Dos fotógrafos registraron el día en que la esperada vuelta de Perón tras 18 años de exilio terminó masacre. Carlos Pesce de “El Descamisado”, el legendario periódico de la Juventud Peronista y Montoneros, y Lucio Solari, fotógrafo de La Nación cuentan ese día para Infojus Noticias.
20 de junio de 1973. Vuelve definitivamente Juan Domingo Perón, luego de 18 años de proscripción. Varios millones de personas van a recibirlo a Ezeiza. Pero la fiesta popular termina en masacre: la derecha peronista y sindical comienza a disparar sobre las columnas de Montoneros. Comienza un fuego cruzado que dejará un número nunca determinado de muertos y cientos de heridos.
Dos fotógrafos relataron con sus fotografías esta jornada histórica. Carlos Pesce de “El Descamisado”, el legendario periódico de la Juventud Peronista y Montoneros, y Lucio Solari, fotógrafo de La Nación.
Carlos Pesce viene de una familia de artistas de Alessandria, en Italia. Estudió Bellas Artes y comenzó a sacar fotos a los 18 años. Trabajó en el Descamisado, Siete Días, Clarín, y en otros importantes de medios de España y Venezuela, donde vivió varios años. Sobrevivió a la Dictadura, no así sus fotos, que deben rastrearse en las publicaciones de la época .
Lucio Solari
Lucio Solari es reportero gráfico. Trabajó durante 32 años en el diario La Nación. “Yo nací y morí en La Nación”, cuenta. Comenzó como fotógrafo en el año 1969; era un autodidacta que leía libros, tenía una camarita y “quemaba rollos”. Los últimos diez años en el diario fue editor. “Fue el error más grande de mi vida haber salido de la calle; me trajo un estrés tan grande que me afectó el corazón, la presión, y terminé pidiendo el retiro voluntario”. Ahora sigue transmitiendo sus aprendizajes a sus alumnos de fotoperiodismo. Una de sus fotos más conocidas es la de dos policías que forcejean con un fotógrafo durante una marcha por la guerra de Malvinas, en 1982 (“Dame el rollo”).
“Si vamos al día del regreso de Perón, fue toda una movida impresionante. Toda la sección fotografía del diario salió a la calle -éramos más o menos diez personas-. Para mí era un honor ir a cubrir la llegada de Perón. Cada uno tenía asignado por el jefe un lugar específico. A mí me tocó la ruta 205, que era el lugar por donde iba a venir la columna de los Montoneros. Yo no era montonero, pero sí era un tipo joven, tenía ideas socialistas… era simpatizante, me gustaba. Fuimos muy temprano, a las 5 de la mañana y ya había gente, una columna bastante importante y se iba juntando cada vez más”.
“Cuando recién llegué, muy temprano, había grupitos de gente que prendían un fueguito y tomaban mate, era todo una alegría, un día de regocijo. Nadie pensaba que iba a pasar lo que pasó. La mayoría era de una organización, si querés llamarla, guerrillera. En general era gente joven, de clase pobre, no había clase media acomodada, era el típico laburante, si lo querés llamar de una manera que no corresponde: el cabecita. Eran gente pobre y querían verlo a Perón”.
“La columna se empieza a mover cuando llega la cabeza de Perón de papel maché, que yo pensé que era una cabeza representativa porque Perón venía, pero finalmente me enteré que dentro de la cabeza había armas. Esto me lo contaron después, no lo vi con mis propios ojos, pero sí vi una foto en otro diario donde la cabeza estaba rota, y en el epígrafe decía que de adentro habían sacado las armas”.
“Cuando llego al palco, les muestro mi credencial de reportero, paso la valla sin problema y llego al Puente 12. La directiva que tenía era quedarme en el palco esperando la llegada de Perón. La columna de Montoneros es desviada hacia los bosques de Ezeiza. Llego y lo primero que hago es sacar la foto del palco. Es una foto extraña. Estaban terminando de armar la estructura. Me llamó la atención porque había gente que todavía estaba trabajando, es como que todo se hizo de apuro”.
