Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga, fue distinguida por la Universidad Nacional de Mar del Plata por su lucha en defensa de los Derechos Humanos. El reconocimiento es el primero de ese tipo que la casa de estudios le otorga a una persona que no tiene título de grado.
Vanesa Orieta entró al Rectorado de la Universidad de Mar del Plata (UNMdP) con su hijo en brazos y sin llamar la atención. Parece cansada, pero alcanza con escucharla hablar para desactivar esa idea. Su voz llega hasta el último rincón del aula magna sin necesidad de micrófonos. Dijo que con la desaparición de su hermano, Luciano Arruga, aprendió muchas cosas. “Aprendí que los medios de comunicación instalaron estratégicamente la idea del pibe chorro… el pobre siempre va a ser la escoria humana, el delincuente, el vago, el alcohólico y el violador, el negro”, dijo Vanesa poco después de haber sido reconocida con el título de título de “Profesora Extraordinaria en la categoría Honoraria en condición de Ciudadana Ilustre”.
Orieta miró profundo, recorrió cada una de las caras que tuvo en frente y las interpeló. Dijo que su historia era el resultado de una vida llena de privaciones con una educación empobrecida por el menemismo. Pertenece a una juventud que sólo podía gritar sus pesares en los recitales de rock; le tocó salir a quemar gomas en la esquina de su casa durante el 2001 y aguantar el hambre cuando no había para comer. “Cuando Luciano desapareció aprendí todo lo que no aprendí en mi paso por la escuela primaria y secundaria. Me di cuenta en qué consistía el sistema capitalista. Un sistema individualista, que genera individuos que solo piensan en ellos mismos y que tiene la visión de que no se puede cambiar nada. Aprendí que los medios de comunicación instalaron estratégicamente la idea del pibe chorro… el pobre siempre va a ser la escoria humana, el delincuente, el vago, el alcohólico y el violador, el negro”, desafió.
Antes de eso, había escuchado con cierto pudor a los anfitriones, el primero en darle la bienvenida fue el vicerrector Raúl Conde. “Fueron los estudiantes quienes pusieron el foco en el trabajo de Vanesa y lograron que estemos aquí distinguiéndola”, explicó. El reconocimiento es el primero de ese tipo que la casa de estudios le otorga a una persona que no tiene título de grado. Se lo dieron por iniciativa de la Federación Universitaria Marplatense (FUM), que destacó su lucha por esclarecer la desaparición y muerte de su hermano, víctima de la violencia institucional representada por la Policía Bonaerense.
El presidente de la FUM, Evaristo Buccico, tomó la palabra en segundo lugar y destacó que el reconocimiento a Vanesa es una alegría por partida doble. “El reconocimiento a Vanesa es un reconocimiento a su lucha y también una deuda de la democracia que en 30 años no ha podido construir una policía democrática y hoy representa una mafia en un sistema que criminaliza y estigmatiza la pobreza”, argumentó Buccico.
Verdad
La bandera de la FUM con la leyenda “Nunca Más” y los rostros de los desaparecidos de la democracia –Luciano, Julio López y Marita Verón-, cubrió parte de la pared del aula Silvia Filler. Con el dibujo de la cara de su hermano de fondo, Vanesa Orieta habló a una sala colmada de estudiantes, dirigentes de los gremios universitarios y periodistas. “No soy más que una joven madre que sufrió la desaparición de su hermano y desde ese momento salió con mucha bronca a decirle a la sociedad lo que estaba pasando con Luciano”, arrancó.
En seis años, Vanesa recorrió cientos de despachos de funcionarios que nunca aportaron una ayuda para dar con Luciano. La miraban raro, desconfiaban de su relato y la veían como una piedra en el zapato: “No les interesaba la problemática del gatillo fácil y las desapariciones forzadas. Estaban pensando si yo podía convertirme en una opositora. Me preguntaban de dónde venía y cual era mi orientación política. No les cerraba que una piba de un barrio pudiera decirles lo que decía y sosteniéndoles la mirada”.
Memoria
El aula Magna del rectorado, donde Vanesa recibió la distinción lleva el nombre de Silvia Filler, la estudiante de Arquitectura asesinada en 1971 en manos de una patota de la agrupación de ultraderecha Concentración Nacional Universitaria (CNU) y cuya muerte significó el inicio de la violencia política en Mar del Plata. “Somos una sociedad que sufrió una dictadura militar y que hoy reivindicamos memoria, verdad y justicia, pero nos cuesta practicar un poquito la terminología de la memoria, porque tener una memoria estática no sirve”, aseguró la homenajeada.
Orieta habló de una memoria dinámica, de todos los días, que recuerda que en democracia se violan los derechos humanos y mencionó el caso Daniel Solano, un trabajador golondrina que fue desaparecido hace diez años por pedir un aumento de sueldo. También recordó a Facundo Rivera Alegre desaparecido hace 3 años en la provincia de Córdoba y volvió a interpelar: “Son más de 200 los casos de desapariciones forzadas y más de 5000 los casos de gatillo fácil denunciados. Son números y estadísticas a pesar de que nosotros le ponemos nombre y apellido porque cada uno de estos pibes tenía un nombre y un apellido, una vida una familia y un proyecto. Sufrieron la tortura como aquellos que fueron torturados durante la última dictadura militar porque los negros de la villa también sufren la tortura y es algo que parece que hay que decir”.
Justicia
Luciano Arruga desapareció el 31 de enero de 2009. Desde ese día Vanesa hizo lo imposible para encontrarlo y para que la Justicia no archivara el caso de su hermano. La policía bonaerense de Lomas del Mirador es la principal sospechosa. Un año antes, en 2008, Luciano había sido detenido y torturado por efectivos de esa comisaría.
El 17 de octubre de 2014, el cuerpo de Luciano apareció enterrado como NN en el cementerio de La Chacarita. La versión oficial dice que fue arrollado por un auto cuando cruzaba la General Paz hacia Capital Federal, pero también hay pruebas de que el joven estuvo secuestrado dentro de un patrullero que desvió su recorrida habitual y circuló por distintos descampados de Lomas del Mirador.
Después de seis años, un policía será juzgado por las torturas que sufrió Luciano en 2008. “Cuántos años más deberemos esperar para que los responsables de la desaparición forzada y el homicidio de mi hermano lleguen a juicio”, se preguntó Vanesa.
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