El acusado del doble crimen es el padrastro de los nenes. La madre, que también era víctima de violencia, es acusada de omisión de los cuidados necesarios de sus hijos. Piden perpetua para los dos.
Hoy empezó el juicio por un doble infanticidio en Concordia. Los imputados son Javier Álvarez, acusado de matar a golpes a los dos hijos de su mujer y Soledad Zapata acusada, en su rol de mamá, de omisión de los cuidados necesarios. La caratula es de “Doble homicidio doblemente calificado” y la pena pedida para ambos es de prisión perpetua.
Sentados en la primera fila, escucharon hoy a las 8 y media la acusación del fiscal.
Hugo tenía 5 años, Rodrigo 7. En enero del 2012 Javier Álvarez habría asesinado a Hugo a golpes. Un mes después, por una nueva paliza de su padrastro, Rodrigo murió en el hospital Delicia Concepción Masvernat. La policía allanó la casa y descubrió el cuerpo de Hugo enterrado debajo de la cama. Estaba cubierto por una carpeta de cemento. Ambos cuerpos presentaban signos de torturas y vejaciones sufridas sistemáticamente.
“Rodrigo murió por defender a su mamá –explicó a Infojus Noticias el abogado Ivés Bastián – Ella estaba embarazada, a punto de tener y Álvarez le estaba pegando con nunchaku a ella cuando él intervino y terminó con un golpe en la nunca. La mamá lo llevó al hospital pero llegó muerto”.
Los hijos de Álvarez con su anterior pareja, de 10, 11 y 12 años, podrían ser testigos fundamentales del juicio. Uno de ellos fue quien le contó a su mamá que debajo de la cama estaba enterrado Hugo.
Hoy, la defensa de Álvarez pidió la nulidad de los testimonios por entender que se había “violentado el vínculo familiar” y encontrar groseras violaciones a los protocolos por parte de la fiscalía. Las tres declaraciones tomadas mediante Cámara Gesell, según la fiscalía, fueron irregulares. Una de ellas duró desde las 7 de la tarde hasta las 10 y media de la noche y “uno de los chicos terminó vomitando”, afirmó el abogado defensor, Pablo Guerrera Allende.
El abogado de Soledad también objetó los testimonios advirtiendo que “en ningún momento se les advirtió a los menores que por ser hijos del imputado podían abstenerse de prestar testimonio contra su padre. La ley prohíbe que un hijo declare en contra de su padre”.
En el juicio se espera escuchar a 50 testigos entre vecinos, médicos y operadores sociales. Podría durar hasta el 4 de junio. Hoy declararon 7 policías convocados por la fiscalía que relataron las actuaciones de la fuerza en el caso.
Una causa sin perspectiva de género
Enrique Stola, psiquiatra especializado en violencia de género, se entrevistó 10 veces con Soledad. Su conclusión es que vive “estrés post traumático” y lo define como “un trastorno que surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causaría por si misma malestar generalizado”.
El fiscal se negó a investigar la situación de violencia de género.
El defensor de Soledad advirtió antes de que se iniciara el juicio que en su cuerpo había “claras marcas de violencia doméstica, cicatrices, escoriaciones en brazos y piernas, cicatrices por quemaduras de cigarrillo, cicatrices con objetos cortantes en la cara, el tabique nasal quebrado, las más recientes 10 días antes de ser detenida”.
Aunque el fiscal Gustavo Castillo declaró que tanto Álvarez como Zapata “estaban en conocimiento y en sus cabales, comprendiendo la criminalidad de los hechos”.
El informe psiquiátrico que preparó Stola para el juicio dice que “Soledad sentía culpa por la inculpación que el victimario hacía sobre ella, haciéndola sentir responsable de la violencia que él ejercía. Presenta además una culpa reactiva por no haber abandonado la relación y por no haber defendido a sus hijos”.
“La acusan de omisión pero ella no estaba mirando la novela mientras mataban a sus hijos – subrayó Bastián en comunicación con Infojus Noticias – ella contó hoy delante del tribunal cómo fue víctima de Álvarez”.
Uno de los testigos convocados por la defensa es una médica que atendió a Soledad cuando dio a luz. La testigo declararía que la mamá pidió ayuda y que ella dio intervención al Consejo Provincial del niño, el Adolescente y la Familia. Lo que daría lugar a otro testimonio, la operadora que intentó ayudar a Soledad sin éxito.
La justicia provincial, por su parte, había otorgado la tenencia de los nenes a Álvarez cinco meses antes de los homicidios sin revisar sus antecedentes por violencia de género. Se habrían encontrado con que Álvarez había tenido una condena por golpear a su anterior pareja.
“Soledad es mujer, pobre, marginal, considerada socialmente una negra, analfabeta y con HIV positivo – dice el informe de Stola, y continúa - El analfabetismo muestra su lugar social. Abandonada por el Estado que debía garantizar su escolaridad, sometida a los sistemas de creencias que jerarquizan al varón, siempre tendió a autoabastecerse y sobrevivir con actividades que la propia sociedad provee: cirujeo, prostitución, robo y mendicidad. En tal contexto socio-cultural, el analfabetismo es un elemento muy importante facilitador para cualquier conducta de dominación ejercida por un hombre”.
El psiquiatra, en comunicación con Infojus Noticias, asoció la situación de Soledad con el caso de Romina Tejerina. “Las dos mujeres han sufrido abandono por parte del Estado, han sufrido violencia por parte de grupos o personas convivientes y las dos son víctimas que terminan siendo juzgadas”.
Tejerina fue condenada en 2005 a 14 años de prisión por el asesinato de su hija recién nacida. El embarazo había sido producido por una violación y que la víctima no denunció porque su agresor la amenazó de muerte.