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Durante seis horas, mientras respondió a las preguntas del juez Santiago Ulpiano Martínez y el fiscal Alejandro Cantaro, Juan Suris, acusado de narcotraficante,  juró y perjuró que lo que lo mantiene preso es una causa armada por la policía.

- ¿Y por qué cree usted que habría interés de armarle una causa?

- Soy un hombre que en el último tiempo creció mucho económicamente- contestó, palabras más o menos, el novio de la uruguaya Mónica Farro.

“A mi juicio no fue una declaración muy consistente”, consideró el fiscal Cantaro. “Son muchas horas de grabaciones telefónicas de las que no dio ninguna explicación. Es una causa que desde el primer minuto estuvo bajo el monitoreo del juez”, agregó.

Suris negó ser el jefe de una banda de narcos que transportaban droga desde Buenos Aires y la distribuían en Bahía Blanca a través de una cuidada red de punteros y deliverys puerta a puerta. Negó siquiera conocer a muchos de sus compañeros de causa, y a otros dijo ubicarlos sólo de vista, como a Yohanna Giménez, la novia del “Chino” Alberti, alguien que se menciona como un narco famoso en la ciudad del sur provincial.

Tampoco dio detalles sobre quiénes y cómo le iban a armar la causa. “Dijo que habían sido los investigadores, pero no dio más detalles. Que se había enterado que iban a armarle una causa y plantarle drogas, pero no fue preciso ni dio nombres”, contó el fiscal Cantaro, que presenció toda la indagatoria. Suris tampoco reveló quién fue el autor de la llamada telefónica del 15 de diciembre último, cuando una voz anónima le advirtió que la policía lo estaba esperando apostada a la vera de la ruta 51 para caerle encima. Y esa era, también, la explicación por la cual se mantuvo casi un mes en la clandestinidad –tal vez en el departamento de la vedette- mientras pesaba sobre su pellejo un pedido de captura. “Dijo que tenía miedo por la policía de volver hasta no tener asesoramiento jurídico”.

El empresario, una figura rutilante y fugaz de la noche, aseguró ganarse el pan con el negocio de la publicidad en autos de carrera y en los carteles de estática, ayudando en el soporte industrial de grúas con su padre, y que prestando dinero, como su amigo Fariña. “Sobre el depósito de 14 millones, dijo que eran fondos de la venta de facturas truchas pero que ese dinero no quedaba en sus manos, sino que lo depositaba y cobraba una comisión del 10% del iva, sobre el valor de esas facturas”.

El lunes, cuando el fiscal tenga en sus manos las pruebas por las cuales el juez Martínez consideró una “innegable complicidad policial” de Suris, comenzará a investigar esa pista. “Es la segunda parte más importante de la causa”, concluyó.