El EAAF identificó lo los restos del militante entrerriano Eduardo "Mencho" Germano. Lo asesinaron en un destacamento policial de Rosario y lo enterraron como NN en el Cementerio de La Piedad. "Siempre tuvimos claro que no queríamos venganza, que buscábamos verdad y justicia, y el camino era la memoria y la lucha", dijo su hermano.
Esta semana, una familia entrerriana derrotó la incertidumbre contra la que batallaban desde hace casi 38 años. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), identificó los restos de Eduardo Raúl Germano, un muchacho nacido en Villaguay, Entre Ríos, militante montonero. Tenía 18 años el 17 de diciembre del 76, cuando lo secuestraron en la ciudad de Rosario, un día antes de una cita en la que tenía previsto encontrarse con sus padres, Carmen y Felipe.
El puñado de huesos, exhumados en una de las 123 tumbas NN del cementerio rosarino La Piedad -donde también estaban los restos de Gustavo Bruzzone, el ajedrecista identificado hace dos semanas- dio materialidad al recuerdo de Eduardo y al duelo de sus familiares, quienes ya solicitaron al juzgado que lleva la causa la entrega de los restos para el próximo 17 de diciembre.
Quieren que el último lugar de descanso para Eduardo sea en Paraná, no sólo porque allí están los restos de su madre Carmen y su hermano, Guillermo, un activo militante por los derechos humanos y querellante en la emblemática causa FECED de Rosario quien falleció tras una larga enfermedad, sino porque además, esa fue la ciudad donde Eduardo inició su militancia.
“El Mencho”, como le decían sus compañeros de secundario cursaba cuarto año del colegio La Salle cuando fue elegido presidente del Centro de Estudiantes. Poco después comenzó a militar en Montoneros y en julio de 1976, a los 18 años, fue detenido durante nueve días en el centro clandestino del Escuadrón de Comunicaciones del Ejército. Cuando lo liberaron, decidió mudarse a Rosario y pasó a la clandestinidad.
Los últimos días de "El Mencho"
Hace algunos años, Carmen contó que en la madrugada del 17 de diciembre del 76 soñó que a su hijo lo empujaban por unas escaleras. Ese mal augurio tuvo mucho de cierto. La reconstrucción de los últimos días de vida de Eduardo indica que lo llevaron al sótano de la Jefatura de Policía de Rosario, donde funcionó el centro clandestino conocido como El Pozo. Esas instalaciones del Servicio de Informaciones de la Unidad Regional II se hicieron de fama por las brutales torturas que se practicaban.
Cuando el encuentro con sus padres falló, y como en las horas siguientes no hizo contacto, las sospechas comenzaron a oscurecerse. Los familiares de Eduardo no tuvieron más novedades de él hasta los primeros días del 77, cuando recibieron una carta anónima: “lamentamos comunicarle que su hijo Eduardo Daniel (sic) Germano fue detenido el día 17 y posiblemente asesinado el día 26”, decía el escrito que les dejaron por debajo de la puerta.
Con el retorno de la democracia, en 1982, Guillermo viajó a Rosario para reconstruir la historia de su hermano, quería reaparecerlo. Una de sus búsquedas fue en la hemeroteca del diario La Capital, donde encontró un comunicado publicado el 28 de diciembre de 1976, que informaba sobre un operativo que había frustrado el atentado a una estación transformadora de energía eléctrica: “Personal dependiente de la Jefatura 211, que realizaba un patrullaje en la zona de Fisherton, observó a una pareja que psortaba un bulto de regulares dimensiones y en actitud sospechosa se mantenían próximo a la estación transformadora de energía eléctrica instalada en la intersección de y Boulevard Argentino y Columbres (…) intentaron fugarse cubriéndose con disparos de fuego siendo abatidos y produciéndose la detonación de una carga explosiva que transportaban”.
“Se trataba de una ‘opereta´, como los represores llamaban a los operativos que consistían en fraguar un enfrentamiento para blanquear y asesinar a los que no podían recuperar de la tortura. Eduardo fue asesinado junto con María Cristina Cayetana Pagnanelli. Sus cuerpos fueron volados con explosivos junto a la estación transformadora de energía en el barrio de Fisherton. El operativo estuvo dirigido por el propio Agustín Feced, jefe del Servicio de Informaciones de la Unidad Regional II”, contó Gustavo Germano, hermano de Eduardo y fotógrafo, que vive en Barcelona.
La investigación del Museo de la Memoria de Rosario
Otra rastro importante para la investigación surgió de un entrecruzamiento de datos que realizó un equipo del Museo de la Memoria de Rosario, dirigido por Marcela Valdata. Ellos compararon datos del Archivo General de la Provincia de Santa Fe, sobre el hallazgo de cadáveres, con registros de comisarías y pudieron determinar el cuerpo de Eduardo había sido llevado por personal policial de un destacamento cercano a Fisherton al Cementerio de La Piedad el día 5 de enero de 1977 y enterrado en una tumba como NN. Entonces, la abogada de la familia Germano presentó el pedido de exhumación, en las excavaciones realizadas a finales del 2011 por el EAAF.
Por esos años, la muestra fotográfica Ausencias, creada por Gustavo se había convertido en un icono de la violenta dicotomía que producen las desapariciones para los familiares, que nunca pueden iniciar el duelo. La obra está compuesta por series de dos fotos, la segunda reproduce a la primera y evidencia la ausencia. La exposición inicia con una foto de los cuatro hermanos Germano, cuando aún eran muy chicos y se completa con la misma toma, 37 años después, sin Eduardo.
Ahora que los restos fueron identificados, se inició el proceso de cambio de partida de defunción. Esto significa que también en los papeles oficiales Eduardo Raúl German recupera su nombre, su identidad y deja de figurar como NN. Recién cuando esta instancia esté terminada el juzgado podrá emitir la autorización de traslado, como lo pide la familia.
“Nosotros pensábamos traerlo en un momento en el que pudiéramos estar toda la familia y tener un tiempo para procesar todo. Nos parecía que la fecha del 17 de diciembre era más que simbólica para que nos sea entregado ese día. Después de 38 años de lucha por la verdad, ésta se hace presente de forma incontestable. Hemos pasado por muchas situaciones a lo largo de estos años, pero siempre tuvimos claro que no queríamos venganza, que buscábamos verdad y justicia, y el camino era la memoria y la lucha. Nuestro padre Felipe falleció en 2002. Nuestro hermano Guillermo en 2009 y nuestra madre, Carmen en 2012. Los tres lucharon hasta el final de sus días por saber la verdad y exigir justicia por Eduardo y por todos los desaparecidos. No podrán ver el acto de entrega, pero sus restos descansarán por fin juntos. Por fin nuestro hermano vuelve a casa”, concluyó Gustavo, tras conocer el resultado de la identificación.