Una pareja escapó de Rusia huyendo de la homofobia. Primero recalaron en Tailandia, donde se casaron con un rito religioso. Desde hoy, forman parte de los más de 7000 matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados en Argentina desde la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Pedirán refugio en nuestro país.
Esta mañana en el Registro Civil de la calle Uruguay se casó la pareja de homosexuales rusos que pedirá refugio en Argentina. En el lugar había más de 30 periodistas de agencias nacionales y extranjeras, todos con cámara, micrófono o grabadores. Los novios llegaron en taxi sobre el mediodía, bajaron abrazados y nunca dejaron de sonreir.
Alexander tiene 47 años. Dimitri, 35. Son oriundos de Sochi, una ciudad al suroeste de Rusia que limita con el Mar Negro, famosa por albergar la casa de campo favorita de Iósif Stalin. La pareja decidió salir de su país por el crecimiento de la homofobia. “Allá no se puede decidir de forma libre. Primero fuimos a Tailandia, donde tuvimos un matrimonio religioso. Y aquí encontramos a personas muy humanas. La verdad, estamos muy emocionados porque es un momento muy ansiado”, dijo Alexander a través de la traductora que los acompaña desde hace cuatro días, Olga Iwasiuk.
Llegaron a Argentina luego de contactarse con Álex Freire y José María Di Bello, la primera pareja gay casada en la Argentina y la décima en el mundo. “Ellos se comunicaron por Internet, usaron todas las vías: Facebook, Twitter. Leyeron nuestros reportajes donde decíamos a rusos, ucranianos, a todos, que aquí se podían casar”, contó Álex Freire.
Cuando entraron al edificio del Registro Civil, Freire les preguntó en un inglés pausado: ¿quieren que la prensa esté durante el casamiento o prefieren que se quede afuera? Alexander, sin dejar de sonreir, respondió que preferían una ceremonia sobria e íntima y subieron en grupo por la escalera. Nadie usó ascensor y en la escalera todo fue camaradería, risas y energía de viejos amigos, “¡qué bien olés!, ¿estás usando el champú que te recomendé?”. Arriba, Alexander y Dimitri cambiaron de opinión sobre la prensa y cinco minutos después la sala del casamiento estaba llena de periodistas.
En la sala donde los esperaba el juez José Luis Badur, sólo se escuchaban flashes de cámaras. En los asientos no había más de 15 personas: amigos de la Asociación Mateadas por la Diversidad, jóvenes con la bandera del orgullo gay puesta como capa, los novios y los dos testigos, Diego de Jesús Arias y Luis Adolfo Ruiz.
“A los 25 días de febrero de 2014 nos encontramos reunidos para celebrar el matrimonio de los señores: Alexander y Dimitri”, dijo el juez. Ellos escuchaban sonrientes, tomados de la mano: encarnaban una escena feliz de amor romántico. Treinta minutos después, en el patio del Registro Civil, Alexander diría que “estamos muy felices de haber logrado lo que queríamos hace mucho tiempo. Tenemos mucha gratitud con Argentina”, mientras los amigos echaban arroz al aire. Ya eran otra de las más de siete mil parejas casadas gracias a la Ley de Matrimonio Igualitario.
Al final, a la salida del patio, un periodista le pidió un mensaje para los jóvenes, “Dimitri y yo estamos convencidos de que el mundo va a cambiar, de que el mundo está cambiando. Queremos apoyar a todas los jóvenes, a todas las personas que sufren este tipo de discriminación y queremos decirles que la naturaleza les va a mostrar el camino”. Ahora viene la segunda parte del trámite: pedir refugio en Argentina.