Hoy fue la segunda jornada del juicio que tiene en el banquillo a Luz Gómez y Diego Romero por el homicidio de un colectivero en Castelar en 2011. Los testimonios de sus familiares buscaron mostrar que ninguno de los dos estaba el día del crimen en Castelar.
En la segunda audiencia donde se juzga a Luz Gómez y Diego Romero por el homicidio de Roberto Castillo en 2011 en Castelar, asomaron más irregularidades que se cometieron durante la instrucción. Hoy declararon ocho testigos- familiares y vecinos de la pareja- ante el Tribunal Oral Criminal 5 de Morón. Todos aportaron información clara y concreta sobre cómo Luz y Diego perdieron la mochila, la única prueba de la que se aferró la policía para detenerlos. Además, demostraron dónde estaban los acusados el día del crimen. Mañana a las 9 hablarán ellos, por primera vez, frente a las partes y los magistrados.
Cuando expuso la madre de Luz, Amalia Ortega, entre el público no pudieron contener la emoción. La mujer describió el derrotero judicial que vivió los últimos tres años. Ella fue quien viajó desde Ledesma, Jujuy, y empujó el expediente judicial desde un comienzo. Recorrió organismos y asambleas de derechos humanos cuando su hija y el novio estaban detenidos. También fue clave para que los medios hicieran foco en el caso. "Les pido como mamá que se haga justicia de verdad porque yo he sido muy maltratada por la Justicia", dijo hoy frente a los jueces Susana Leticia De Carlo, Carlos Enrique Thompson y Angélica Parera. "El fiscal nunca me quería atender. A mi me maltrataron y discriminaron", expuso Amalia. Desde el banquillo de los acusados su hija tampoco pudo frenar las lágrimas.
Los tíos de Diego, Esther y Andrés Azurduy, reconstruyeron aquella tarde de julio de 2011 en la que volvieron del supermercado Coto de Munro junto con la pareja y su hija. Ese día ellos olvidaron la mochila, con el certificado de vacunas de la nena, en un remís. A pesar del duro interrogatorio del fiscal Marcelo Varona Quinternosian, quien insiste con acusar a Luz y a Diego del crimen, sus dichos fueron contundentes.
“Yo quería saber por qué se lo estaba llevando y un policía me pegó un empujón”, recordó Esther Azurduy de la madrugada en la que detuvieron a su sobrino. Andrés Azurduy contó, además, su participación en la rueda de reconocimiento que se hizo a finales de aquel año. “Diego siempre tuvo el pelo largo y el día de la rueda lo tenía corto”, explicó. Desde el inicio de la causa la pareja denunció que ese procedimiento se llevó a cabo de manera irregular. Con el cabello más corto, las características de Diego se asemejaban más al identikit que había construido uno de los testigos.
Celia Gómez, hermana de Luz, también, cuestionó la rueda de reconocimiento que condujo la policía durante la instrucción. “Me pusieron a mí, a mi mamá y a una tía de Diego con Luz. Ella era la única delgada y los testigos habían descripto a una chica delgada. Era obvio que la iban a marcar”, dijo.
Otro testimonio clave fue el de Paola Gómez, otra hermana de la chica acusada. Ella contó que el 1 de octubre de 2011 habló por teléfono con su hermana a las 2.40, fecha y horario en los que se cometió el asesinato. Esos registros de llamados fueron aportados como prueba.
En esa misma línea, Yésica Rodríguez, una vecina del lugar en el que vivían hace tres años, sumó lo que recordaba. La joven relató que aquel 1 de octubre estuvo con Luz charlando en su casa. También dijo que los vio irse en un remís blanco por la tarde. Se iban al shopping porque faltaban dos días para el cumple de Luz.
A pedido del abogado defensor, Eduardo “Negro” Soares, una vecina describió a la pareja. “Son gente trabajadora”, dijo. Después del mediodía los jueces pasaron a cuarto intermedio hasta mañana. A las 9 Luz y Diego declararán por primera vez en el debate oral.
La sala estuvo repleta como el primer día. Además de los militantes de distintas organizaciones sociales y de derechos humanos, en la primera fila se sentaron Nora Cortiñas y el diputado del Frente para la Victoria, Horacio Pietragalla. También los acompañó Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga.
Ayer desfilaron seis testigos. La primera en la lista fue Mercedes del Valle Ríos, la viuda de la víctima. En general, sus dichos fueron poco claros. Lo único que recordaba era que la mujer que entró a robar a su casa era "delgada, alta y de tez blanca". En varios tramos dudó y se excusó por “problemas de memoria y salud”. También alegó dificultades para ver. No había llevado sus anteojos y, por eso, no pudo reconocer unas imágenes que el fiscal le mostró. En ese momento varios integrantes del público ofrecieron sus lentes para que la mujer viera. Del Valle Ríos, también, pasó por al lado de Luz y Diego sin identificarlos como la pareja que entró a su casa y mató a su marido.
Después de la mujer expusieron cuatro vecinos de la vivienda donde fue el asesinato y un policía. La mayoría no recordaba los hechos y uno de ellos, que colaboró como testigo con la Policía Científica, declaró que tocó un arma sin guantes.