Entre 1975 y 1977 desaparecieron a diez ex alumnas que habían pasado por esas aulas. Días atrás un grupo de chicos de la escuela las homenajeó: crearon baldosas conmemorativas que serán colocadas el mes que viene, en la vereda de la institución. La idea fue motorizada por otra ex estudiante, lafotógrafa Mónica Hasenberg.
María del Valle Santucho, María Cristina Solís, Edith Zeitlin, Gloria Domínguez Stang, Celia Hanono, Graciela Lusi Pagano, Alicia Martín, Mónica Masri, María del Carmen Reyes y Alicia Oppenheimer pasaron por las aulas del colegio Comercial 7 de la ciudad de Buenos Aires en diferentes momentos de la historia de la institución. Todas ellas también fueron víctimas del terrorismo de Estado entre 1975 y 1977. En los últimos días, un grupo de alumnos de la institución, ubicada en la avenida Monroe, del barrio de Belgrano, las homenajeó con la creación de baldosas conmemorativas que serán colocadas el mes que viene, en la vereda de la escuela. El primer paso para concretar el proyecto lo dio otra ex alumna, la fotógrafa Mónica Hassenberg, especialista en luchas sociales y género. “El gran objetivo era involucrar a los chicos y a la escuela, pasarles la posta”, dijo a Infojus Noticias Hasenberg.
“En octubre de 2012 me enteré en una reunión de ex compañeras de la secundaria, que una de las nuestras, Graciela Lusi Pagano, figura en el ‘Nunca más’”, explicó Hassenberg. “Cuando llamé a la escuela me dijeron que no tenían información de desaparecidas”, agregó. Poco después fue y junto a la profesora Ana Trenti motivaron a los chicos, contactaron a la Secretaría de Derechos Humanos y comenzaron a trabajar.Ese fue comienzo de una investigación que involucró a muchas ex alumnas y miembros de la Secretaría, y en la que lograron “pasar los datos de 5200 inscriptas en la escuela desde el año 1965 a planillas Excel y así cruzamos los datos y logramos confirmar que había 10 desaparecidas que habían cursado en el Comercial 7 sus estudios secundarios”, resumió.
La primera ex alumna en ser secuestrada fue María del Valle Santucho Castelli. Le decían “Coty” y era hija de Carlos Hiber Santucho y sobrina de Mario Roberto. Militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) tenía 26 años cuando se la llevaron en Lomas de Zamora, en diciembre de 1975. Sus restos fueron identificados en 2013 por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
En 1976 fue el año en que más secuestros de ex alumnas del colegio se produjeron. Graciela Beatriz Lusi Pagano fue secuestrada en octubre de 1976, cuando tenía 22 años y cursaba el cuarto año de veterinaria. Un mes antes se habían llevado a Gloria Domínguez Stang y a Celia Hanono. Militante de la Juventud Peronista, Celia tenía 19 años cuando fue detenida en la avenida Rivadavia. Personal de civil la subió a un auto y nunca más se supo de ella.
En noviembre de ese año se produjo el secuestro de Alicia Silvia Martin Cubelos, “Titi”. Tenía 25 años y dividía su tiempo entre la militancia en Montoneros, sus estudios en la facultad de Ciencias Exactas de la UBA y su trabajo como docente.
Llamadas desde el cautiverio
Durante el invierno de ese año se había producido el secuestro de Alicia Nora Oppenheimer. Rubia y con una sonrisa amplia, nació y desapareció en la Argentina, el país al que su papá, Alfredo, llegó escapando del nazismo. Estudiante de Derecho, su actitud humanista la llevó a comprometerse políticamente y a trabajar en las villas. El 31 de julio de 1976 dos policías de civil preguntaron por ella en su trabajo en la empresa IL-AR, en el barrio de Belgrano. Después de identificarla, la arrestaron para "la aclaración de un asunto", le dijeron. Al día siguiente la dejaron mantener una conversación telefónica con su mamá. Le dijo que estaba bien, pero que no sabía dónde, y que la dejarían volver. El 2 de noviembre de ese año llamó por última vez a su familia. A diferencia de las llamadas anteriores, no le dio a su madre ninguna esperanza y lloró en el teléfono. Su caso fue denunciado ante la embajada alemana.
En marzo de 1977, cuando faltaban pocos días para que se cumpliera el primer aniversario del golpe, María del Carmen Reyes fue secuestrada de su departamento del 1 piso de un edificio sobre la calle Don Bosco, en Almagro. Había ido a visitar a su amigo Mario Lerner. A él lo asesinaron y a ella se la llevaron en un auto, con los ojos vendados. Tenía 21 años y estudiaba antropología, en la Universidad de Buenos Aires. Cuando su papá fue a la comisaria le dijeron que se había escapado. La vieron en el Centro Clandestino de Detención El Atlético.
Un mes después fue secuestrada Mónica Masri. Tenía 21 años, militaba en la JP, trabajaba en un laboratorio en Martínez, y convivía con Carlos Roggerone, su compañero. Se los llevaron encapuchados de su departamento en el norte de la ciudad de Buenos Aires y fueron vistos por varios sobrevivientes en Campo de Mayo. Al momento del secuestro, Mónica estaba embarazada de entre dos y tres meses. A más de 38 años de aquel día ambos siguen desaparecidos, como él o la bebé que debió nacer entre octubre y noviembre de 1977.
Edith Zeitlin fue otra de las ex alumnas de la escuela que tras ser detenida, en su casa de Núñez, fue trasladada al CCD El Atlético. Al igual que Mónica, estaba embarazada. Tenía 19 años, militaba en la Juventud Guevarista y en el PRT-ERP, y su bebé debió haber nacido entre enero y febrero de 1978.
Docente y empleada del diario La Nación, María Cristina Solís tenía 28 años y dedicaba tiempo a ser delegada sindical cuando la secuestró un grupo de tareas. La vieron en la ESMA. Era agosto de 1978 y para entonces el terrorismo de Estado ya había secuestrado a su padre y asesinado a su esposo.
Baldosas para recordar
“Fue todo fue muy tranquilo, se hizo un día de la feria de la escuela y en el museo del colegio se hizo una exposición. Y ahí colgamos las fotos e hicimos las baldosas”, recordó Mónica el día en que dos generaciones de alumnos de esa escuela se cruzaron en una emotiva actividad de la que también fueron parte los familiares de las jóvenes desaparecidas. Para noviembre está previsto el acto en el que van a colocar las baldosas.
“Nosotros fuimos convocados y participamos de la organización, pero fue un trabajo motorizado por Mónica, que investigó para recuperar la memoria y hacer visible lo que había pasado”, dijo a Infojus Noticias Claudio Altamirano, del programa Educación y Memoria, del Ministerio de Educación porteño, que estuvo durante la creación de las baldosas. “Cuando reconstruimos la historia de los compañeros, recuperamos parte de esa historia que se robó”, concluyó.
CD/RA