Infojus Noticias

A fines de 1984, Juan José Esquetino se sacó sangre. Como paciente hemofílico, se sometió a un chequeo realizado por la Fundación Hemofílica. A los pocos días, uno de los médicos le dio la mano. “Te salvaste”, le dijo, y Esquetino sólo pudo saber horas después lo que el profesional le estaba diciendo. “Nos engañaron, porque nos habían dicho que era un chequeo de rutina y en realidad hicieron otra cosa: habíamos recibido concentrados de plasma sanguíneo con factor VIII coagulante. Ellos me confirmaron que no estaba contagiado de HIV, pero otros pacientes no se salvaron”, dijo a Infojus Noticias. Por el experimento de la Fundación, hubo un efecto nocivo: un  contagio masivo de HIV y hepatitis C que se generó por el suministro de concentrados importados contaminados.

Su caso, junto al de otras víctimas, llegó a la justicia. Cerca de siete damnificados reclamaron ante el juez Claudio Bonadio: le pidieron que les tomara declaración indagatoria a los médicos Miguel de Tezanos Pinto y Raúl Pérez Bianco, directivos de la Fundación. Representados por el abogado Gonzalo Giadone, los consideraron responsables de haber permitido el suministro de los concentrados coagulantes, que estaban contaminados. “La causa quedó en la nada, nunca se investigó a fondo, y un laboratorio pagó algunas indemnizaciones y el proceso quedó nulo. Para nosotros la  acción penal no prescribió porque se trata de un caso de terrorismo sanguíneo”, dijo Giadone a Infojus Noticias.

La gravedad de los hechos nunca tuvo respuesta del juez. La denuncia penal se realizó por los supuestos delitos de "contagio doloso", "tráfico de medicamentos contaminados" y "envenenamiento masivo", para los cuales el Código Penal prevé penas de hasta 25 años de prisión cuando alguno de esos ilícitos provoca la muerte. "Esos concentrados, procedentes de laboratorios de Estados Unidos, Austria y Francia, eran obtenidos de miles de donantes de sangre infectados de HIV o hepatitis", explicó el abogado.

Para Giadone, muchos pacientes hemofílicos "murieron sin la posibilidad de ver justicia". Y agregó: “En 2008 fallecieron varios testigos y se fueron muriendo más de un centenar antes de prestar declaración”. En agosto de 1999 se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto para que el Estado indemnizara con 100 mil pesos a cada uno de los hemofílicos infectados. Nunca llegó a tratarse.

Ante la inacción de Bonadio, el abogado se presentó en la Cámara Federal porteña. En 2011, el juez fue denunciado ante el Consejo de la Magistratura por Luis Echarren, una de las víctimas. Allí, acusó al magistrado “por mal desempeño en el marco de la causa “Perez Bianco Raúl y otros s/envenenamiento”. Esta es una de las nueve denuncias que tiene Bonadio ante el Consejo y, al respecto, el abogado Giadone dijo que uno de los cuestionamientos al juez por parte de los damnificados estuvo relacionado con la dilatación para llamar a declarar a los testigos que, víctimas del contagio producido, padecían un detrimento acelerado de su salud. “El que activaba la causa era el fiscal, que pidió muchas medidas para avanzar. Bonadio jamás impulsó la causa", contó. A su vez, los médicos echaron la culpa a los laboratorios, aunque éstos tampoco fueron investigados. 

Giadone lamentó los sobreseimientos a los médicos dictados por Bonadio, y confesó: “Pensé que todo iba a terminar en la nada, ahora hay una reactivación que quizás haga que alguna de las víctimas puedan ver justicia”. Citó, además, una investigación científica que comprobó que entre 1984 y 1987 no hubo controles en contra del SIDA de los medicamentos importados. Entre ellos el Factor VIII - un coagulante utilizado en los enfermos hemofílicos obtenido a partir de sangre humana- del Instituto Merieux de Francia que levantó un escándalo en el país Galo. Pero en Francia, a diferencia de Argentina, hubo un juicio por la infección de 1,200 hemofílicos que terminó con la prisión de tres directivos del Centro Nacional de Transfusiones (CNTS) y en un escándalo político que involucra al primer secretario del Partido Socialista, Laurent Fabius, primer ministro en aquellos años.

“Después del experimento, sufrí dos ACV y perdí la relación con mi ex mujer porque temía contagiarse conmigo. Hasta hoy sigue siendo traumático, porque me tuve que mudar de Buenos Aires a Misiones. Pero hubo otros pacientes que murieron o que están más graves en su estado de salud “, explicó Esquetino.