Declaró Silvia Cristina Pallay, esposa de Alfredo Maccarini, uno de los dos casos por homicidio que se juzgan en el juicio. "Sé que estuvo en Monte Peloni, todos lo escucharon gritar”, contó. Las declaraciones de los testigos colocaron a los imputados en el centro clandestino y aportaron detalles sobre el vínculo civil que posibilitó la dictadura militar.
El asesinato de Alfredo Maccarini es uno de los dos casos por homicidio que se juzgan en el juicio Monte Peloni que ventila los crímenes de lesa humanidad cometidos en ese centro clandestino de detención durante la última dictadura cívico militar. La séptima jornada del debate comenzó con la declaración de Silvia Cristina Pallay de Maccarini, esposa de Alfredo. "Sé que estuvo en Monte Peloni, todos lo escucharon gritar”, contó en su declaración ante el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, a cargo del juicio. Además declararon otros testigos que complicaron a los imputados, abundaron en detalles sobre el impacto del terrorismo de Estado en sus vidas y señalaron a responsables civiles del terror en Olavarría. La complicidad de los medios de comunicación locales también apareció en las declaraciones.
El juicio que se realiza en la ciudad que operó como cabecera del circuito va por su tercera semana y tiene la particularidad de mantener una importante cantidad de público entre los que se destacan estudiantes de escuelas secundarias. Los acusados: el entonces teniente coronel Ignacio Aníbal Verdura, jefe del Área Militar 124; el capitán Walter Jorge "El Vikingo" Grosse, oficial de Inteligencia de la Plana Mayor (S2) del Regimiento de Caballería de Tanques 2 “Lanceros General Paz”; el teniente primero Horacio Rubén jefe del Escuadrón “A” y el sargento Omar "Pájaro" Ferreyra, integrante del Grupo Operaciones del Escuadrón Comando, ambos del mismo regimiento. Los cuatro represores están imputados por torturas y secuestros en más de una veintena de casos.
El coronel Verdura, mandamás de la zona en épocas de patotas y complacientes, es el único que deberá responder por los asesinatos de Jorge Oscar Fernández y de Alfredo Maccarini. Los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Néstro Parra, serán quienes dicten justicia. El Ministerio Público Fiscal estará representado por Walter Romero. La querella estará en manos de César Sivo, por la APDH y de Manuel Marañón por la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires. Las audiencias continúan hoy con la declaración de siete testigos.
"A mi marido esperaba verlo en cualquier lado"
Las declaraciones en las audiencias por la Causa Monte Peloni siguen mostrando el costado familiar de la represión en Olavarría. Silvia Cristina Pallay de Maccarini, esposa del guardiacárcel desaparecido, Alfredo Maccarini, describió la angustia de esperarlo largamente el día de su desaparición. A ella le sucedieron cosas que no entendía y todo ese sufrimiento la enfermó al punto de necesitar atención siquiátrica que tuvo que buscar por sus propios medios. Con respecto a su marido, Silvia dijo: "Sé que estuvo en Monte Pelloni. Sus compañeros me dijeron que una persona había hablado con él. Que le dijo que mi mamá cuidara a mi hija, que siempre estaría conmigo. Esa persona fue Araceli Gutierrez, y todos lo escucharon gritar".
Su declaración finalizó con una reflexión: "Yo sé que mi esposo ha sufrido torturas físicas, psicológicas. Pero ha dejado en nosotros, en mi hija, en mí, un profundo dolor y un trastorno psicológico que llegaron a ser más que una tortura. Esperaba llegar a verlo en cualquier calle. Todavía seguimos esperando. No enterramos a nadie, no velamos a nadie. No tenemos nada, solo palabras, solo dichos. Solo la esperanza la ilusión de saber dónde está”.
