Lo dijo el fiscal Miguel Palazzani, a pocas horas de que el director del diario bahiense Nueva Provincia, Vicente Massot, se presente a declarar ante la Justicia por dos asesinatos y encubrimiento, ocultamiento y complicidad con los crímenes de la dictadura.
El director del diario La Nueva Provincia, Vicente Massot, declaró hoy ante la Justicia Federal como imputado en una causa por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar. Fuentes judiciales, señalaron a Télam que "Massot declaró por espacio de dos horas ante el juez federal subrogante Alvaro Coleffi, quien decretó el secreto de sumario
A pocas horas de lo que definió como un hecho sin precedentes para la Justicia bahiense, el fiscal Miguel Palazzani habló en exclusiva con Infojus Noticias sobre los posibles escenarios de la citación a Vicente Massot, el director del diario La Nueva Provincia (LNP). “No es un hecho más, es una situación excepcional. Massot representa el establishment y hasta ahora se había sentido intocable. Ahora hay un Estado democrático y es eso lo que no tolera”, dijo quien lleva la causa junto al fiscal José Nebbia, y aclaró que Massot se presentará a declarar hoy a las diez de la mañana como imputado, aunque no en un marco de indagatoria. Luego, el juez subrogante Álvaro Coleffi decidirá si dará lugar a que el fiscal lo interrogue. En la audiencia, además, estaría presente el fiscal Jorge Auat, titular de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad.
Algunos medios dijeron que Massot se presentaría “por su propia cuenta” para explicar que empezó a ser director del diario a partir de los ´90 y que no tuvo responsabilidades en los años de la dictadura. Pero eso no es posible: la justicia sólo puede citarlo como imputado, tal como lo confirmó la Cámara Federal en reiteradas oportunidades y como la Unidad Fiscal lo había solicitado en su requerimiento. Fuentes judiciales dijeron que los artículos 73 y 279 del Código Procesal Penal, que Massot invocó para intentar acceder al expediente, refieren ambos a “personas en condición de imputados”. En su caso, a partir de una sentencia por delitos de lesa humanidad del Tribunal Oral Federal, donde se ordenó investigar a los directivos de La Nueva Provincia. “Que se lo cite en base al artículo 279, que permite al imputado y sólo al imputado ejercer su ´derecho de defensa material´, no significa que la declaración no se convierta un segundo después en indagatoria. El juez, además, puede ordenar su inmediata detención”, explicó el fiscal.
¿Sobre qué hechos está imputado? El fiscal habló de tres planos. Uno, es por el asesinato de dos obreros gráficos que trabajaron en los talleres del diario: Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola. El segundo es por “conducta criminal” a través de acciones psicológicas del diario en modalidad de encubrimiento, ocultamiento y complicidad con los reglamentos castrenses. Y el tercero, se relaciona directamente con el anterior: la lista de 25 homicidios que el fiscal mostrará con sentido comparativo. Dirá cómo ocurrieron en la realidad, y cómo fueron manipulados por el diario con la falsificación de “falsos enfrentamientos”.
Liquidar a los líderes
Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola fueron salvajemente asesinados por una balacera de más de treinta tiros. Ocurrió a fines de junio de 1976. Sus cuerpos aparecieron en un lugar siniestro: “La cueva de los leones”, paraje a 17 kilómetros de Bahía, un terreno donde la Triple A ocultaba sus cadáveres. Ningún directivo ni periodista de LNP fue al velorio ni se solidarizó con las familias.
A Heinrich lo secuestraron una noche, cuando un grupo de tareas irrumpió en el pequeño departamento que habitaba junto a su mujer y sus cinco hijos. Lo sacaron a las patadas de un catre ante la mirada desesperada de su familia. Heinrich pidió que no le pegaran delante de sus hijos. Le ordenaron vestirse y se lo llevaron. A Loyola lo agarraron de improviso, cuando regresaba a su casa después del trabajo. Antes, habían dormido con sedantes a su familia. Les pincharon los brazos a sus hijos y a su mujer con una jeringa. Sus últimas palabras fueron dirigidas a sus seres queridos: “¿Están todos bien? Ya regreso”. Jamás volvió.
Después del secuestro, la mujer de Loyola declaró ante la policía que la desaparición de su marido “podría haber sido por sus reclamos por mejores de condiciones en el diario La Nueva Provincia”. La única militancia que tenían ambos obreros era en el diario: eran líderes sindicales y para la empresa eran un riesgo permanente por las huelgas que paralizaban el diario. El juez de aquel momento, Francisco Bentivegna, quien ya está retirado, jamás le dio lugar y archivó la causa. Ahora, el fiscal Palazzani lo acusó por ese caso y por otros cinco más. “Quiero que la justicia lo indague por su deliberado ocultamiento de pruebas y porque rechazó varios pedidos de hábeas corpus”, dijo.
