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El ministro de Economía, Axel Kicillof, dijo que la última reunión del G-20 celebrada en Australia reveló que los líderes mundiales comenzaron a reconsiderar que las políticas de ajuste fiscal sean las vías adecuadas para encarar la salida de la crisis mundial iniciada en 2008. "Las ideas "de reformas estructurales y consolidación fiscal", dijo el ministro, "viene acompañado con otro mensaje en el que prolifera la discusión sobre las guaridas fiscales y los fondos buitre, en la necesidad de generar empleos e inversión".

"El comunicado del G-20 celebrado en Australia muestra que por primera vez empieza a tomar fuerza la idea de que sacar al mundo de la mediocridad actual debe tomar en cuenta la expansión de la demanda agregada", dijo el ministro en el cierre de las Jornadas Monetarias y Bancarias 2014 organizadas por el Banco Central (BCRA).

Kicillof fue presentado en la clausura del encuentro por el titular del BCRA, Alejandro Vanoli. Durante 40 minutos describió las características principales de la crisis financiera y económica internacional iniciada en 2008 y precisó lo que está ocurriendo en la actual coyuntura. "Los hechos permitieron ver el error de aquellos que decían en 2008 que la crisis era exclusivamente financiera y norteamericana, ocultando aspectos centrales de la realidad".

"Seis años después la crisis sigue tranquilamente su curso y ha ido invadiendo la esfera de los procesos productivos y ha afectado a algunos regiones y países, y todo el mundo sabe que la crisis actual es de naturaleza mundial", enfatizó Kicillof.

Respecto al origen de los actuales desequilibrios, subrayó que "la riqueza financiera global pasó de representar algo más del 100% del PIB mundial en 1980 a casi 400% en 2007, la más grande explosión de la riqueza financiera con respecto a la economía real". Esto indica que "la crisis tiene que ver con la predominancia de lo financiero sobre la economía real. A pesar del endeudamiento y creciente presión de las finanzas en el mundo, la tasa de inversión a nivel global no muestra signos de aceleración y de hecho es baja, representando apenas un cuarto del PIB mundial".

Kicillof describió lo ocurrido desde 2008 en adelante. Precisó que tras un primer período, entre 2008 y 2010, de medidas fiscales y monetarias de freno a la crisis, a partir de 2011 se inició en los países desarrollados una retirada del gasto público, limitándose la intervención de las instituciones públicas a la política monetaria.

Al referirse al cambio del mensaje contenido en el comunicado final de los líderes del G-20 en Australia, el ministro de Economía dijo que este cambio refleja que "hay una fuerte desaceleración en la recuperación iniciada en 2010, que se ha convertido en el signo actual de las discusiones actual ante la falta de una reactivación real".

"Hay signos de decepción en el G-20 porque se anunciaba un mejor 2014 y es peor en realidad que 2013 y peor incluso que las proyecciones para este año que está concluyendo, por lo que la economía mundial no goza de buena salud sino todo lo contrario", aseveró.

Desde 2008, agregó, la inversión se encuentra un 40% por debajo del momento de inicio de la crisis en el caso de Estados Unidos y del 80% en el caso de Europa. Esto explicaría, a su juicio, que por primera vez el G-20 incluyera en su comunicado de Australia una directa mención a la necesidad de políticas reñidas con la austeridad fiscal a ultranza. "En el G-20, tal como insinúa el interesante comunicado, se nota una tensión entre dos actitudes contrapuestas desde el punto de vista de la política estatal pero además, en el sentido de lo que hay que hacer para reactivar la economía mundial", señaló.

"En el lenguaje del comunicado del G-20, tal como ocurrió en la crisis del ´30 un lustro después, empieza a surgir la idea de que sin una notoria coordinación de los Estados nacionales en los estímulos económicos no hay posibilidades de recuperación", concluyó el ministro.