El médico Enrique Pérez Albizu había renunciado días atrás a su cargo. Es por las denuncias que recibió por su rol durante la dictadura. Está acusado de firmar partidas de defunción truchas. Hoy el Consejo Superior decidió por unanimidad la exoneración inmediata de todos los cargos docentes y como funcionario académico.
Una vez por semana, durante años, la Madre de Plaza de Mayo Adelina Dematti de Alaye caminó por los pasillos del cementerio de La Plata con una compañera inseparable: la libretita de anotaciones. Revisó cada tumba, cada registro, cada rincón. En 1979, un informe realizado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, denunció la presencia de enterramientos N.N. en dicho lugar. Adelina, entonces, empezó a investigar junto a otros organismos de derechos humanos y descubrió que no sólo los policías y los militares habían sido los responsables del horror. Cuando había que firmar las partidas de defunción truchas, aparecía un eslabón fundamental en el aparato represivo: los médicos.
El ex vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Enrique Pérez Albizu, fue uno de ellos. “Eran más policías que médicos, porque no sólo se dedicaron a firmar los certificados falsos para avalar la masacre. No eran cómplices: eran también ideólogos. En el caso de Pérez Albizu, hace años pudimos identificarlo como uno de los jefes de los médicos que trabajaron con la policía bonaerense. Él no sólo firmó constancias, sino algo más grave: estaba a cargo de firmar el libro de actas médico”, dijo hoy Adelina. Fue durante una sesión extraordinaria celebrada por el Consejo Superior de la UNLP para tratar éste y otros temas referidos a Medicina.
Las palabras de Adelina fueron claves para que la comunidad universitaria decidiera, por unanimidad de votos, la exoneración inmediata de todos los cargos docentes y como funcionario académico a Pérez Albizu y el inicio de un juicio académico y acciones legales correspondientes a investigarlo por su accionar durante la última dictadura. De esta forma, el Consejo Superior requirió “una manifestación pública por parte de la Facultad de Medicina en relación a lo acontecido con el ahora ex vicedecano”. Los oradores de los diferentes claustros –docentes, no docentes y estudiantiles- rechazaron que el actual decano, Jorge Martínez, le haya aceptado la renuncia sin ningún tipo de problemas.
En un documento público, los claustros de la UNLP, con aval de la Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de La Plata (ATULP) y la Asociación de Docentes de la Universidad de La Plata (ADULP), querellantes en el juicio por los crímenes cometidos en “La Cacha”, apelaron al estatuto universitario: citaron el artículo que expresa que “no podrán incorporarse y/o permanecer en la universidad, en cualquier desempeño, aquellas personas involucradas en violaciones a los derechos humanos y/o terrorismo de Estado”.
Ante la numerosa columna de estudiantes que colmó los pasillos del rectorado de la UNLP, hubo una ausencia significativa: las autoridades de Medicina. “Es una vergüenza: nuestra facultad tuvo el mayor índice de detenidos y desaparecidos de la universidad y ellos siguen escondiéndose. ¿Quién defiende a Pérez Albizu? El pacto de silencio de Hoja de Roble, la agrupación que conduce hace 25 años el decanato de Medicina”, dijo un consejero estudiantil de esa facultad. En paralelo, un representante de ADULP acotó: “Hoja de Roble impuso el elitismo, un modelo de universidad para unos pocos. No es casual el nexo de Pérez Albizu con la dictadura. Hubo un sistema político e ideológico que imperó a la par de la faz represiva”.
Lo más importante del extenso debate fue el testimonio de Adelina, que sumó información a la que había testimoniado en el juicio de La Cacha. Allí había denunciado a 21 médicos de la morgue policial de la provincia por firmar certificados de defunción de personas asesinadas por la dictadura. A pocos días de su declaración, Pérez Albizu renunció a su cargo. “A mediados de los ‘80 descubrimos cerca de 300 tumbas en el cementerio de enterramientos NN y luego le dimos todos los archivos a la justicia. Recién ahora, con el juicio de La Cacha, estos datos están saliendo a la luz. Pérez Albizu ya declaró una vez y negó todo. Tenía razón: los registros habían anotado mal su apellido y entonces era como si no hubiera estado en la firma de los certificados”, dijo. Los cientos de personas que la escuchaban cantaron: “Como a los nazis les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar”.
Luego agregó que había 24 libros en el área de Sanidad de la policía y que casi todos habían sido destruidos. Salvo uno. “Ese libro que encontramos fue fundamental. Allí pudimos comprobar que Pérez Albizu firmó de puño y letra, con su verdadera identidad, todo el libro. Había infinidad de firmas de él. Y estuvo presente en 9 casos de enterramientos N.N. Claro que no fue el único médico, pero tuvo una gran responsabilidad por ser el jefe principal”, explicó.
La Madre de Playa de Mayo agradeció a los estudiantes la invitación especial a participar en la sesión del Consejo Superior. Ante la mirada del rector Fernando Tauber, se conmovió con el caso de jóvenes desaparecidos de Bahía Blanca. “Dos de las constancias que firmó Pérez Albizu corresponden a adolescentes bahienses, que eran estudiantes de secundaria. Cuando me enteré, no pude contener la bronca. No pude comprender cómo un tipo grande, un médico profesional responsable de salvar la vida de las personas pudiera cometer semejante atrocidad con jóvenes que estaban creciendo en el mundo”, dijo.
La comunidad universitaria, además, aguarda con expectativas la posible citación a Pérez Albizu para que declare en La Cacha. Desde la Federación Universitaria de La Plata (FULP) propiciarán la investigación a otros docentes por su rol en la dictadura.