Massot se pone nervioso cuando le preguntan por los obreros gráficos asesinados. Varias veces se desvinculó de los hechos, diciendo que en esa época sólo se dedicaba a escribir artículos. Pero el fiscal pudo comprobar que Massot estaba a cargo de resolver las situaciones laborales del diario. Hay pruebas de cómo, en persona, negociaba con Heinrich para evitar los conflictos laborales. Si bien su madre, Diana Julio, manejaba el criterio editorial de la empresa, Massot ocupaba un eslabón fundamental en el grupo “decisional”. Según el fiscal, además, hay otro dato revelador: la información que la empresa entregó a los prefectos y marinos que decidieron “ralear” de la tierra a Heinrich y Loyola.
La instrucción que la fiscalía empezó el año pasado dentro de la causa “Armada” demostró que el diario predicó la construcción de un enemigo. Lo más importante es que no sólo identificó “fuerzas agresivas que amenazan a la Nación”, sino que se pronunció por algo mayor: a ese enemigo, decía el diario en sus extensas editoriales, había que aniquilarlo. Ana Belén Zapata, historiadora de la Universidad Nacional del Sur, que dedicó su tesis doctoral al conflicto de los obreros gráficos con la patronal de LNP, lo entrevistó una vez y Massot fue contundente: negó los hechos, no mostró asombro por los asesinatos y dijo que, en esa época, se la pasaba viajando a Buenos Aires y luego hizo el servicio militar. Esos dichos los mantuvo hasta la actualidad. Y es lo que la justicia intentará doblegar.
Conducta criminal
En los ´70, Massot era un joven de veintipico que había sido secretario de redacción de la revista nacionalista de ultraderecha “Cabildo”, escribiendo de puño y letra notas a favor del nazismo. “Él quiere desligarse de las atrocidades de la dictadura porque no ocupaba puestos jerárquicos, pero las notas de Cabildo demuestran una elección ideológica con un pensamiento que justificó el exterminio. Esa conducta, que la potenció con la dictadura en su rol en LNP, es un conducta criminal, no es libre expresión”, dijo Palazzani, quien confesó que la situación de Massot se agravaría porque está acumulando más pruebas en su contra.
Massot fortaleció la impronta ideológica de extrema derecha de su diario, que siguió siendo el monopolio que maneja los principales medios de Bahia Blanca. En los ’90, ya como director de LNP, debió renunciar al gabinete menemista por reivindicar la tortura. Ahora apoya al político Sergio Massa y se defiende con notas de opinión desde el Diario La Nación.
“No perdió poder en la corporación judicial bahiense, que hace malabares para protegerlo. Porque si cae Massot, caen varias figuras del establishment”, dijo Eduardo Hidalgo, de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Desde los organismos de Derechos Humanos creen que la estrategia de Massot es hacerse el débil, porque se victimiza diciendo que su imputación es “una cuestión política”. Si en los ´70 había reivindicado la “guerra bélica”, con orgullo por vencer al enemigo ideológico, ahora estaría perdiendo la batalla bajo una “guerra política”. Ésa sería su interpretación, que justificó como intelectual de derecha en sus libros. Hay editoriales recientes del diario que denuncian una “nueva justicia K”, en relación al actual gobierno.
Según periodistas locales que no trabajan para su diario, Massot quiere distraer a la opinión pública y desviar el foco de atención. Para la investigación judicial, la NVP habría estado en la escena de los “falsos enfrentamientos de militares con guerrilleros”. No por simple ejercicio de información, sino como parte ejecutora del accionar criminal. Se habría identificado, al menos, un fotógrafo del diario que no era un fotógrafo más: era un agente de inteligencia, integrante de Prefectura Naval, que operaba al servicio de la Marina.
De acuerdo a la instrucción de fiscalía, la NVP llevó a cabo la “guerra psicológica” que prodigaba Acdel Vilas, exgeneral de Brigada, condenado por crímenes de lesa humanidad en los centros clandestinos de detención "La Escuelita" y "Base Naval Puerto Belgrano", que estaban a su cargo. Uno de los casos emblemáticos de los 25 homicidios que el fiscal presentaría como prueba del accionar cómplice del diario, es el de Mónica Morán, docente, actriz y poeta, secuestrada y asesinada por personal del Ejército. El 13 de junio de 1976 parte del grupo artístico, dos matrimonios y Mónica, se encontraban en una casa chorizo de Rondeau al 200. Estaban en un ensayo de una obra para chicos. De repente se abrió una puerta y aparecieron cinco personas armadas. Hicieron tirar a todos al suelo y preguntaron por Mónica. Ésta apareció y dijo: “Yo soy Mónica Morán”. Se la llevaron detenida hasta “La Escuelita”.
Pocos días después, los militares simularon un falso enfrentamiento en una casa antigua de la ciudad. En la vereda, tiraron el cadáver de Mónica y de otros militantes. Dijeron que los militares se sintieron sorprendidos por “un ataque terrorista” y debieron defenderse. La NVP cubrió el hecho y publicó fotos. Defendió “la gesta heroica de nuestros militares patriotas”. Y, claro está, legitimó la mentira: avaló la versión del enfrentamiento.