El policía fue asesinado frente a una parrilla de Lanús, en diciembre de 2011, después de acompañar a su tía a cobrar la pensión al banco. El rastro telefónico situó a los dos imputados en la entidad bancaria, en la escena del crimen y en la huida.
A falta de testigos directos del crimen del subcomisario Juan Carlos Klodczyk, las pericias informáticas se transformaron en el eje de la acusación contra los hermanos Adrián y Daniel Vicente. El policía fue asesinado frente a una parrilla de Lanús, en diciembre de 2011, después de acompañar a su tía a cobrar la pensión al banco. El rastro telefónico situó a los imputados en la entidad bancaria, en la escena del crimen y en la huida. Sin embargo, a la hora de los alegatos, la fiscal y la defensora oficial restaron importancia a la prueba informática y pidieron la absolución de los imputados. Las dos querellas reclamaron 25 años y prisión perpetua. El viernes se conocerá el veredicto.
Los hermanos Vicente ingresaron esposados a la sala de audiencias. Pese a que el Juzgado de Garantías les dictó la falta de mérito en la causa por el crimen del policía, están detenidos por una causa anterior, una salidera en el Banco BBVA Francés de Lavallol, en el partido de Lomas de Zamora, dos meses antes del crimen. Las causas se acumularon y los hermanos están siendo juzgados por los dos delitos.
La fiscal Marcela Dimundo hizo un relato minucioso de los hechos. A las 12.40 del 12 de diciembre de 2011 el subcomisario y su tía Alicia, viuda del ex jefe de la Policía Bonaerense Pedro Anastasio Klodczyk, entraron a la sucursal de Escalada del banco Provincia de Buenos Aires. Unos cuarenta minutos después ingresaron en la línea de cajas. La mujer cobró 12 mil pesos de la pensión y se fueron en un Chevrolet Aveo.
Los videos del banco registraron a dos personas que para la Justicia resultaron sospechosas. Un hombre vestido de blanco, con una cartera, resultó ser un cliente habitual del banco. El otro era Daniel, el menor de los Vicente, de 29 años. Vestía una campera deportiva verde con rayas blancas. Le hizo una pregunta breve al cajero y salió detrás del policía y la mujer.
Klodczyk manejó hasta una parrilla en Lanús este. Una Meriva gris y una moto negra lo siguieron de cerca. Cuando bajaron del auto, dos hombres lo encararon.
–Te encontramos– le dijo uno de ellos, y le apuntó con una .45.
La mujer pasó por al lado del hombre armado y se refugió en la parrilla. El subcomisario cruzó la calle corriendo, sacó la 9mm reglamentaria y gatilló. El de la .45 respondió con dos balazos que atravesaron el pulgar derecho y el antebrazo de Klodczyk. El policía siguió tirando. Una, dos, diez veces. Le costaba apuntar. La mayoría de las balas fueron a dar a los autos estacionados.
El hombre de la .45, con mejor puntería que su rival, dio cuatro disparos en el blanco. Uno le ingresó por la mandíbula y otro le atravesó el riñón. A los pocos minutos moriría desangrado en el lugar.
Los dos hombres escaparon corriendo.
–Lo puse, lo puse– celebró uno de ellos. En una moto los esperaba un hombre vestido de negro. Los tres escaparon en contramano por calle Guido en dirección a Avellaneda. Detrás los siguió la Meriva gris.
Informática
El informe del sistema VAIC (Vínculos por Análisis Informáticos de las Comunicaciones) demostró que hubo tres teléfonos que se activaron en la zona del banco provincia a la hora en que estuvo Klodczyk y luego en la escena del crimen, frente a la parrilla. Dos estaban registrados a nombre de la madre de los acusados. El otro estaba a nombre del cuñado de Hernán Ramírez. El joven, dueño de la Meriva, estuvo imputado en la causa pero no llegó a juicio. Fue asesinado por la policía durante una salidera en un banco Santander Río de La Plata mientras estaba prófugo.
Para la fiscal no hay elementos que permitan probar que los hermanos estuvieron en la escena del crimen. “¿En qué fue Daniel Vicente al lugar de los hechos?”, se peguntó Dimundo, “en la Meriva es imposible, porque se fue del banco cuando él todavía estaba adentro; y en la moto tampoco, porque los testigos indicaron que el que manejaba iba vestido todo de negro”.
“¿Entonces se mató solo?”, preguntó enojada una mujer sentada entre el público. Llevaba un prendedor en el saco con la cara del policía asesinado. La presidenta del tribunal amenazó con desalojar la sala. La fiscal retomó su alegato: “¿Es una salidera bancaria este hecho?”, dijo. Inmediatamente se respondió: “No se llevaron nada”. Ni la billetera en la que el policía tenía siete billetes de cien pesos y un dólar de la suerte, ni el auto, ni los doce mil pesos que la mujer había puesto a salvo al esconderse en la parrilla.
El alegato de la fiscal duró más de una hora. A nadie sorprendió que desistiera de acusar a los hermanos por el homicidio. Únicamente pidió una pena de tres años y seis meses para Daniel como partícipe necesario en la salidera del banco Francés, dos meses antes del crimen. También pidió que se investigue a los policías que participaron de la pesquisa.
Después de la fiscal llegó el turno de los abogados querellantes. Javier Raidan, representante de la esposa del policía, pidió 25 años de prisión para los hermanos por robo triplemente agravado, por ser cometido con arma de fuego, en poblado o en banda y por causar la muerte de la víctima. Para el abogado, el rastreo telefónico es irrefutable. “Si no consideramos esto una prueba directa entonces no hay nada para exclarecer este tipo de crímenes”, dijo.
A su turno, el abogado de la familia Klodczyk, Jorge Esquivel, pidió la prisión perpetua para los acusados por homicidio criminis causa. Es decir, un crimen que se comete para encubrir otro delito.
Finalmente fue el turno de la abogada María Eugenia Smud. Después de un cuarto intermedio de diez minutos, la defensora oficial pidió la absolución de los imputados por el homicidio de Klodczyk y por la salidera al Banco Francés. Se basó en la falta de testigos directos y desestimó la prueba informática. Además, recordó que ningún testimonio pudo vincular a los hermanos Vicente con Ramírez, el tercer acusado asesinado por la policía.
El tribunal dio fin a una extensa jornada. La última antes de la sentencia, que está prevista para el próximo viernes.