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Infojus Noticias

11-10-2014|11:20|Chicha Mariani Nacionales
Muestra en hall central del Pasaje Dardo Rocha, en La Plata

Las muñecas y las mariposas que siguen esperando a Clara Anahí

Se las fue comprando a lo largo de los años Chicha Mariani a Clara Anahí, su nieta que fue apropiada y a la que busca desde hace 37 años. Se exhiben hasta mañana en La Plata. Son cientos de muñecas envueltas en bolsas de nylon y rotuladas con el origen y el año. Y mariposas de todos los colores, texturas y usos que la Abuela también coleccionó.

  • Fotos: Eva Cabrera.
Por: Laurano Barrera

María Isabel Chorobick de Mariani llega al hall del Pasaje Dardo Rocha, donde se exhibe “Colección mariposas y muñecas, I Muestra de Clara Anahí”, 25 horas después de su inauguración. Ya no suele salir mucho de su casa, se cansa bastante rápido y prefiere evitar al grueso de la prensa y a los amantes de los estrenos. Es jueves por la tarde y sobre el centro de La Plata diluvia. Chicha tiene piloto gris, largo hasta los tobillos, pollera y blusa negra, y su bastón blanco –perdió gran parte de la visión en los últimos años-. La acompañan dos mujeres. Una de ellas es Nora Peña, ex alumna suya en el colegio Víctor Mercante y ex campeona sudamericana de vóley. “Es la única que tenía permiso para faltar cuando quisiera a la escuela, porque tenían que viajar mucho. Era muy buena”, contará más tarde, cuando haya vuelto de la excursión y tome café negro y converse a solas con Infojus Noticias. Pero ahora acaba de llegar a la muestra que puede visitarse hasta el domingo.

-Siempre que se avecina una tormenta me siento muy mal. Pero cuando se larga, mejoro. Asique ahora estoy bien.

Se sienta en una de las dos sillas que componen la escenografía de la muestra, se apoya en su bastón blanco y mira hacia adelante, como si esperara. Siempre espera.

El 24 de noviembre de 1976, cientos de soldados y policías rodearon la manzana y arrasaron durante cuatro horas con la casa de su nuera Diana Teruggi y otros cuatro militantes. Una pericia de Gendarmería determinó que el boquete que quedó en la fachada sólo pudo abrirlo un proyectil de energía cinética, un Obus de 76,2 mm disparado desde un tanque Scherman o un proyectil con carga hueca lanzado con un lanzacohetes. Varios testigos contaron durante estos años que un uniformado sacó a Clara Anahí viva. Desde ese día, Chicha busca. Y espera.

“La cuna de la nena, en la casa de la calle 30, estaba colocada en un ángulo del dormitorio. Yo solía decirle a Diana ‘es un lugar tan poco grato para tenerla acá’. Ella me contestaba que era un lugar seguro, pero para mí un lugar seguro era donde no se cayera, por ejemplo. Me parecía raro. Y claro, era por cualquier ataque. Ese rincón no se cayó con el ataque. Ahí, en la cabecera de la cuna estaba la muñeca de patas largas que le habían regalado. Muy pocos días después de la desaparición de Clara Anahí, fui a comprar una igual que la que ella tenía en la cabecera, para que cuando la encontrara tuviera una lo más parecida posible a la que se llevaron los asesinos”, cuenta Chicha.

La segunda muñeca la compró en una avenida de San Pablo cuando viajó -ya habiendo fundado Abuelas de Plaza de Mayo junto a “Licha” De la Cuadra- a Brasil porque el arzobispado había encontrado dos nietos: a los hermanos Grisonas, que eran uruguayos, desparecidos en Argentina y encontrados en una plaza de Chile. Así nació la colección. Y la muestra.

La muestra

La muestra tiene tres paneles que exhiben cientos de muñecas –y otros personajes-envueltas en bolsas de nylon y rotuladas con el origen y el año.  

Hay un cencerro suizo de 1988, una vicuña italiana de 1986, un ratón de madera belga de 1984, una chola de Purmamarca de 1994, una mamushka de Leningrado -Unión Soviética- de 1988, un muñeco de nieve de Milán 1984, una lechuza de Venezuela de 1980, una bailaora madrileña de 1985 y otra de 1988, una ratona en desabillé de Canadá, una mulata brasilera, un esquimal canadiense, una campesina boliviana, bebés barceloneses, ocas suizas, ratones parisinos, gaiteros británicos, arlequines de Australia, un perro de la isla de Sascachán (Canadá), una negra habanera, y más.

Cada uno es un souvenir de sus viajes por el mundo, un regalo para su nieta, pero también el símbolo de un apoyo conseguido o de una nueva frustración. “El tamaño dependía siempre del espacio que sobraba en mis valijas, donde llevaba y traía muchos papeles concernientes a la búsqueda de niños”, explicó alguna vez Chicha.

-¿Se acuerda de alguna muñeca más que del resto por alguna circunstancia particular?

