Se trata de José Martín Mendoza, empleado en la estación Virreyes de la línea E, donde se colocó la placa. El acto estuvo organizado por la Asociación Gremial de los Trabajadores del Subte y Premeto (AGTSyP), que hoy pidió ser querellante en la causa que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino conocido como “Puente 12” o “Protobanco”.
“En esta línea, trabajó José Martín Mendoza, militante popular detenido desaparecido por el terrorismo de Estado”. La baldosa que desde hoy está en la estación Virreyes de la línea E de subte, y que recuerda a uno de los trabajadores de la red que fue víctima de la dictadura cívico militar, tiene un doble símbolo. El 17 de septiembre de 1976, Mendoza fue secuestrado por civiles armados y nunca más se supo de él. Y hoy, exactamente 39 años después, la Asociación Gremial de los Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) le sumó a ese homenaje una presentación judicial para ser querellante en la causa que investiga delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención conocido como “Puente 12” o “Protobanco”.
El acto, que se realizó este mediodía en la estación de la línea donde trabajaba Mendoza, reunió estos dos condimentos: el recuerdo y el compromiso en la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia. De hecho, es una nueva participación de un sindicato que se presenta como querellante en una causa por delitos de lesa humanidad. Antes, por caso, CTERA lo hizo en la causa por el asesinato del maestro y dirigente sindical de ese gremio, Isauro Arancibia, y su hermano, Arturo, también víctimas del terrorismo de Estado.
La historia de José se fue armando de a poco. Se sigue construyendo. Mendoza ingresó a trabajar en el subte el 1° de abril de 1975, en el sector de limpieza. Cinco meses después, fue ascendido a boletero, según la información que surge de su legajo. Y, a partir del 17 de septiembre de 1976, resaltan las ausencias: José dejó de ir a trabajar, así, de un día para el otro.
El acceso a su legajo no fue tarea sencilla. Sbase (Subterráneos de Buenos Aires), la empresa estatal del subte, no facilitaba los documentos. Fue Miguel “Pipi” González, secretario de Derechos Humanos del sindicato, quien logró conseguirlos a través de la intervención de la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad.
En el subte, hay cinco desaparecidos: Daniel Bonifacio Chanampa, Luis Enrique Cabrera, Juan Carlos Correa, Federico Otin Beconi y Mendoza. González siguió cada caso. En el legajo de Mendoza, apareció una carta que una tía mandó a la empresa: allí denunciaba que José había sido secuestrado por civiles armados que respondían a las Fuerzas Armadas. Nada más.
González no encontró a esa tía (y tampoco pudo confirmar la existencia de una hermana), pero descubrió que la familia de José había vivido en Villa Riachuelo. Cuando lo hizo, se acercó a la casa pero ya no vivía nadie allí. Entonces, publicó un recordatorio en el diario Página 12 y, a los dos días, recibió el llamado de Cristina Comandé, una compañera de militancia de Mendoza.
Ahora, en el acto, Cristina se abraza con González, se seca algunas lágrimas y habla de Mendoza: “Fuimos compañeros en la Juventud Guevarista, aunque integrábamos diferentes frentes estudiantiles. Él estaba en la UTN y yo en Filosofía y Letras, en la UBA. Fuimos secuestrados el mismo día, hace 39 años. Cuando me vinieron a buscar a mí, él ya estaba en el auto. Nos llevaron primero a la Comisaría 3 y después nos trasladaron a Puente 12”, comparte con Infojus Noticias. “Puente 12” o “Protobanco” era el centro clandestino de detención y tortura que funcionó en Camino de Cintura y Autopista Ricchieri, en la localidad de La Matanza, frente al centro “El Vesubio”.
Mendoza tenía 25 años. Cristina, 22. En ese centro clandestino de detención, compartieron tres meses y medio: a ella la liberaron y a él lo trasladaron. Nunca más apareció. Cristina cuenta que ella era más charlatana, que Mendoza era muy serio y estaba angustiado. Dice que, en medio de ese sufrimiento, observó su ternura, su sensibilidad, su compromiso. Y recuerda con dolor que un compañero cantaba “Para la libertad”, de Joan Manuel Serrat, cuando se llevaban a alguno para someterlo a una sesión de tortura.
“A menudo, me pregunto por qué yo estoy acá y Mendoza no. Y creo que si estoy es para dar testimonio de la historia, de nuestra historia. Para recalcar que nosotros no olvidamos, no perdonamos y no nos vamos a reconciliar”, concluye.
Durante el acto, el Secretario general de la AGTSyP, Roberto “Beto” Pianelli, valoró el trabajo militante de su sindicato, que logró que un hijo de Cabrera y otro de Chanampa sean hoy trabajadores del subte y que ahora también será querellante de esta causa: “Reconstruir nuestra historia es buscar también a gente que no conocíamos. Con todo esto, queda claro que la tragedia que montaron en aquella época fue en vano porque no van a poder frenar a todos los que pedimos justicia y que, en definitiva, militamos a diario por lo mismo que militaban ellos: una sociedad más justa e igualitaria”.
AP/LL