El de Susana Leiva no es el primer caso en el que su pareja denuncia la desaparición y queda sospechado por el crimen. En los casos de Erica Soriano, Fernanda Lemos y Mónica Bauzá -por nombrar sólo tres- sus parejas, después acusadas de homicidio, utilizaron los medios de comunicación para reclamar por la aparición de las mujeres.
Esta mañana, el cuerpo de la trabajadora doméstica Susana Beatriz Leiva, desaparecida desde el viernes, fue encontrado por la policía en el pozo ciego de la casa en la que vivía con su pareja, Alberto Ponce, en la localidad de Temperley. "No tenemos noticias de mi señora, no sabemos más qué hacer”, dijo el hombre unas horas antes del hallazgo. Por la tarde, después de estar prófugo unas horas, Ponce fue detenido en Constitución. Este no es el primer caso de un marido mediático: en los casos de Erica Soriano, Fernanda Lemos y Mónica Bauzá, sus parejas, después acusadas de homicidio, utilizaron los medios de comunicación para reclamar por la aparición de las mujeres.
“Yo sentí que me saludó. Ella se despierta a las siete de la mañana. Entre siete y media y ocho me dijo ‘chau papi’ y salió”, dijo esta mañana Ponce ante una cámara de televisión. El hombre vestía una campera de jean con corderito abrochada hasta arriba. Rechazó las críticas de su cuñada, Angelina Leiva, quien había dicho que no había colaborado en la búsqueda de Susana. “Me quedé porque el bebé no se con quién dejarlo”, explicó, “porque mi vieja se pone nerviosa”.
Unas horas más tarde, un grupo de policías de la Departamental de Lomas de Zamora llegó hasta la casa en la que vivía la pareja, en Blanco Encalada 250. Ponce ya no estaba. Un perro de la división canes olfateó en el pozo ciego. Al destaparlo, los agentes encontraron el cuerpo de Susana. Inmediatamente, el fiscal Héctor Toneguzzo pidió su captura para indagarlo.
Ponce estuvo prófugo varias horas. Por la tarde fue capturado en el barrio porteño de Constitución, y quedó detenido a disposición de la Justicia.
El antecedente más inmediato de un marido mediático, luego sospechado de homicidio, es el de Erica Soriano. La última que vez que se supo de ella fue el 20 de agosto de 2010 por la noche. Al día siguiente debía ir a casa de su madre en Villa Adelina. Nunca llegó.
Daniel Lagostena, pareja de Érica, dijo que esa noche durmieron juntos en la casa en la que vivían desde hacía tres meses y que se fue a la mañana siguiente.
Mientras la familia de Érica organizaba marchas y se esforzaba por encontrarla, Lagostena decidió marcharse. A través de un mail explicó su actitud: “Fui víctima de apremios ilegales”, dijo. Su teléfono celular apareció en el techo de un kiosco de diarios.
Diez días después Lagostena reapareció y habló con un canal de televisión. Según contó, “para corregir los datos que estaban dando”. Tiempo después, el hombre fue detenido. Se lo acusó de homicidio simple en concurso con aborto en contexto de violencia familiar. Entre las pruebas estaba el hallazgo de la ropa de Érica –con la que supuestamente había salido de su casa esa mañana- en la casa en la que convivían. En el hogar a leña de la casa la policía encontró trozos de ropa interior incendiada. En el piso de la casa encontraron manchas de sangre lavadas.
En diciembre del año pasado, Lagostena fue liberado.
El 11 de octubre de 2010, después de 13 días de búsqueda, el cuerpo de Fernanda Lemos, de 28 años fue hallado en un descampado del partido de San Vicente en estado avanzado de descomposición. Tenía una bolsa de polietileno en la cabeza y llevaba un vestido, una bombacha roja y una remera rojinegra.
Mientras Lebos estaba desaparecida, su marido Gerardo Demchuk habló con la prensa: "Me insulta, me dice unas palabras. Yo me quedé acostado en el cuarto para que no pase a mayores. En ese momento escucho que no habla por teléfono, que destraba la puerta y se va", dijo.
Demchuk fue condenado en diciembre del año pasado a cadena perpetua por el homicidio de Lemos.
Mónica Bauzá fue vista por última vez el 18 de agosto de 2009. Estaba separada de Juan Agustín Segovia, con quien había tenido tres hijos. El hombre tenía un impedimento judicial para acercarse a ella. Después de la desaparición de Bauzá, el hombre se instaló en la casa de ella con los chicos.
Cuatro meses después, la policía fue hasta la vivienda para hacer un operativo. Segovia abrió la puerta. Los dejó pasar. Mientras los agentes revisaban la casa, el hombre, sin decir nada, desapareció. Lo encontraron en abril del año siguiente, vagando por las calles del barrio de Constitución. Cuando lo detuvieron confesó: dijo que había asesinado a su ex mujer y la había enterrado bajo la cama.