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Infojus Noticias

7-3-2015|9:20|Cine Nacionales
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Se estrena el próximo jueves a las 20.30 en el cine Gaumont

Un documental cuenta las historias de los 16 japoneses desaparecidos

Lo dirigió Pablo Moyano y se llama “Silencio roto”. El film indaga en las historias de los 16 descendientes de japoneses que fueron desaparecidos durante la dictadura. Muestra el camino que hicieron los familiares de las víctimas. "Es un retrato de ese proceso que los llevó desde el silencio al reclamo y el pedido de verdad y justicia", dijo Moyano a Infojus Noticias.

  • Foto: Captura de TV.
Por: Infojus Noticias

Se llama “nikkeis” a la primera generación de japoneses nacidos fuera de ese país. En Argentina, sin perder las raíces y la cultura oriental heredada, lograron integrarse y relacionarse con la sociedad argentina. Dieciséis de ellos –cada uno con una historia de militancia particular- fueron detenidos, torturados, asesinados y desaparecidos durante la última dictadura genocida. El documental “Silencio Roto. 16 nikkeis” narra la historia de estos jóvenes y del proceso a través del cual los familiares pasaron de la negación al reclamo por memoria, verdad y justicia. “Había un mandato imperial de los padres de no meterse con el poder. Estaba mal visto que los hijos militaran políticamente”, explicó a Infojus Noticias, su director Pablo Moyano.

Elsa Oshiro descubrió poco tiempo atrás que su hermano Jorge –músico y amante de la literatura- estuvo detenido ilegalmente en Campo de Mayo y se convirtió en querellante en la causa judicial. Habían pasado más de 30 años de aquel día de noviembre de 1976 en que lo secuestraron de su casa. “Ella es referente de la asociación de miembros de la comunidad japonesa de desaparecidos. Fue que empezó a convocarlos y a reunirlos. Primero haciendo conocer el tema dentro de la comunidad japonesa y luego hacia afuera”, contó Moyano.

-¿Cómo surgió la idea de filmar este documental?

-Hay 16 miembros de la comunidad japonesa que desaparecieron y periodísticamente era una primicia, nadie lo conocía. Empecé a averiguar a qué se debía, y ahí nos encontramos qué es un tema de raíz cultural, que tiene que ver con un mandato imperial de los padres, de no meterse con el poder. Si sos visitante, inmigrante, tenés que dar el ejemplo. Estaba mal visto que sus hijos militaran políticamente. Esto llevó –por eso el documental se llama “Silencio Roto”- a que los mismos familiares lo mantuvieran oculto muchos años hasta que empezaron a movilizarse, a reclamar.

-¿Por qué crees que se trata de un documental atípico?

-Es un documental atípico en el sentido de que no hacemos un recorrido puntual de cada caso, contando en que partido militaba o cómo desapareció. No hay casi referencias a dónde sucede, porque en realidad lo que se trata de indagar es precisamente la postura y la cultura que los llevó a esta posición. Es un retrato de ese proceso que los llevó desde el silencio al reclamo y el pedido de verdad y justicia.

-¿Y cómo se dio este proceso de búsqueda?

Los familiares que empezaron a movilizarse fueron rechazados por la misma comunidad japonesa,  porque los veían como un mal ejemplo. Precisamente porque para la comunidad japonesa lo que hay que hacer es portarse bien en el país que lo recibe: no meterse con el estado o con la policía

-¿Había miedo?

-Tenían miedo, pero jugó más la cosa cultural, la vergüenza más que el miedo.

-¿Cómo recibieron los organismos de derechos humanos a estos familiares?

-Algunos de los casos se fueron resolviendo individualmente y no como comunidad. Aparecieron algunos cuerpos, o en otro de los casos se supo que habían sido asesinados. Pero por supuesto que fueron bien aceptados y apoyados. De hecho hoy marchan con los organismos de derechos humanos.

-¿Qué compromiso político tenían los 16 nikkeis?

-Absolutamente diverso. No es que fueron perseguidos como comunidad, fueron casos aislados, y cuando se hizo la cuenta final eran 16 miembros de la comunidad japonesa. En general todos tenían el mandato general de continuar con el negocio, con la actividad del padre, que en general era una tintorería o la agricultura –frutas, verduras-. Estos hijos, al educarse acá, al ir a la escuela secundaria acá, lo primero que hicieron fue no cumplir ese mandato: algunos fueron a trabajar a fábricas o a estudiar. Fueron militando en distintas organizaciones, no hay algo que los nuclee. Desde montoneros hasta el partido comunista marxista leninista. Una desaparecida era la presidenta del centro de estudiantes del  Colegio Nacional de Buenos Aires.

-¿Y qué visión de la militancia de esos jóvenes tienen hoy sus familiares?

-A partir de que se fueron juntando fueron aclarando muchas cosas que directamente habían decidido no saber. Una vez que se fueron compenetrando con las historias de sus hijos y sus hermanos fueron también paulatinamente tomando conciencia. Y hoy los valoran, los tienen como ejemplo, eso está plasmado en la película.

-¿En general cuál fue la respuesta de la Justicia al reclamo de los familiares?

-Los casos están encuadrados en causas que no tienen que ver con un pedido concreto de la comunidad. Algunos de ellos forman parte de los juicios por crímenes de lesa humanidad. En esa época entre la comunidad casi no hubo hábeas corpus pedidos. Precisamente porque el consejo era no pedirlos, por si no lo estaban buscando, para no llamar la atención. Eso de alguna manera facilitó la entrada y la permanencia de ese silencio. Cuando empezaron los reclamos ya había mucho camino transitado: habían pasado 25, 30 años de la dictadura.

FICHA TÉCNICA: Idea original de Karina Graziano. Dirección: Pablo Moyano. Producción Ejecutiva: Antonio Cervi. Guion: Ignacio Montes de Oca. Dirección de Fotografía: Claudio Beiza. Música: Silvia Iriondo. Edición: Sebastián Miranda.

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