“Subo al palco junto con un montón de fotógrafos más; estaban los músicos de la orquesta sinfónica, y estaba Leonardo Favio, el director de cine, con el micrófono en la mano. Hacía toda una arenga sobre Perón, la vuelta, el Peronismo... Pero en un momento dado le pide a la gente que estaba subida en los árboles, a 200 metros de distancia, que por favor se bajara de los árboles, porque era peligroso. No sé por qué... Parece que Osinde, que era el jefe de toda la custodia de Perón, le dio esa orden a Favio. En ese momento yo miro los árboles y saco la foto”.
“A los 5 minutos siento en los caños de la estructura del palco, como un piedrazo, después otro y otro. Le digo a un compañero “che, nos están cagando a piedrazos”. No eran piedrazos, ¡eran tiros! Estaban tirando desde la zona de los árboles. Me doy cuenta que son tiros cuando uno de los músicos cae al suelo fulminado. Lo miro, veo que el tipo empieza a sangrar. Nos tiramos cuerpo a tierra y me empecé a arrastrar a la parte de atrás del palco."
"Y lo primero que percibo es que una marea humana empieza a correr para cualquier lado. Y tiros. Tiros por todos lados. Yo corría también y sacaba fotos. Corro hacia el hospital de Ezeiza y en un momento me tiro debajo de un pinito que había y me hago el muerto. Me quedo ahí quieto y veo pasar al lado mío a tipos armados, camionetas con gente que estaba muerta, que se veía que la habían cargado ahí arriba y se la llevaban. Yo te aseguro que fue un ataque bastante jodido. Pero mientras tanto seguía sacando fotos. Hay una foto donde están tipos agachados con armas. Algunos se están protegiendo, pero en el medio hay tipos armados. El problema es que ahí hubo una mezcolanza donde nadie sabía quién era quién”.
“En el aeropuerto habían metido un montón de gente que habían detenido adentro del Hotel Internacional de Ezeiza. Hay un tipo con una ametralladora que está mirando para atrás. Esa era gente también de Osinde, que llevaba a los detenidos de los pelos adentro del hotel y ahí los torturaban. Eso nos contaban a nosotros.
“Ahí era jodido fotografiar porque estaban todos los servicios, todas las fotos eran afanadas. La foto del tipo de la metralleta está sacada de abajo, al nivel de la cintura, yo apretaba y que saliera lo que Dios quiera, no era una situación normal para sacar fotos”.
“Yo no sé qué cantidad de muertos hubo. Pero para mí hubo un montón. Yo vi camionetas tipo pickups con gente que la habían amontonado adentro, llenos de sangre… y pasaba una atrás de la otra, unos para el lado del hospital de Ezeiza y otros para el aeropuerto. Ahí murió un montón de gente”.
Regreso de Ezeiza y resguardo de los negativos
“Nos juntamos ahí algunos fotógrafos del diario, los celulares no existían, yo ubico al chofer del diario y le digo “viejo, rajémonos de acá porque nos matan a todos”. La realidad fue esa. Nos subimos al auto con el chofer y nos metimos en la pista de aviones. Pasamos por encima un alambrado y salimos a la ruta 205. Era un desbande impresionante. Después de dos horas y media pudimos llegar al diario”.
“Cuando llegamos cada uno reveló el material; había muy buenas fotos, de todos. Quizás las mejores fotos mías estén en el diario. Lo que pasa es que el material se entregaba al jefe y él editaba y guardaba los negativos. Pero cuando los rollos se revelaban, yo cortaba unos pedazos y me quedaba con algunos negativos. Eso es lo único que me quedé de esa época. Lo tenía como norma: de las notas importantes siempre me quedaba con algo de material. Material que el diario no podía publicar, porque yo tenía los negativos y por lo tanto la propiedad intelectual. Por eso estas fotos son inéditas”.