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La pava silbaba en la hornalla. Manuel Chaves había terminado de cenar junto a su familia y pretendía tomarse un té antes de acostarse. Sus hijos: Rubén, de 15 años; Manuel, de 14; Carlos, de 11 y la única mujer, Amalia, de 8, iban camino a la cama. Eran cerca de la medianoche cuando Amalia Mármol, la esposa, escuchó golpes en la puerta. Dejó lo que estaba haciendo y caminó el largo pasillo de la vieja casa de la localidad de Azul. No llegó a la puerta. Dos disparos volaron la cerradura al tiempo que un grupo de civiles y militares entraban apuntando con armas largar.

–¡Queremos a Chaves! –gritó uno de los marinos que se identificó en nombre de la Revolución Libertadora. Encañonada, Amalia fue llevada a una de las habitaciones con sus hijos menores. Chaves, al escuchar lo que pasaba, había logrado que Rubén saltara un paredón para refugiarlo en la casa de un vecino.  Cuando volvió a entrar a la casa, se encontró cara a cara con los marinos que sin dudar lo fusilaron. 

Chaves fue el primer fusilado de la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955. Hoy el ministro de Defensa, Agustín Rossi, hizo público el fondo documental del almirante Isaac Rojas, uno de los artífices de ese golpe de Estado. Entre los papeles hay documentos como la declaración del dictador sobre su participación en los fusilamientos ilegales de 1956 durante el levantamiento del general Juan José Valle. Además de los documentos del marino, hay otros de la misma época en los que se desnuda la actividad represiva y persecutoria contra la resistencia peronista. El acto fue en el marco del Día de la Militancia en la Escuela de Defensa. Rossi destacó el hallazgo de estos documentos no sólo por su valor histórico sino porque permiten reconstruir las “historias individuales de los militantes”. En ese marco fueron homenajeados Chaves y el sobreviviente de los fusilamientos a militares de 1956, José Agustín Navarro.

Chaves, dirigente de Asociación de Trabajadores del Estado y secretario general de la Confederación General del Trabajo de Azul, cayó el 22 de septiembre de 1955 bajo las balas de los golpistas. Ese día había estado preocupado. Concretado el golpe, debía entregar las llaves de la CGT al capitán de corbeta Gilberto Sánchez, jefe militar del distrito Azul. Su preocupación era tal, que antes de volver a casa, ese 22 de septiembre, pasó por la comisaría y preguntó si sobre él pesaba alguna orden de captura. La respuesta fue que se quedara tranquilo, que cualquier cosa le avisaban. Pero no hubo aviso, solo la ráfaga que lo dejó tendido en el piso de su casa frente a toda su familia.

Los hijos de Chaves, Carlos y Amalia, viajaron los 300 kilómetros que separan Azul de Capital. En vueltos en aplausos, recibieron de las manos de Rossi el expediente de la Armada vinculado al asesinato de su padre. Ese es uno de los tantos documentos de las 180 cajas de documentación textual, las 40 cajas de fotografías y las 7 latas de material fílmico recuperados por el Ministerio de Defensa del Archivo General de la Armada. La mayoría de ese material correspondía al almirante Isaac Rojas, artífice del golpe de Estado de 1955 que se autodenominó “Revolución Libertadora”.

“Le agradezco al ministro: hoy a 60 años del asesinato de mi padre, es un orgullo que se acuerden de nosotros. A mi padre lo mataron delante nuestro y de mi madre todavía viva”, contó Carlos muy emocionado al recibir el sobre que contenía el expediente fechado 23 de septiembre de 1955 en el que se detalla el procedimiento y los nombres de los responsables del fusilamiento ilegal de Manuel Chaves.

Walsh tenía razón

Mientras el general Juan José Valle y otro militares leales a Perón se acuartelaban para tratar de derrocar a la dictadura encabezada por Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas, se allanaba una casa de la localidad de Florida, con la excusa de apresar a un grupo de civiles supuestamente implicados en la rebelión. Eran las 23.30. Seis horas después, los doce detenidos fueron fusilados en un basural de José León Suárez. La dictadura dirá que fue en cumplimiento de la ley marcial. El saldo: cinco asesinados. Sus nombres: Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damían Rodríguez.

En Operación Masacre, la investigación periodística de Rodolfo Walsh que desnudó la actitud terrorista de la dictadura durante la represión al alzamiento de Valle, se comprueba que las detenciones fueron antes de que se promulgara y difundiera por radio la ley marcial y por lo tanto que fueron ejecutados de forma ilegal. La calve de la investigación: el horario en el que se dictó la ley.

Según los documentos del “Fondo Rojas” dados a conocer por el Ministerio de Defensa –que se pueden ver en http://www.archivosabiertos.com–, el entonces vicepresidente de facto, fue investigados por un juez de instrucción militar. La instrucción nace de la denuncia de Juan Carlos Libraga. “El fusilado que vive” que dio origen a Operación Masacre.

Con membrete de “Vicepresidencia de la Nación”, el 4 de septiembre 1957, Rojas responde al juez de Instrucción Militar ad-hoc, teniente coronel Antonio del Rivero, que la ley marcial fue ordenada por él y que estimaba que había sido entre las 23 y las 23.20. No conforme con esto, el 7 de abril, el juez volvió a pedirle detalles sobre el tema: “Por qué medios y en qué momento se hizo público el texto de los decretos 10362 y 10363”, consultó el juez. Un día después, Rojas contestó: ““Mi específica actividad militar en la emergencia, no me permite afirmar con absoluta fidelidad la hora exacta en que impartí la orden, ni recordar a todas las personas a través de las cuales se ordenó”.

Los expedientes militares dan cuenta de los testimonios de los sobrevivientes que dicen haber visto una pelea de boxeo antes de ser detenidos, por lo que se estima que el allanamiento a la casa de Flores fue posterior a las 23.22. Walsh comprobó que la ley marcial y la pena de muerte se decretaron pasadas las cero del 10 de junio. Su aplicación sobre los 12 fusilados de José León Suárez fue retroactiva, por lo tanto ilegal.

Homenaje militante

De aquellas jornadas de levantamiento contra la dictadura participó José Agustín Navarro. Hoy tiene 92 años y de la mano del ministro Rossi recibió el decreto que ordena “instruir al jefe del Estado Mayor General del Ejercito a promover al grado de suboficial principal al ex sargento primero José Agustín Navarro por su defensa del orden constitucional durante el levantamiento cívico militar impulsado por general Juan José Valle en 1956”.

Navarro se había sublevado en apoyo a Valle en un cuartel de la provincia de Santa Fe. Por eso fue el Consejo de Guerra Permanente, el 19 de diciembre de 1957, lo condenó a ser pasado por las armas. Su hija fue a visitarlo para darle el último abrazo. Pero la ley marcial cayó y perdió vigencia justo antes de que lo ejecutaran.

Con el retorno de Perón en 1974, Navarro había sido reconocido con dos grados más del que tenía. Pero “por omisión”, dice él, no se concretaron. Hoy, en el Día de la Militancia, en homenaje a su pasado, por orden de la Presidenta, Navarro fue ascendido a suboficial principal como había dicho Perón. “Me hice peronista en los cuarteles siguiéndolo a Perón, porque me interesaba lo que hacía desde la secretaria”, dijo como un resumen de su vida antes de dedicarle su reconocimiento a los compañeros caídos en el levantamiento de 1956.