Familiares de los dos niños muertos en un incendio en un taller clandestino, dirigentes sindicales y de organizaciones sociales se movilizaron por el barrio de Flores. Reclamaron por la falta de inspecciones del gobierno porteño y por el elevado costo que tiene regularizar esos espacios de trabajo. “Necesitamos una ley que favorezca al hermano costurero y no se los rebaje a salarios tan bajos como hoy existen”, dijo Esteban Mur, padre de las víctimas.
“No queremos pibes muertos / Nunca más explotación / Queremos talleres dignos / Con trabajo e inclusión”. El cantito reforzado por el batir de los bombos y las palmas acompañó el andar de unas 300 personas que se concentraron para movilizarse desde Terrada y Páez hasta Luis Viale 1269. En la esquina de la convocatoria funcionaba el taller textil que se incendió el 27 de abril y en el que murieron los hermanitos Rodrigo de 10 y Rolando 5 años. En Luis Viale, a donde la marcha llegó casi dos horas más tarde, funcionaba otro taller, que se incendió hace nueve años y terminó con la vida de seis personas, cuatro eran niños de entre 3 y 15 años.
Con la consigna “Abrir los talleres” pintada en una bandera blanca, Esteban Mur, padre de los niños y trabajador del taller de la calle Páez, encabezó la marcha. Junto a él iban Eduardo López, de CTA, y Juan Vázquez, del colectivo Simbiosis Cultural. Flanqueados por la bandera de los pueblos originarios y la del Estado Plurinacional de Bolivia se hicieron notar en las calles arboladas del barrio porteño de Flores.
En el escenario improvisado en la escalera de la Plaza de los Periodistas, Esteban tomó la palabra y cuestionó que el Gobierno de la Ciudad no realizara inspecciones en el lugar y que los requisitos para el funcionamiento de los talleres habilitados tenga costos tan elevados. Señaló que esa es una de las causas de la proliferación de los talleres clandestinos y agregó que al igual que en el caso de las amas de casa es necesaria “una ley que favorezca al hermano costurero y no se los rebaje a salarios tan bajos como hoy existen”.
Renatea para textiles
Desde UTE-CTA, Esteban Sueyro destacó que, al no haber hay convenio entre los ministerios de Trabajo de la ciudad y el nacional, no hay quien ejerza el poder de policía. Agregó que el 10 por ciento de los trabajadores no registrados trabaja en talleres textiles: “La solución es un RENATEA (Registro Nacional de Trabajadores y Empleados Agrarios) para los trabajadores textiles. Acá la división no es entre bolivianos, y argentinos. Es entre explotadores y explotados”.
Poco más de veinte cuadras y nueve años separon a un taller del otro. La columna avanzó primero por Terrada mientras Susana, de 38 años, contó que sus hijos de 4 y 7 años solían jugar con Rodrigo y Rolando. Dijo que sueña todas las noches con que los chiquitos le hablan, la llaman para ir a jugar con sus chicos. Ella también trabaja cosiendo, pero por su cuenta porque no puede dejar solos a sus hijos.
"Necesitamos una ley que favorezca al hermano costurero", dijo Esteban Mur, padre de los dos chicos muertos.
La movilización continuó por ahora por Galicia a la altura de Bolivia y Delia Colquen, integrante del colectivo Simbiosis Cultural, contó que la tragedia de taller de Luis Viale -en 2006- les abrió los ojos a una problemática atomizada pero que se repite entre los migrantes que llegan de Bolivia en busca de una oportunidad de trabajo. Son horas infinitas al ritmo de la música que no para, una paga muy magra y la mayoría de las veces con cama adentro. Los espacios se comparten con los paisanos, muchas veces en total hacinamiento y el arreglo en general es bancarse esa situación por año, si se trata de un recién llegado.
Delia sigue trabajando en la industria textil y conoce la diferencia entre un trabajo digno en el que se respetan los horarios y los pagos y la explotación laboral que sufren los recién llegados y a las que terminan sometidas las personas que no conocen sus derechos. Sin embargo, y aunque puedan ser explotadas, sostuvo que todas esas personas tienen la capacidad de organizarse y que hay varias experiencias de trabajadores que han puesto en marcha experiencias de trabajo cooperativo con éxito. La cifra estimada de talleres que manejan extraoficialmente, dado que no existen números oficiales, es de unos 30 mil talleres y 300 mil personas en situación de explotación laboral.
Sin cambios
Cerca de las siete de la tarde, la columna llegó a destino. En Luis Viale 1269 funcionaba un taller y en su pared pintaron con stencil: “Lo clandestino es la explotación”. El frente del lugar que tiene enrejados hasta los tragaluces está pintado de amarillo y en la parte superior conserva las manchas del humo negro que tiznó las paredes durante el incendio. En el portón, cuatro figuras humanas y una máquina de coser sobre la que se leen las dos fechas: “30 marzo 2006 - 27 de abril de 2015 9 años sin justicia”.
Con timidez y pocas palabras Esteban Mur volvió a agradecer el apoyo en la movilización y fue su abogado, Nahuel Berguier, quien pudo contar más detalles del estado de la causa. Explicó que inicialmente había dos causas, una por el incendio seguido de muerte y una anterior, en el despacho de Canicoba Corral, por la denuncia de septiembre de 2014 por posible trata de personas. La segunda causa fue remitida al juzgado donde tramitaba la primera para ser unificadas, pero aseguró que “no hubo ninguna medida probatoria en estas semanas, ni siquiera después del segundo incendio”. Y eso es lo más complejo, porque es probable que en el segundo incendio se hayan perdido pruebas imprescindibles para demostrar que los trabajadores estaban siendo sometidos a un régimen compatible legalmente con la figura penal de trata de personas.
El comentario que sintetizó el sentimiento de impotencia se oyó sobre el final del acto y corrió por cuenta de Vázquez (CTA): “Si nueve años después se volvió a repetir, quiere decir que se no modificaron las cosas".
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