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Infojus Noticias

4-7-2014|17:00|Inundaciones MisionesProvinciales
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Crónica desde El Soberbio, la localidad misionera más afectada

“A mi casa la encontré arriba de la de mi vecino”

Infojus Noticias está en Misiones, donde nueve ciudades fueron declaradas en emergencia por las inundaciones y el desborde de los ríos. En esa provincia hay 600 casas destruidas y otras 800 inundadas. Las pérdidas son por 500 millones de pesos. También Chaco, Corrientes y Formosa están con diferentes estados de emergencia civil.

  • Fotos: Leo Vaca.
Por: Matías Máximo, desde Misiones.-

El “Polaco” Gómer sabía que la crecida del río Uruguay no era normal, pero incluso cuando el agua cubrió uno de los dos pisos de su casa no quería creerlo. Su familia ya había sido evacuada a una escuelita en la parte alta de un cerro misionero, pero él se quedó y subió por la escalera las 30 heladeras que tenía para arreglar en su casa. Mientras el Uruguay subía, el Polaco se fumó un atado de cigarrillos viendo cómo las casillas de sus vecinos flotaban. En ese momento no se podía despegar de sus recuerdos y de su fuente de trabajo: estaba frío como el capitán de un barco que se hunde. “La perra lloraba y aullaba y eso me hizo pensar en cómo podrían llorar mis hijos. Ahí reaccioné, la alcé en brazos y nos fuimos en la canoa. Fue justo, porque mientras remaba me crucé con algunas heladeras que pasaban flotando”, dijo a Infojus Noticias.

En el litoral argentino primero llegaron las lluvias y después los desbordes. El dique brasileño Ponte cerrado, a 150 kilómetros del límite este con Misiones, parecía fisurado. Pero no era solo eso: la crecida del Foz do Chapeco sobrepasó un metro el límite de la construcción y lo que siguió fue una cascada, una combinación de desbordes en los ríos Uruguay, Paraná e Iguazú que trajo complicaciones a varias ciudades. Después del desborde, llegaron crecidas poco habituales: llovió por ocho días sin parar y acumuló en horas lo que el año pasado llevó dos meses.

Las tormentas también desbordaron el Río Paraguay, y por eso hace una semana que Misiones, Chaco, Corrientes y Formosa están con diferentes estados de emergencia civil. A la vera de estos ríos el terreno seco de las sociedades de fomento, los galpones del Ejército y las escuelas son refugios. El gobierno nacional anunció inversiones de 45 millones de pesos y una línea de subsidios. Y los ministerio de Seguridad y Desarrollo Social llegaron a la zona para quedarse hasta que pase el desastre, junto al poder Judicial que está en alerta.

En la última semana la vida en el norte de Misiones se volvió un hacer filas y filas. Margarita Dos Santos tiene 56 años y está cansada. En una mescolanza de tres idiomas, explica lo que la sacude por estos días. Habla español, guaraní y portugués, como la mayoría de las personas que viven en El Soberbio, una localidad de menos de diez mil habitantes pegada al nacimiento del río Uruguay, sobre el lado argentino. Los pilares de la casa de madera de Margarita se aflojaron y entonces todo se inclinó para un costado. Desde ese momento, hace filas de un lado al otro con su hija, cinco nietos, una cocina, una heladera y varias bolsas de consorcio con ropa.

Dice Margarita:

-Primero tuve que dejar mi casa en el barrio Chivilcoy y fui en lancha hasta una iglesia cristiana. Ahí dormimos dos noches. Después fuimos hasta una escuelita y dormimos tres noches, pero como ya bajó el agua tenían que empezar las clases y nos trajeron hasta el polideportivo. Nos anotamos para el plan de casas, con la Anses para la asistencia y también para que verifiquen que nuestra casa ya no se puede llamar casa. El Ejército nos trae cuatro comidas al día y cocinan rico. Digamos que estamos bien, pero cansadas de ir de un lado para el otro y respirar olor a humedad.

Quedarse con lo puesto

Nueve localidades misioneras fueron declaradas en emergencia. "600 casas destruidas y otras 800 casas inundadas. Las pérdidas son por 500 millones de pesos. Hay 7350 evacuados”, dijo en la última conferencia de prensa el gobernador provincial, Maurice Closs. El Ministerio de Seguridad aterrizó en la zona con un helicóptero MI 17 de la Fuerza Aérea para vuelos de reconocimiento. Hay varios hospitales rodantes y camiones que llegan con comida, mantas y colchones. La última noticia es la refundación de El Soberbio: el gobierno local compró 18 hectáreas en la zona alta para construir casas destinadas a los que el río les llevó todo.

Como a Roque Schimanovsky:

-A las ocho de la mañana del jueves salí y encontré la orilla del río a diez metros de mi casa. Ni lo pensé y me fui. Mi casa flotó y cuando volví después de la crecida la encontré arriba de la casa de mi vecino.

Para los que se quedaron con lo puesto, como Roque, la idea es construir una primera tanda de 200 viviendas de 6x7 metros cuadrados, alejadas del río, para que el barrio no esté cerca de futuros desbordes. “Por el momento reforzamos todos los planes sociales para los afectados. Estamos cerrando la compra de kits de cocina para que lo básico, después de las frazadas y los colchones ya repartidos, esté asegurado. Trabajamos en conjunto con los ministerios locales y nacionales para que la situación de emergencia termine rápido y podamos pasar a una etapa de mejora y no solo de subsistencia”, dijo a Infojus Noticias Edmundo Soria Vieta, ministro de Derechos Humanos de la provincia.

La localidad El Soberbio, pegada al río que le da nombre, es la más afectada de todas las provincias inundadas. Su arroyo está al comienzo del río Uruguay y fue el primero en inundarse. Su comunidad está organizada y la solidaridad es la actividad que los tiene por estos días. Algunos se relajan y aprovechan los 20 centímetros de barro de las calles para sacarse el calzado y sentir el masaje de lo que pisan. Sobre todos los niños, que inventan juegos en los caños retorcidos de los cimientos.

Sobrevivir al desastre

En las esquinas hay grupos de vecinos y hay teorías: que las lluvias son por el desmonte, por el fenómeno del Niño extendido y por el calentamiento de la tierra. En 1983 pasó lo mismo. “Tenía 15 años y la ciudad se inundó, de ahí que tengo experiencia”, dice Cristina, que define su profesión como ama de casa, mientras le da órdenes al Ejército, a la Gendarmería y a la Policía local de cómo poner los diez alimentos que se reparten a los inundados. Cristina se queda desde la mañana a la noche en la escuela local, que se convirtió en un búnker de asistencia social.

A dos cuadras, una silla cuelga de la copa de un árbol de 20 metros, a tres cuadras una escuadrilla de 30 empleados del Anses que llegaron de Buenos Aires pide a las personas que hagan una fila. Arriba de una balsa se puede llegar a Brasil, que está del otro lado del río, y que tiene cinco personas desaparecidas por la creciente.

“Por más casas destruidas y trastornos emocionales que haya, lo que importa es que nos conocemos todos y sobrevivimos al desastre. Nos unimos. Sabemos que podemos confiar en los vecinos y el único que se hizo el vivo y se escondió cuatro tanques de agua que no eran de él fue preso”, cuenta el Antonio Martínez, un dirigente vecinal al que todos saludan y le piden cosas mientras camina. Muy cerca, el río marrón que bordea el paisaje subió y bajó veinte metros la última semana. La fina lluvia intermitente tiene el ruido de la amenaza. Pero hace dos días que no cae tormenta. Y es un alivio.

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