-La que más cuido es una muñeca rubia, con alas –un ángel- que está acostado sobre una luna azul. Un día, cuando estábamos en un simposio secreto en Brasil, me llaman por teléfono de Ginebra, de las Naciones Unidas: nos invitaban a ir a Estados Unidos a una conferencia que se iba a hacer de toda Latinoamérica y algunos países de Europa, con la intención de ver si se podía parar la guerra con las guerrillas y la avanzada de las dictaduras. Estaba hasta Julio  Cortázar. Fuimos con Estela de Carlotto a Nueva York. Nos esperaban en un auto lujosísimo, y a mí se me habían partido las manijas de la valija y las de Estela no sé qué tenían, que era una lástima. Y yendo hacia el hotel donde se hacía la Convención –en pleno centro, donde paraba el príncipe- vi, en una esquina, una juguetería con esa muñeca. Y dije: ‘Ay, me la llevo’. Era carísima. Compré la muñeca más cara que había. Me enamoré de esa muñeca. Así que esa es la que más quiero.

“Me traje un guardia suizo del Vaticano por cada vez que fuimos a pedirle al Papa de turno que nos ayudara a encontrar los nietos. Teníamos 18. Después se perdieron tres y quedaron quince. Ahora hay cinco”.

-¿Fueron al menos 18 veces al Vaticano?

-Sí. Con algunas experiencias muy tristes.

Un día dejó de comprar muñecas. “Alguien me dijo ‘¿pero vos te das cuenta que Clara Anahí ya cumplió 25 años?’. Y yo dije ‘claro, tenés razón’. Y a partir de ahí empecé a comprar otros recuerdos, preciosidades. Aunque a mí me gustan las muñecas hasta ahora, que tengo 90 años”.

El alma del guerrero

Según una leyenda azteca, cuando un guerrero muere su alma se convierte en mariposa para acompañar a los que siguen luchando. Chicha la conoció hace más de seis décadas, en los años en que dio clases de arte precolombino en el Liceo Victor Mercante, uno de los colegios más tradicionales de La Plata. Le fascinaba el arte y la escritura precolombina, por eso decidió poner una mariposa compuesta por los rostros en miniatura de los desaparecidos como logo de Asociación Anahí –el organismo que fundó y preside desde 1996-. “Tuve problemas por eso. Me escribió un médico desde Alemania que me hizo sufrir las de Caín. Me atacó públicamente porque eran guerreros, que cómo iba a poner yo eso, que eran unos criminales los aztecas. Yo no lo considero así: era su religión, era su manera de vivir. Por lo tanto yo los respeto: así me mataran a mí misma. ¡Fue una pelea! Hasta que un día le dije que no le escribía más y que no me escribiera más”, cuenta Chicha.

En la muestra se pueden ver mariposas de todos los colores, texturas, usos y funciones. Penden de hilos casi invisibles, con colores brillantes, adornan anotadores y cajas de bombones, son para armar, están recortadas sobre plumas y rociadas con brillantina, talladas en madera, hechas en plástico, gomaespuma, lana y telgopor. Algunas son una “preciosidad”, como las llama Chicha, otras tienen mensajes que expresan deseos: “Por las pocas horas que faltan para encontrar a Clara Anahí”, se lee en una mariposa de goma eva amarilla.

Chicha no se acuerda dónde, pero sabe cómo fue el día en que las mariposas empezaron a multiplicarse alrededor suyo. Puso una en alguna muestra itinerante por el interior de la provincia. Un tiempo después, una mujer de Cañuelas muy pobre, con una hija de ocho años, le tocó la puerta con varias mariposas que había hecho para regalárselas a Clara Anahí. “Siguió viniendo durante años. No te das una idea: yo creo que le falta de todo para su casa. Y ve una mariposa y no se aguanta. Yo le digo ‘no lo hagas, no gastes’. Y sigue comprando. En un momento llegó con una valija. Cosas increíbles me ha traído. Todavía sigue viniendo, ella es la principal promotora de las mariposas”. Débora, la hija de Victoria, tomó la posta: hizo con sus compañeras de la escuela un cuaderno con una mariposa en cada página. La ligazón de Chicha con las mariposas trascendió. Se extendió tanto, que en uno de los cumpleaños de Clara Anahí, en el Liceo -donde Chicha enseñó y adonde le fue entregado el título Honoris Causa- colgaron mariposas en muchísimos árboles de la ciudad que estaban hechas por los alumnos y pintaron mariposas en la calle. “Hay todo una historia con las mariposas”.

-¿Cree que hay un paralelismo entre los guerreros aztecas y la generación de su hijo Daniel y sus compañeros?

-Nunca lo pensé. Claro. Los tengo tan presentes… y no me perdono no poder encontrar a Clara Anahí.

-¿Le parece que no es suficiente lo que hace?

-Y, no la encontré.

Chicha hace un silencio hondo, come un trozo de torta y deja la cucharita en el plato, toma un trago de café. Piensa, piensa. Pero está apurada.

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