Agustín Medina, hijo del jefe de la UOCRA platense, ya había estado detenido el año pasado acusado de golpear a militantes de La Cámpora mientras repartían alimentos después de las inundaciones. Medina padre tiene una larga historia de causas judiciales.
El jefe de la UOCRA platense, Juan Pablo “Pata” Medina fue detenido ayer por quebrarle el tabique a una mujer policía y golpear a su compañero. El gremialista los atacó cuando interceptaron la camioneta Toyota Hilux que manejaba por la Ruta 11 en dirección a la costa. Después de la agresión, Medina y sus custodios huyeron. Los detuvieron a las 13 en un control vial a la altura de General Lavalle. Ya en tribunales el fiscal desistió de pedir la prisión preventiva del Pata Medina y quedó libre. No tuvo la misma suerte el hijo del gremialista: Agustín Medina continúa en la Unidad Penal N° 6 de Dolores.
Ayer, poco después del mediodía, los policiales vieron pasar la camioneta a alta velocidad y haciendo maniobras peligrosas. La siguieron en moto, lo alcanzaron y lograron que se detuviera. Medina se bajó y cuando le pidieron la documentación los atacó a trompadas.
A la mujer le quebró la nariz. Su compañero intentó defenderla y los custodios se abalanzaron contra él. Agustín Medina, uno de los hijos del Pata se bajó de un auto que viajaba atrás de la camioneta y se sumó a la gresca. Entre varios patearon al policía y, según informaron fuentes del ministerio de Seguridad provincial, tiene una fractura en el tobillo.
Tras la golpiza, el dirigente gremial dejó a los policías tirados en la ruta y reemprendió el viaje. Recién lograron capturarlo en el Destacamento Vial de General Lavalle. Allí, el hombre fuerte de la UOCRA platense desde 1998, trabó las puertas y se quedó en el vehículo, rodeado de efectivos, hasta que llegó el fiscal de turno en Dolores.
Cerca de las cinco de la tarde los custodios y los Medina accedieron a bajar de los autos y quedaron detenidos. Anoche fueron trasladados a Dolores, para ser indagados por los delitos de tentado a la autoridad (agravado por “poner manos en la autoridad”) y lesiones graves. La causa quedó en manos del fiscal de flagrancia Juan Manuel Dávila.
Mientras estuvo en su camioneta, Medina organizó la recepción que esperaba en los tribunales de Dolores, fuentes policiales afirmaron que no dejó de llamar por teléfono. Cuando llegaron al juzgado los esperaba “una verdadera barra brava de la UOCRA, que más tarde se apostó frente al juzgado para presionar para que su jefe fuera liberado”, informó Télam.
Ya en tribunales el fiscal desistió de pedir la prisión preventiva del Pata Medina y quedó libre. No tuvo la misma suerte el hijo del gremialista: Agustín Medina continúa en la Unidad Penal N° 6 de Dolores, a la espera de lo que se pueda resolver en la audiencia de excarcelación prevista para mañana 31 de enero a las 8.30. No es la primera vez que este hijo de Medina queda involucrado en una causa judicial, el año pasado un fiscal platense pidió su captura y la de sus hermanos porque estaban sospechados de haber agredido a militantes de la agrupación La Cámpora mientras repartían alimentos después de las inundaciones del pasado 2 de abril en la capital bonaerense.
Historia de balas y permanencia
El de ayer no es el primer episodio de violencia que tiene al Pata y sus hijos como protagonistas. Hace años que el Pata Medina llegó a las tapas de los diarios. No ocurrió un día cualquiera: fue el 17 de octubre de 2006, cuando durante el traslado de los restos de Perón al mausoleo de la antigua quinta de San Vicente, los gremialistas de la construcción se enfrentaron con los camioneros en un episodio violento. Ese mismo año Medina afrontó otro problema con la Justicia, por atropellar y matar al docente y maratonista Victorio Pascual Panella al volante de su camioneta y con el registro vencido. La jueza Garmendia lo imputó por homicidio culposo.
Un perfil publicado en el sitio Cosecha Roja explica que el Pata Medina tiene una vasta trayectoria judicial. Llegó a estar preso durante 80 días en una causa en la Justicia Federal, acusado de robar una máquina vial en un obrador de la empresa ICF situado frente a la gobernación bonaerense, y amenazar a los empresarios durante una manifestación del gremio. Otra de las condenas fue más leve: un expediente en la justicia penal ordinaria dice que le dio una paliza a un dirigente opositor, de apellido Vega. Medina reconoció la autoría y en una probation el Tribunal Penal 4 le impuso una multa de 100 pesos.
