Diana Sacayán, referente de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays y Bisesuales (ILGA) contó tras que ser agredida por un hombre en la calle, llegó la Policía y se la llevaron presa junto a otro activista, mientras la maltrataron y amenazaron y la denunciaron por resistencia a la autoridad con lesiones.
Diana Sacayán iba con un grupo de activistas del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación cuando un hombre que estaba parado en el Metrobús empezó a insultarlas. Ella y otras siete compañeras iban camino a La Plata, para pedir que el proyecto de ley de cupo laboral trans se tratase en el Senado. Como las agresiones verbales siguieron Sacayán le pidió al hombre que se disculpara, pero además de la negativa, la golpeó. En vez de mediar, la policía Metropolitana se la llevó presa junto al activista Martín Lanfranco. Antes la tiraron al piso y la trataron todo el tiempo con artículos masculinos, mientras que con solo preguntarle, mirar cómo iba vestida o cómo figura en su DNI podían comprobar el género. El maltrato siguió hasta pasada la medianoche, cuando la liberaron tras denunciarla por atentado y resistencia a la autoridad con lesiones. Diana y las personas agredidas fueron hoy a denunciar frente a la Procuraduría de Violencia Institucional (PROCUVIN). Frente a los fiscales especializados repitieron lo que les pasó.
"Una policía se acercó cuando oyó los gritos y me quiso esposar. No me preguntó qué había pasado y sin mediar palabra consideró que la esposada debía ser yo. Después los policías empezaron a llegar de todas partes: se bajaron dos de un colectivo, vinieron tres patrulleros y cuatro motos. ¡Eran tres policías para cada una! Cuando me insistían para apresarme uno me amenazó con un aparato para dar descargas, como una picana. Me tiraron contra un colectivo y después volé arriba de un taxi que estaba en movimiento. Una vez que me pusieron las esposas me tenían en el piso con sus botas arriba y me decían que mire para abajo”, relató Sacayán, que participa como referente mundial trans de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales (ILGA).
Otro sistema
El grupo que acompañaba a Sacayán pedía explicaciones a la policía. “Les dijimos que cuál era el delito, por qué la esposaban a Diana, y nos empezaron a pegar también. Hubo tironeos de pelo y zamarreadas. Les decíamos que la trataran como una mujer y ellos insistían con la violencia verbal diciendo ‘qué hacemos con este tipo’. A Bianca Moreno, que tiene puesto un marcapasos, le pegaron en el pecho y tuvo que estar un día en observación por el disgusto. A mí me agarraron de los brazos entre dos y todavía me duele la espalda”, contó Sonia Ortiz a los miembros del Ministerio Público Fiscal, que tomaron nota de los testimonios y mañana girarán el acta a la Cámara de Apelaciones Criminal y Correcional de la Ciudad, donde se sorteará una fiscalía y un juzgado. Con este sistema, se desalienta que las fuerzas gubernamentales manejen las denuncias y arreglen las investigaciones.
Mientras la Metropolitana tenía a Sacayán en el suelo y buscaba testigos, llegaron trabajadores del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), que la conocen y fueron advertidos de lo que pasaba por teléfono. “Cuando llegamos escuché que un policía le decía a una persona que estaba en el Metrobús que tenía que decir que Diana había empezado con todo. Le dije que lo que estaba haciendo era inventar una causa, que era totalmente trucho, y el policía enfureció. Me piso un pie y me dio un empujón, entonces para no caerme fui para adelante. El policía hizo como si fuera un jugador de fútbol que simula una falta y simuló que le había pegado. ‘Agresión’, gritó. Y entonces me esposaron a mí también”, dijo Lanfranco, uno de los trabajadores del INADI que terminó en el patrullero con Sacayán.
Verónica Luna registró lo que pasaba con fotos y videos cortos en su celular, y siente que a ella no le pegaron gracias a ser heterosexual: “Era evidente que se habían ensañado con las chicas por ser transexuales, y también se notaba que no tenían noción de lo que significa el respeto por el género o que elegían ignorarlo. Todo el tiempo decían ‘estos tipos’ o usaban artículos masculinos, usando la violencia también con el lenguaje”.
Los conocidos de Sacayán y Lanfranco se pusieron adelante del patrullero que estacionó en la avenida Carlos Pellegrini y Alsina, porque después de los golpes no querían que se los lleven sin decir a dónde. Un policía les dijo “Comuna 4” y fue la única información con la que se quedaron. “El hombre que había insultado y golpeado a Diana le dijo a un policía que él no quería que se lo lleven ni le hicieran ninguna causa, porque estaba con libertad condicional. El de la Metropolitana le dijo ‘quedate tranqui que vos vas a ser testigo nuestro’”, recordó Lanfranco.
El patrullero arrancó una travesía que duró casi una hora hasta el calabozo. “Nos llevaban escoltados con dos motos adelante y dos atrás. Después de unas vueltas fuimos a la delegación que hay debajo de la autopista, en Constitución. Recién ahí buscaron a unos testigos y nos leyeron los derechos. Después se reían diciendo quién me iba a revisar a mí. Tras de un rato de escuchar esa discusión denigrante decidieron que tenían que ser un hombre y una mujer, para la parte de abajo y la de arriba”, dijo Sacayán.
“Tras la escala de Constitución nos llevaron a la comisaría de Zabaleta, en Parque Patricios, y ahí nos tuvieron en una celda hasta pasadas las doce de la noche. Además de seguir con un trato homofóbico y transfóbico, escuchábamos cómo trataban a unas travestis que estaban detenidas en otra celda, de las que se burlaban por ser bolivianas”, contó Lanfranco.
Afuera de las celdas, Luna esperaba con otras personas la liberación: “Un policía que había entrado con una apariencia normal, salió con un yeso del hombro hasta la muñeca. Se acercó y nos dijo ‘mirá lo que nos hizo tu amiguita’, y le pedimos que no provocara. Entonces tomó una de las cámaras con que se filman las movilizaciones y nos empezó a grabar, mientras decía que él podía hacerlo porque estábamos en una dependencia pública. También me advirtió que sabía que había estado tomando fotos”.
Cuando se designe una fiscalía a la denuncia hecha en la PROCUVIN, el procedimiento señala que las demás personas agredidas tienen que declarar. Las pruebas a tener en cuenta son las cámaras de seguridad de la Ciudad y los registros de GPS que graban las trayectorias de los patrulleros. Además de los delitos por agresiones, según los relatos de la denuncia, puede acusarse a la Metropolitana por discriminación.
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