A Gustavo Bruzzone lo secuestraron en Rosario, en 1977. Días después cayó en un enfrentamiento fraguado. Lo enterraron como NN en el cementerio La Piedad. El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos. Representó a Santa Fe en varios torneos de ajedrez. “Cumplí 90 años para poder esperarlo”, contó Irma, su mamá.
“Soñé con él. Hacía mucho tiempo que no me pasaba. Soñé que lo encontraba, que hablaba con él. Hace mucho tiempo entendí que no voy a volver a verlo, pero necesito saber qué le pasó. Creo que volver a soñar con él es como una señal”. La frase de Irma Godone fue meses atrás, cuando se exhumaron 29 tumbas del cementerio municipal de Laguna Paiva, ubicado a 37 kilómetros de la ciudad de Santa Fe. Allí, hasta el momento, no se encontraron restos de desaparecidos. Pero el cuerpo de Gustavo Bruzzone, su hijo, por el que Irma reclama desde hace más de 37 años, fue identificado en el Cementerio La Piedad, de Rosario, donde fue secuestrado el 19 de marzo de 1977, cuando se disponía a volver a Santa Fe para festejar el cumpleaños de “Chocha”, su mamá.
El Equipo Argentino de Antropología Forense comenzó a trabajar en ese lugar en 2011, en 120 tumbas que, se presumía, podrían corresponder a desaparecidos. La selección se hizo identificando primero las inhumaciones NN entre 1976 y 1983, para luego determinar cuáles fueron muertes violentas y, en algunos casos, la constancia en los registros de una intervención del Comando del II Cuerpo de Ejército o de la policía.
A partir de esa investigación el EAAF, a cargo de Miguel Nieva, comprobó que Gustavo había sido trasladado a El Pozo, el centro clandestino de detención que funcionó en el ex Servicio de Informaciones de Rosario. Cinco días después de su detención lo sacaron de allí junto con otros dos detenidos. Los tres cayeron en un supuesto “enfrentamiento”, que obviamente fue fraguado, en Córdoba al 5600.
“El comandante del Segundo Cuerpo de Ejército informa a la población que el día 24 de marzo con motivo de la persecución que efectúan las fuerzas legales contra las bandas de terroristas se produjeron los siguientes hechos: 1.– Siendo las 3.30 en la calle Córdoba al 5600, de la ciudad de Rosario, fueron abatidos 3 delincuentes subversivos al estallar el artefacto explosivo que transportaban en el vehículo en que se trasladaban”, publicó La Capital un día después del hecho.
“Necesitábamos cerrar la historia. Yo lo llevo en mi corazón, pero es muy duro poder verlo sólo en una foto. Se lo llevaron cuando era un pibe. Tenía apenas 22 años. A mi hermano no lo dejaron vivir”, afirmó Rodolfo Bruzzone. Junto con Irma recorrieron hospitales, comisarías, cuarteles, para saber qué había pasado con Gustavo. Durante un año viajaron a Rosario para entrevistarse con el teniente coronel Enrique González Roulet. “Un día no aguanté más sus mentiras y le dije que si quería una novela me compraba un buen libro. Me echó y me dijo que no volviera más, era mayo de 1978”, recordó Chocha, que fue una de las primeras Madres de Santa Fe. “Ahora ya puedo partir tranquila. Sé donde está y va a descansar junto a sus compañeros”, agregó.
El ajedrecista que era arquero
Gustavo Bruzzone nació el 31 de agosto de 1954 en San Javier. Un año después la familia se trasladó a Santa Fe. Su papá (que murió muy joven, en 1962) les enseñó a jugar al ajedrez a él y a su hermano. También le gustaba mucho el fútbol: atajó en las inferiores de Gimnasia y Esgrima de Ciudadela. Cuando Unión, el club de sus amores, lo quiso, la dirigencia de Gimnasia no aceptó cederlo. “Se enojó y no jugó nunca más”, contó Fito, su hermano. “Íbamos a la cancha y llevábamos un muñeco con la cara de Victorio Nicolás Cocco, que era nuestro ídolo”, agregó.
En la secundaria tuvo como profesor de ajedrez a Ricardo Hase, varias veces campeón santafesino y seis veces finalista en campeonatos argentinos. “Le gustaba mucho el ajedrez. Fue uno de los encargados de conducir un ajedrez viviente que organizamos en el colegio. Tenía que ser una partida fluida, pero él y su rival se lo tomaron tan en serio que se volvió tedioso”, recordó.
En enero de 1972 disputó un torneo clasificatorio para el Argentino. Los diarios locales destacaron que “confirmando sus antecedentes y buen momento, triunfó el representante de la Federación Santafesina, Gustavo Bruzzone”. Como no tenía dinero para disputar el certamen, que se realizaría en Mar del Plata, el Nuevo Diario (que dejó de editarse años después) se hizo cargo de los gastos.
En esos años comenzó a militar en la Juventud Peronista. Visitaba los barrios más humildes de la ciudad, se comprometió para darle una mano a los vecinos de Alto Verde en la inundación de 1973 y se involucró en la campaña para la vuelta de Juan Domingo Perón. Se inscribió en la Facultad de Ingeniería Química. “Rindió ocho materias espaciadas, porque la militancia le llevaba mucho tiempo, a pesar de mis protestas. Un día me dijo que abandonaba la facultad porque quería pelear por lo que creía, y que si dejaba su vida en el camino se sentiría feliz”, recordó Irma. Con su hermano Rodolfo fue más claro: “Esto lo hago por mi ahijado (Víctor Rodolfo, en homenaje al ex futbolista de Unión, Marchetti). Y si dejo los huevos en el camino va a ser por él”, le dijo.
El Ministerio de Educación lo designó como profesor de ajedrez en la escuela General José de San Martín, donde había cursado la primaria. Luego ingresó por concurso al Centro de Cómputos de la provincia. En 1974 se casó con su novia de toda la vida, Carmen Liliana Nahs. Se mudaron a Rosario. Allí trabajó en el puerto, en un taller, lavó piezas, pintó paredes. Junto a su esposa se mudaron de pensión en pensión hasta que lograron alquilar una casa en Rioja 5349. El 19 de marzo de 1977 fue a buscar el auto de un amigo al taller. En ese vehículo iba a volver a Santa Fe para festejar el cumpleaños de su madre al día siguiente. Pero nunca llegó.
Hasta hace unos días, la familia de Gustavo jamás supo nada de él. Ni siquiera si había pasado por uno de los tantos centros clandestinos de detención de la dictadura. Su esposa fue secuestrada el 8 de agosto de 1977 y continúa desaparecida. De Liliana se sabe que pasó por la Quinta de Funes.
La placita de Gustavo
Desde el 25 de julio de 2009, a través de una propuesta de la vecinal del barrio María Selva aprobada por el Concejo Municipal de Santa Fe, una plazoleta de la ciudad lleva el nombre de Gustavo Bruzzone. Está ubicada en la intersección de las calles Ruperto Godoy y Rivadavia, a cien metros de la avenida Aristóbulo del Valle. Allí se colocó una placa con su nombre y las autoridades municipales (en aquel momento el intendente era Mario Barletta) se comprometieron a colocar tableros de ajedrez, como una manera de recordar a un destacado ajedrecista de la ciudad, y también de promover el juego. Hasta el momento, nada de eso ocurrió. La placa fue robada el 18 de mayo de 2013. Pese a los reclamos de su hermano, aún no se colocó una nueva.