"Hay cuatro acusados, pero había varias guardias"
Osvaldo Ticera, fue el segundo en pasar por el estrado. En su relato contó cómo que fue secuestrado del departamento donde vivía con otro estudiante y llevado a Monte Peloni, torturado salvajemente por días. Ahí, reconoció la presencia de sus compañeros de militancia, algunos de los cuales fueron trasladados para no retornar. “Hay cuatro acusados, pero había varias guardias. Una veintena de personas, no sé por qué no estarán aquí... Había un régimen establecido, ordenado. Había camiones, cambios de guardia”, dijo y destacó, convencido, que quienes los habían capturado eran militares.
Ticera detalló el recorrido que todos siguieron: la escuelita del regimiento para firmar a punta de pistola una declaración, el concejo de guerra inventado en Tandil que lo condenó a diez años de cárcel por “asociación ilícita” entre otras fantasías. El derrotero por la cárcel de Azul, la Unidad 9 de La Plata, Caseros, Rawson. Las diligencias de su familia "de todos los colores" en torno a su paradero. Las infructuosas entrevistas con Verdura, en la que le dijo a su madre y a la de Castelluci que no podían estar liberados. “No puedo porque me los pidieron", les dijo el entonces teniente coronel. La liberación en Rawson a fines de 1982.
“Olavarría no es ajena al golpe cívico militar”
La declaración de Juan José Castelucci fue ilustrada con una fuerte voz y un discurso muy descriptivo. Con abundantes detalles ubicó al pájaro Ferreyra en Monte Peloni, describió la construcción del lugar, y los sucesos ocurridos día tras día. Remarcó que la odisea de él y sus compañeros no hubiera sido posible sin una prensa adicta: “No hubiera ocurrido de ninguna manera, sin Julio Pagano y Octavio Fisner Oliva en El Popular o Prester de Tribuna”, dijo y profundizó ante la pregunta del Tribunal: “El cuatro de noviembre de 1977 en el diario sale una conferencia de prensa, hecha con partes oficiales. Decía que en Olavarría había gente detenida, el diario decía ‘subversivos’"
También detalló los claroscuros de la ciudad: "La noche de mi detención pasa por mi casa Carlos Maggi, amigo, compañero. Vio que había un operativo, vio autos un Peugeot... En su desesperación habla con su hermano. Su hermano en su desesperación habla con él un tal Laspina, hoy fallecido, que tenía una agencia de turismo. Este estaba en el Rotary pero era gente con códigos y le cuenta que un señor llevó al Rotary una lista y en esa lista él estaba. Y le dio dinero para que salga del país. Y gracias a dios escapa a Canadá. La sociedad civil sabia”. “Creo que esto no termina acá. Hay una parte civil importante de todo lo que nos pasaba a nosotros. No hubo un golpe militar, sino uno cívico militar y del que la sociedad de Olavarría no es ajena”, concluyó.
"Yo viví la represión desde los dos lados"
Rubén Francisco Sampini hizo la conscripción antes de ser secuestrado. Por eso mismo, conocía a quienes lo habían capturado. Sus voces las tenía grabadas. Como militante sabía que el servicio militar sería para él especialmente difícil. “Por mi militancia yo estaba alerta, y cuando pasa el tiempo y empiezo a salir a mi casa, y me toco hacer guardia el comentario de todos los soldados era sobre una camioneta azul. La llamaban "la guerrillera" porque salía a buscar subversivos”.
Con respecto a su cautiverio en Monte Peloni recordó que "Estaba apartado, entiendo que porque estaba bajo bandera. Me costó alguna paliza de más el hecho de haber sido soldado, y fui tratado de traidor. Allí ubicó claramente a Leites como quien le puso una pistola en la boca, a Ferreyra, Orellana y a Grosse. También relató la paradoja de que "Yo viví la represión desde los dos lados. He participado en retenes de ruta, pero nunca fui cuando fueron a detener a alguien.". Su testimonio fue complementado por el de su madre, su hermana y su hermano quienes contaron la odisea que pasó la familia hasta recuperarlo.