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Infojus Noticias

25-11-2013|10:29|Experiencias Nacionales
Del conflicto al diálogo

Mediación: "Ahora sé que alguien me está esperando"

El Programa de Mediación en ámbitos carcelarios, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, es una experiencia única en el mundo: revincula a los internos con sus familias. Funciona en el complejo penitenciario de Marcos Paz desde 2011, y ya se amplió a Ezeiza y a Devoto.

  • Majo Malvares
Por: Lucía Cámpora

Kevin cumplió 20 años en el penal de Marcos Paz, donde está detenido preventivamente. Entre rejas y barrotes, todos los días parecen iguales, pero el de su aniversario fue distinto. Cayó jueves, día de visitas. Su mamá lo fue a ver y le llevó una torta. Aunque él ya había pasado ocho meses ahí, hacía pocas semanas había retomado el vínculo con su madre. “La relación era medio cerrada”, dijo Kevin. Para que el encuentro fuera posible, intervino el Programa de Mediación, Métodos de Gestión Participativa de Conflictos y Reducción de la Violencia en Ámbitos Penitenciarios, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, que funciona en Marcos Paz desde 2011 revinculando a los internos con sus familias y resolviendo conflictos.

Para llegar al Complejo Penitenciario Federal de Marcos Paz desde la Ciudad de Buenos Aires, hay que viajar unos 40 kilómetros por autopistas, rutas y caminos de tierra, y subir y bajar de entre tres y cuatro de colectivos. Una vez allí, después de pasar los controles, resta una caminata de varias cuadras hasta la entrada del complejo que aloja a jóvenes adultos de entre dieciocho y veinticinco años. Todos los jueves llegan hasta ahí, además de las visitas, dos mediadores del Ministerio de Justicia. Van a encontrarse con los internos que piden mediación. Entre los pasillos pintados de celeste y bajo los techos alambrados, los internos esperan para entrar al salón de la unidad educativa donde se realizan las entrevistas.

El Programa de Mediación, Métodos de Gestión Participativa de Conflictos y Reducción de la Violencia en Ámbitos Penitenciarios se puso en práctica en junio de 2011. Primero en Marcos Paz, donde hay 250 internos, y luego en el Complejo Penitenciario Federal N° 4 de Mujeres de Ezeiza. Abogados, psicólogos y educadores ingresan a los pabellones para mediar los conflictos entre los internos y sus familiares que están afuera y para enseñarles a mediar ellos mismos. Esta iniciativa novedosa en el ámbito penitenciario depende de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de Conflictos.

“Yo había pedido una mediación con mi mamá. Hacía cinco meses que no la veía”, -contó Kevin a Infojus Noticias-. “Un compañero había tenido una mediación y yo pensé que me podía servir”. La primera entrevista con las mediadoras fue en agosto del 2012. Silvana Blumet, coordinadora del Programa, y Rosario Saavedra lo saludaron y preguntaron, como cada vez: “Contanos: ¿por qué pediste una mediación?”

Siguieron otros siete encuentros antes de que Kevin volviera a ver a su mamá. Durante los meses que duró la mediación, Blumet y Roxana trataron de ubicarla: primero por notificaciones y después por teléfono. Le explicaron de qué se trataba el programa, que su hijo quería verla y que ellas podían ayudarla con el encuentro.

El reencuentro fue en el salón de visitas. Aquel día vez estaba vacío, reservado sólo para ellos dos. “Se puso a llorar de una”, dijo Kevin al recordar la primera vez que volvió a ver a su mamá, convencido de que a ella ese verse y abrazarse “le dio ánimos” para organizarse y visitarlo con frecuencia. “Me vio re bien, yo también a ella, estaba re linda. Le pude decir que se quedara tranquila”, contó. Un mes después fue el cumpleaños, y para entonces Kevin recomendaba a otros internos que participaran del programa.

“Antes me sentía mal. Al verla, sé que tengo a alguien al lado mío que me está esperando. El Programa nos sirve a los que estamos acá. Ver a mi familia después de varios meses, me llegó mucho, y a la mayoría le pasa lo mismo”, contó Kevin.

Ningún caso es igual al otro. Una señora de setenta años se anima a pasar por una requisa para llevarle a su nieto un par de zapatillas, cuando logra perdonarlo por los delitos que cometió. Una interna en Ezeiza sueña con saber de sus hijos, pero la suegra que los está criando no le lleva ni una foto. Un joven de Marcos Paz quiere pedirle perdón a su novia que quedó embarazada, y avisarle que no la abandonó, sino que está preso. Un detenido de 60 años conoce a la mujer que está criando a sus hijos en una visita carcelaria. Un joven ve por primera vez a su mamá desde que perdió el ojo en un tiroteo, poco antes de entrar a prisión.

“Nosotros consultábamos al Servicio si tenían internos que podrían querer acceder al Programa. Al principio nos decían que no, que “los chicos no se quieren comunicar”. Empezamos a ingresar a los pabellones e hicimos charlas, con otro lenguaje, para tener una llegada más directa”, contó a Infojus Noticias Patricia Castelanelli, coordinadora de Capacitación de la Dirección. “Es muy impactante que: sea cual sea el delito que hayan cometido, lo primero que te dicen los internos es ‘quiero ver a mi mamá’. A partir de ahí, nosotros tratamos de vincularlos a la familia. No es fácil. Algunos, por el efecto de la droga, no se acuerdan del domicilio y sólo nos dan marcos de referencia. Otras veces, sus familiares ni saben que ellos están detenidos”, explicó la coordinadora.

La tarea de los mediadores incluye un trabajo casi de detective. El año pasado, un joven llegó a Marcos Paz con una fuerte adicción a la drogas. Sólo recordaba que vivía al lado de una iglesia azul, en Lomas de Zamora. No sabía su teléfono ni la dirección de su casa. La revinculación fue posible gracias a una captura de pantalla en el Google Earth, que le permitió señalar con el dedo la cuadra que conocía desde la infancia.

“Hay una necesidad de revincularse, pero insertarlos nuevamente en la familia no es fácil. A veces los familiares dicen que no los quieren, porque robaron o porque rompieron cosas, pero mucha gente, en cambio, se muestra agradecida al tener noticias de ellos porque no sabían dónde estaban”, explicó Castelanelli. “Resolver estos conflictos logra que no se genere tanta violencia en el pabellón. Es novedoso, estuvimos buscando a nivel internacional y no encontramos experiencias similares, de revinculación en cárceles”, apuntó.

Este año, el Programa se amplió al Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad de Buenos Aires, en Villa Devoto. “Nuestra idea inicial era ver cómo bajar la conflictividad en el ámbito penitenciario. La situación entre ellos y sus familiares que vienen a visitarlos genera ámbitos de conflicto que debíamos atender. Tiene que ver con un tema de reinserción social”, contó la directora de Mediación, Marcela Uthurralt. Y agregó: “hubo que adaptarse al ámbito penitenciario y repensar nuestra figura de mediadores”.

La idea de los mediadores es que cuando los internos queden en libertad, estén en mejores condiciones de reincorporarse a la sociedad. “Es una forma de empezar a cambiarles la cultura, así como se cambió la cultura del litigio por la de la mediación. Son herramientas para que puedan arribar a la cultura del diálogo”, señaló Uthurralt. “Queremos empezar a captar personal del servicio o civil así como internos que tengan interés en ser mediadores comunitarios”, explicó. El próximo paso: llevar el Programa a la provincia de Salta.
 

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