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El 27 de septiembre de 1976 estuvo nublado y la temperatura llegó a los 30 grados. Ese día fue secuestrado el matrimonio uruguayo compuesto por María Emilia Islas y Jorge Zaffaroni. Se los llevó un grupo de civiles de su casa de la localidad bonaerense de Florida al centro clandestino Automotores Orletti en la ciudad de Buenos Aires. El matrimonio está desaparecido y el sociólogo uruguayo François Graña testimonió hoy desde Montevideo por teleconferencia ante el Tribunal Oral Federal N°1 sobre su libro Los padres de Mariana. Ahí describió la historia de Mariana Zaffaroni Islas, apropiada durante la última dictadura militar argentina por parte de un ex agente de la SIDE.  

El juicio está a cargo de los jueces Adrián Federico Grünberg, Oscar Ricardo Amirante, Pablo  Laufer y Ricardo Angel Basílico. Comenzó el 5 de marzo de este año y son cuatro causas que se tratan en paralelo. Entre los 24 acusados están los represores Reynaldo Benito Bignone, Santiago Omar Riveros, Luciano Benjamín Menéndez y Antonio Vañek. Los represores son juzgados por 106 casos. La mayoría de las víctimas son uruguayos, pero también hay paraguayos y chilenos. En forma conjunta se lleva adelante en el mismo debate un tramo residual de la causa  del centro clandestino Orletti, por otras 67 víctimas.

Mariana fue apropiada por Miguel Ángel Furci cuando tenía un año y medio, en septiembre de 1976. Recuperó su identidad en 1993. Furci es uno de los imputados en la causa. Furci trabajaba para la SIDE y respondía a Aníbal Gordon.

Graña tiene 62 años. Militó en la resistencia obrera estudiantil en Uruguay. El 27 de junio de 1973 fue el golpe de Estado en Uruguay. Como Islas y Zaffaroni, Graña debió exiliarse en Argentina, donde fue detenido durante cinco meses en 1975 tras los cuales Naciones Unidas logró que saliera como refugiado político hacia Francia. Graña regresó a Uruguay a fines de 1984 cuando fue levantada la proscripción.

En Buenos Aires fue responsable político de militancia de María Emilia. También conocía a su marido, Jorge. Los tres militaban en el Partido de la Victoria del Pueblo (PVP). “En Uruguay veníamos de una represión tremenda. En Buenos Aires nos sentíamos libres y que podíamos hablar de política. Los argentinos nos recibían con mucho afecto”, recordó el sociólogo ante el Tribunal. Graña intentó transmitir el espíritu de aquella generación y mostrar la lógica militante. Los abogados defensores de los represores lo miraban atentos algunos, dormitando otros. “Estábamos convencidos que la lucha sería armada. Estábamos embarcados en una nave por la justicia y la libertad, sin explotados ni explotadores”, sostuvo.

Cuando el fiscal Pablo Ouviña le preguntó al testigo por los orígenes del PVP, los jueces le clavaron los ojos. El juez Amirante se sonrió. “Se escucha mal y me cansa”, se quejó más tarde por el sonido de la teleconferencia. El testigo también explicó apasionado sobre la emigración económica y política de Uruguay durante los ‘70.

Graña se emocionó cuando recordó lo contado por una sobreviviente de Automotores Orletti: “María Emilia le contó que Jorge estaba en la habitación de al lado muy torturado y destrozado”. María Emilia estaba embarazada de tres meses y se desconoce si nació su bebé. En ese lugar también estaba Mariana Zaffaroni Islas, que compartió los últimos momentos con sus padres en un centro clandestino.