridades “para investigar al Ejército mexicano”.

“El grupo de los expertos ha interrogado a alguno de los detenidos, son más de 100. Algunos de ellos declaran que han sido torturados para decir la versión del gobierno. Por eso nosotros nos vemos obligados a difundir, para ver qué le exijan  al gobierno mexicano que siga la investigación y que encuentren a nuestros hijos”, dijo Hilda.

La mujer vive a nueve horas de la escuela donde Jorge, su hijo, había comenzado a estudiar para maestro en las escuelas rurales, “donde no cualquiera va a dar clases, las que están más lejos”. La noche de la masacre apenas consiguió que la llevaran en moto hasta Iguala. “Di gracias a dios cuando dieron los nombres de los muertos porque no estaba mi hijo. Pero realmente no sabía la dimensión de todo esto. Y a los dos días nos enteramos que nuestros hijos no aparecían en ningún lado”, recordó. Después llegó el recuerdo de la búsqueda: “recorrimos las cárceles, los hospitales, las iglesias  y casas abandonadas, ha sido un caos todo esto”.

Ahora está en Argentina. Estuvo en Córdoba, relató esta búsqueda. Lo repitió en Rosario, y en Buenos Aires se reunieron con organizaciones defensoras de los derechos humanos y sociales en el espacio Pañuelos en Rebeldía, en el barrio de Nueva Pompeya. Viajan con una pancarta con la foto de uno de los estudiantes desaparecidos. “Salir de México es salir preocupada”, contó Hilda a Infojus Noticias, teme que Jorge regrese cuando ella no está, que lo encuentren o lo liberen.

“Salimos con la incertidumbre de que pueden regresar y nosotros no estar allá, pero tenemos que difundir y lo estamos logrando”, dijo apenas con un hilo de voz y los ojos llenos de lágrimas; tiene presente a su otro hijo, “un chamaco” de 18 años que espera a su hermano de 20, él que había empezado a estudiar para maestro y trabajaba como chofer de colectivos.

MB/RA

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