Cuando le preguntaron si el tren se había pasado en alguna estación, respondió: "Sí, en Once". El testimonio del guarda Miguel Álgel Gerónimo, junto con el del motorman, era el que podía aclarar que pasó con el tren el día del accidente donde muerieron 52 personas.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2 dispuso la detención por falso testimonio del testigo Miguel Ángel Gerónimo, guarda de la formación accidentada el 22 de febrero de 2012 en la terminal de Once. El TOC Nº 2 consideró que Gerónimo incurrió en reticencias al dar su versión de los hechos. El juicio se reanudará el lunes próximo a las 10 de la mañana.
El testimonio de Gerónimo era uno de los más esperados de la audiencia de hoy. Gerónimo era el guarda de la formación que el 22 de febrero de 2012 se estrelló contra el andén Nº 2 de la terminal matando a 52 personas y dejando heridas a 789. Pero lo de Gerónimo fue uno de los testimonios más decepcionantes en los casi tres meses del debate. Sus respuestas fueron monosilábicas, sin detalles y ni siquiera pudo reconocer lo que podría ser su voz en una grabación del tren.
“Sí, en Once”, dijo cuando le preguntaron si el tren se había pasado en alguna estación y la sala estalló. Los familiares se retiraron y los jueces pidieron un cuarto intermedio para responder a la solicitud del querellante, Gregorio Dalbón, de la detención inmediata de Gerónimo quien durante la hora previa solo había contestado con evasivas.
“Pasó un tiempo muy largo y no me acuerdo” dijo ante varias preguntas que le hicieron. “Sé olvidar las cosas”, agregó en otro momento. Junto al motorman Marcos Córdoba, Gerónimo era la otra persona que podía aclarar qué pudo haber pasado con el tren.
Siempre respondió con evasivas y alegó que podían ser “balanceos” lo que en una filmación del recorrido parecía ser que la formación se pasaba del lugar donde debía frenar.
Gerónimo, que trabaja en el ferrocarril Sarmiento desde el año 1981 como guarda o “jefe del tren”, como también se lo llama, dijo que el de la tragedia “fue un día especial por la cantidad de gente (que iba en el tren). Se viajó toda la mañana con las puertas abiertas”.
Cuando le preguntaron sobre el retraso en el horario del servicio dijo que pudo haber sido porque “uno espera que la gente suba y otros bajen y eso va retrasando”. Sobre si el servicio era rápido o no, aclaró que “era parada en todas pero después en Morón anunciaron que era rápido y mucha gente a mí, como era representante de la empresa, me empezó a decir cosas obscenas”. No recordó ninguna particularidad del viaje y tampoco se reconoció en ninguna de las grabaciones que le pasaron.
Sus inconsistencias hicieron que tras más de una hora de declaración lo hicieron salir de la sala. “Creo que el testigo está siendo reticente” dijo el fiscal Fernando Arrigo. Y pidió que se le volviera a recordar el delito de “falso testimonio” al que estaba expuesto al no responder o faltar a la verdad.
Cuando volvió a la sala, le reiteraron la importancia de que dijera la verdad. Su primera respuesta después de eso fue sobre que el tren se había pasado en Once. Y tras un breve cuarto intermedio llegó la noticia de su detención. La primera en casi tres meses de debate.
El testimonio del director del SAME
Como un “gran scrum de rugby”. Así recuerda Alberto Crescenti, director general del SAME, lo primero que vio cuando entró a unos de los vagones de la formación que, accidentada. La gente apilada en el fondo del vagón es una de las imágenes de la tragedia que este hombre, que dirige el sistema de emergencias médicas de la Ciudad y se sentó a declarar con su ambo verde y su chaleco sin mangas rojo, no logra olvidar. “Los que estaban en ese scrum, eran los más críticos”, explicó.
Su testimonio fue fuerte desde el primer momento por lo que el presidente del TOCl Nº 2, lo interrumpió y advirtió a los familiares de las víctimas que lo que iban a escuchar podía afectarlos, por los que les dio unos minutos para que se retiren de la sala.
La calurosa mañana del 22 de febrero Crescenti estaba en el puerto de Buenos Aires con varias unidades del SAME “esperando un crucero que tenía personas con un virus desconocido”, explicó. Fue entonces cuando le avisaron que había “colisionado” un tren en Once. “Nos vamos a Once”, contó Crescenti que le dijo al ministro de Salud, Juan Manzur, que estaba ahí con él. En los siete minutos que duró el trayecto hasta Once, Crescenti declaró “el alerta roja a todos los hospitales de la ciudad, sin saber con qué nos íbamos a encontrar. Cuando llegamos ya había ambulancias del SAME trabajando”, explicó.
Entró al hall central de la terminal ferroviaria y vio una escena “dantesca”. Había “víctimas desparramadas sobre la derecha del andén”, dijo e hizo un silencio. “Yo lo lamento mucho por los familiares”, aclaró y continuó “había muertos, veíamos brazos, cuerpos, sangre. Había gente fallecida mirando con los ojos abiertos a los que estaban vivos. Fue una escena muy dura para nosotros”.
Crescenti recordó el diálogo con un comisario que le pidió que mandara a buscar “vaselina a los hospitales de la ciudad, para poder `desenganchar’ a la gente”.
“Yo he estado en el atentado de la embajada, pero lo que ví en ese vagón fue muy fuerte”, dijo Crescenti. “De la última puerta hacia el fondo estaban todos comprimidos. Sabíamos que había muertos y que por ellos no se podía hacer nada”, agregó.
Clasificar a los cuerpos
Después fue el turno de Walter Erqueaga, inspector de la Policía Federal Argentina (PFA) que fue convocado para sacar fotos por fuera y por dentro del tren. Erqueaga, al igual que Crescenti, llevó puesto su uniforme. Recordó que “La mayor cantidad de víctimas estaban atrapadas, creo que era el segundo (vagón), no me acuerdo bien”.
En la estación, los cuerpos de las víctimas fueron revisados por una única persona: la médica legista de la PFA, María Elda Paz. Retirada desde hace un año de la fuerza, la mujer explicó “me los traían (a los cuerpos) al segundo vagón, les sacábamos fotos y le poníamos un número a la bolsa. Después les colocábamos ese mismo número a la muñeca. Y había personal policial que tomaba las pertenencias y las colocaba en bolsas”, detalló. En ese procedimiento también anotaban si las personas tenían identificación, la edad que tenían y las lesiones que presentaban. “Cuando terminamos serían las 5 de la tarde. Yo era la única médica, así tuve que revisar todos los cadáveres”.
Junto a Paz esa mañana llegó Adrián Almaráz, el cabo primero de la PFA que estaba a cargo de la unidad tanatológica. Almaráz recordó hoy cómo trabajó junto a Paz en una de las peores caras de la tragedia: fotografiar, identificar y ordenar el traslado de las víctimas del choque.