Su incursión judicial más rimbombante, según el portal, fue la toma de la refinería de YPF en Ensenada. Una noche de 2008 los hombres de Medina interrumpieron el trabajo de una cuadrilla de empleados municipales y desocupados que hacían obras de desagüe. Destruyeron todo, hasta los caños de fibrocemento. Acusaron al intendente local, Mario Secco –que hasta hoy lleva años enfrentado al Pata– por no emplear a los albañiles de la bolsa de trabajo de la UOCRA. Secco prefirió no opinar en esta nota.
Con una fuerte impronta territorial, Medina edificó con las bolsas de trabajo una columna importante de su poderío. A través de ellas atrae a los trabajadores desocupados, engrosa el número de afiliados y la caja, y ejerce presión sobre los empresarios platenses para que se tome a trabajadores de la zona. “Tiene alambrado el distrito y, salvo obras de gran envergadura, expulsa a los trabajadores que no son de La Plata”. Esa sería una de las razones por las que el rubro de la construcción –donde más accidentes laborales se producen en la Argentina– goza en La Plata de cierta estabilidad.
El día de los incidentes de Ensenada, los hombres de Medina se atrincheraron en una planta de YPF con 300 obreros de la construcción y enfrentaron a la policía. El Pata vio llegar a los fiscales Marcelo Romero y Jorge Paolini con refuerzos, y pronunció una amenaza antológica: “yo sé dónde colocar el fósforo”. El fiscal Romero recordó que en aquel momento “los policías estaban prestos a reprimir, pero afortunadamente Medina no cumplió su amenaza. Negoció que ni él ni los obreros fueran presos, a cambio de declarar en la fiscalía. El conflicto concluyó sin enfrentamiento”. Los rebeldes entregaron una escopeta Itaka, una pistola 9 milímetros, chalecos antibalas y prendas que usaban para hacerse pasar por uniformados. La causa pasó al fuero federal del juez Arnaldo Corazza y después de un tiempo, los implicados quedaron libres. Las únicas detenciones fueron por los incidentes, no por la toma de la planta de YPF. La metodología utilizada y el reclutamiento de afiliados para fines sindicales y políticos, ya eran una marca registrada. Unos años atrás había liderado el bloqueo de las puertas del Ceamse, mientras las calles platenses se llenaban de basura.
Medina ocupa la secretaría general de La Plata -de la que desplazó a Daniel Fernández- desde 1998. Llegó con una larga trayectoria de militancia gremial y de trabajo de base. Con el tiempo y las canas su quehacer se extendió al terreno político. “Medina tiene su lista, gana, es respetable y respetado”, lo describe un gremialista que pidió su anonimato. Según pudo reconstruir Infojus Noticias a partir de fuentes políticas, judiciales y sindicales, la UOCRA La Plata no está alineada con la conducción nacional, ni en lo gremial ni en lo político.
Quienes repasan el derrotero del Pata ubican su bautismo político público en las elecciones legislativas de 2005, donde fungió como el principal operador de la campaña a senadora de Hilda Chiche Duhalde, derrotada por la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Allí nació la lealtad con el duhaldismo que perdura hasta hoy. Sin embargo, su nombre se había hecho conocido unos años antes, entreverado en expedientes judiciales y escándalos con un cariz criminal.
Casi todos los viernes al atardecer, el tráfico que va desde la estación de Ferrocarriles de La Plata hasta la céntrica Plaza Italia se interrumpe: una larga fila de motos forma una barricada en la avenida 44, entre 4 y 5. Trabajadores de la construcción, muchos con sus cascos amarillos y uniformes de trabajo, se agrupan en la calle y en la rambla. Esperan que Juan Pablo “Pata” Medina, secretario de la filial platense de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), se asome al balcón. La puerta de la sede está flanqueada por dos monumentos a escala real que –dicen- no se parecen mucho a quienes las inspiraron: Eva Duarte y Juan Perón. En sus arengas, el Pata Medina buscar emular al general y prueba una variante: se dirige a los obreros desde un camión. “Lo del Pata Medina es más que un liderazgo: los afiliados lo idolatran”, cuenta una fuente judicial platense que lo conoce bien.
Todos coinciden en que el Pata Medina es un bicho raro en su rubro. Una especie de “outsider de la derecha sindical” que, a pesar del duhaldismo que lo catapultó al sillón de la seccional, no suele tejer alianzas con el resto de los “Gordos” ni de las “62 Organizaciones”. Tampoco ambiciona subir peldaños en la estructura nacional del gremio, preocupado, tal vez, en mantener sin fisuras el dominio sobre su propio feudo. Allí, Medina no se casa con nadie: es medinista.