El conflicto con el Guido Spano dejó paso para el nacimiento de una nueva cooperativa de trabajo. No será la primera: en el distrito porteño hay por lo menos tres que ya funcionan bajo esta modalidad, y unas 450 escuelas de gestión social en todo el país.
El conflicto con el colegio Guido Spano, que cerró sus puertas sorpresivamente la semana pasada, dejó paso para el nacimiento de una nueva escuela cooperativa. Ayer, los maestros y trabajadores del colegio que se vieron despedidos de manera masiva, firmaron la constitución de la cooperativa y designaron los responsables. El lunes, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) podría otorgarles la matrícula y el colegio estaría listo para recibir a sus alumnos en marzo de este año. No se trata de la primera escuela cooperativa: en Ciudad de Buenos Aires, hay por lo menos tres que ya funcionan bajo esta modalidad.
Una de ellas es la escuela cooperativa Mundo Nuevo. Con más de 40 años de tradición, es una de las experiencias más exitosas en el mundo el cooperativismo educativo. La fundaron en 1972 un grupo de padres y maestros que estaban disconformes con la escuela a la que mandaban a sus hijos o en la que trabajaban. Primero funcionó en el barrio del Belgrano y después se mudó a Serrano 557, Villa Crespo, donde funciona hoy.
“La escuela es un colectivo desde el vamos. Desde que se fundó, recibimos los embates de la historia nacional: pasamos el proceso, que fue muy difícil; después el neoliberalismo, con un discurso totalmente contrario a los valores que nosotros sostenemos; y acá estamos, de pie”, cuenta la directora de la primaria, Serena Colombo. El cargo lo obtuvo a través de un concurso público y abierto, cuando la titular anterior dejó el puesto vacante. “Yo soy la directora, pero podría ser otro u otra, y el proyecto sería el mismo”, aclara. En la escuela, las decisiones se toman en conjunto a través del Consejo de Administración, la Asamblea de Asociados y las Comisiones de Trabajo.
A Mundo Nuevo asisten unos 300 alumnos de jardín y primaria, y entre docentes y administrativos, hacen un total de 70 trabajadores. En un primer momento, fue una cooperativa de servicios. Se llaman así, porque los asociados son los consumidores del servicio; en este caso, los padres. La otra modalidad posible es la cooperativa de trabajo, en que los docentes y administrativos son los asociados y trabajadores al mismo tiempo, y los padres no forman parte. Cuando los hijos de los padres fundadores se iban recibiendo, abandonaban la cooperativa y la modalidad dejó de tener sentido. Entonces, Mundo Nuevo pasó a ser una cooperativa de trabajo.
El colegio Fishbach, de Villa General Mitre.
“La ventaja más importante de ser una cooperativa tiene que ver con la raigambre del proyecto educativo. No es lo mismo un proyecto sostenido por una o dos personas que les dicen a otros lo que tienen que hacer, que uno que es sostenido colectivamente”, apunta la directora. “El trabajo tiene un gran valor, a nosotros nos gusta mucho lo que hacemos. Acá no hay nadie que se lleve el plusvalor de nuestro trabajo”, dice.
Las otras dos escuelas cooperativas que funcionan en la ciudad son la Fishbach, de Villa General Mitre, y la del Instituto Comunicaciones, ubicada en el club del mismo nombre. A diferencia de la escuela Mundo Nuevo, que nació como cooperativa, la Fishbach y la de Comunicaciones eran escuelas de gestión privadas que estuvieron por cerrar y terminaron constituyéndose en cooperativas de trabajadores.
La primera dependía de la Iglesia Evangélica de los Discípulos de Cristo, que luego de 39 años de funcionamiento debió cerrar. La iglesia les ofreció a los maestros y no docentes que recibieran el edificio en comodato por diez años, a cambio de que renunciaran a reclamar las indemnizaciones que les debían. Los trabajadores aceptaron y desde 2003, la escuela funciona como cooperativa de servicios con jardín y primaria.
El Instituto Comunicaciones, ubicada en el club del mismo nombre.
El Instituto Comunicaciones tiene una historia similar. Ninguna de las dos participa de la Federación de Cooperativas de Enseñanza y Entidades Afines de Buenos Aires (FECEABA), que sí integra Mundo Nuevo. De hecho, Serena Colombo integra esa federación y apunta a integrar a Fishbach y a Comunicaciones.
Colombo señala que existen unas 450 escuelas de gestión social en todo el país, pero no todas constituyen cooperativas formales. La mayoría tienen la forma de asociaciones, escuelas de familia agrarias, u otras estructuras. “Estamos tratando de relevarlo. Desde 2006, con la Ley de Educación Nacional, se entendió que había una educación estatal, una privada, y una de gestión social, que es distinta a la privada. Lamentablemente, en la Ciudad de Buenos Aires no hay una ley que reglamente esto, por eso todavía nos supervisa la gestión privada”, explica Colombo.
La falta de regulación de estas escuelas en la Ciudad de Buenos Aires proyecta otro problema: no pueden recibir subsidios como lo hacen las escuelas privadas. “Lamentablemente no podemos hacerlo porque los subsidios educativos van para los salarios, y nosotros no somos asalariados”, explica. Esta semana, el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, adelantó a los trabajadores de la cooperativa Guido Spano conservarán los subsidios que hasta ahora cubrían el 60 por ciento de los salarios. “Estamos esperando a ver cómo lo articulan”, adelantó Colombo.