Diana Sacayán, que fue brutalmente golpeada el 10 de agosto en La Matanza, se reunió ayer con funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos para denunciar el accionar de las fuerzas de seguridad y planteó la necesidad de generar protocolos de actuación específicos.
La militante por los derechos de las personas trans Diana Sacayán se reunió ayer con el subsecretario de Promoción de Derechos Humanos, Carlos Pisoni, y con Ana Oberlín, asesora Legal y Técnica de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación. En la reunión se habló sobre la posibilidad de generar protocolos de actuación específicos, así como de proponer el acceso a las integrantes de las fuerzas de seguridad a los programas de derechos humanos que lleva adelante la propia Subsecretaria.
Diana contó cómo el pasado 10 de agosto, poco después de las dos de la madrugada, un hombre “blanco, alto” le destrozó la cara a golpes en la estación de Laferrére, en La Matanza. La investigación está a cargo de la fiscalía n° 3 de Laferrére, que depende de José Longobardi y Federico Russo, pero Diana todavía no fue convocada a ratificar su denuncia.
Ante los funcionarios Diana fue clara: sabe que existen pocas posibilidades de atrapar al agresor. Pero le preocupa más lo que pasó después del ataque. Esa noche cuatro gendarmes vigilaban la zona y detuvieron al agresor pero terminaron por dejarlo ir. “¡Miren lo que me hizo!”, les gritó con la cara ensangrentada y los agentes de seguridad terminaron por golpearla en las costillas. Solo logró frenar la nueva golpiza, cuando les dijo que trabajaba en el Ministerio de Justicia. Ahí le dijeron: “¡Corré!”.
“Eso hice…Corrí. Estoy acostumbrada”, dijo. Fue hasta la Comisaría 1ª (a pocas cuadras de la estación) donde quiso hacer la denuncia pero no se la tomaron. “Andá el lunes a la fiscalía”, le dijo el comisario y dispuso que un patrullero la llevara hasta el Hospital Germani.
Desde que sus padres llegaron desde la provincia de Tucumán, Diana vive y padece en Laferrére. Vivió en la pobreza, se prostituyó, pero se organizó, resistió y la militancia le permitió el año pasado postularse como candidata a ocupar la Defensoría del Pueblo de La Matanza. Actualmente trabaja en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), en el programa de la diversidad sexual.
La Ley de Identidad de Género le permitió obtener su nuevo DNI. Fue la propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner quien se lo entregó. Pero no es suficiente: “acóstate muchachote”, le dijeron quienes la atendieron en el hospital. “Imagínate cómo me sentía. Ni la anestesia me tomó”, lamentó.
Esa noche del 10 de agosto, primero fueron los insultos y los golpes brutales de un hombre. Después una cadena de violencias institucionales. En reiteradas oportunidades, Diana ha dicho que su identidad de género “es un detalle” y que el desafío es “dejar de pensarnos sólo como varones y mujeres y ver nuestras posibilidades infinitas”. Para ella la militancia es clave: ahora se pone al hombre la necesidad de revisar la actuación de las fuerzas de seguridad y de los referentes institucionales ante estas situaciones.