Las antropólogas Natalia Bermúdez y María Elena Previtali pusieron el foco en lo que significa “la inseguridad” para quienes habitan los barrios. “Merodear la ciudad: miradas antropológicas sobre la inseguridad y el espacio urbano en Córdoba" refleja una preocupante incidencia de la violencia institucional.
A Fernando “Gueré” Pellico le disparó un policía por la espalda mientras iba con su primo en moto. Murió en los brazos del abuelo. Fue en julio en Los Cortaderos, un barrio cordobés. En esa provincia, este año se registraron, al menos, 12 casos de jóvenes asesinados por la violencia policial: uno por mes. Las madres de las víctimas tuvieron que salir con la foto de la cara de sus hijos colgada y marchar para pedir Justicia. Los amigos los recuerdan en graffitis en las paredes. En el ámbito académico también estudian la problemática.
Las antropólogas Natalia Bermúdez y María Elena Previtali pusieron el foco en lo que significa “la inseguridad” para quienes habitan los barrios en Córdoba y recopilaron distintos trabajos en un libro. “Merodear la ciudad: miradas antropológicas sobre la inseguridad y el espacio urbano en Córdoba” fue editado por el Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR) y presentado a comienzo de este mes. Infojus Noticias dialogó con Bermúdez sobre los temas que recorre la publicación.
-¿Cómo fue que se acercaron a la temática?
-Empezamos en el año 2005 en un equipo que formó Ludmila da Silva Catelaque, que ahora dirige en el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba. Nos preguntamos cómo las políticas de seguridad atraviesan las experiencias de los jóvenes de sectores populares y particularmente las muertes violentas. En ese sentido, hicimos un relevamiento, fuimos a visitarlos a sus casas, nos encontramos con las familias y recorrimos los espacios en torno al caso de la muerte.
Trabajamos desde una mirada etnográfica a partir de tres ejes. Un primer eje que tiene que ver con problematizar la “inseguridad”, particularmente relación a las políticas implementadas durante el gobierno de José Manuel De la Sota. Esto es: pensar cómo los sectores populares piensan la inseguridad. Un segundo eje que aborda los cambios y transformaciones del espacio urbano. Especialmente, trabajamos sobre los barrios cerrados y countries; y la relocalización de las villas de emergencias. Observamos que en algunos barrios que fueron relocalizados compulsivamente aumentaron los niveles de conflictividad. Y el último eje lo pensamos en cómo los jóvenes construyen relaciones y vínculos identidades a partir de la violencia.
-Además del trabajo cualitativo arribaron también a estadísticas. En lo que va de 2014 hubo 12 casos de jóvenes asesinados por la violencia policial…
-Hicimos una base de datos propia a partir de la comparación de distintas fuentes, que siempre es relativa. Trabajamos con expedientes judiciales siguiendo los casos de violencia institucional. Y llegamos a la conclusión que hay más muertes vinculadas a la violencia policial de las que pensamos. Nosotros arribamos a un cálculo estimativo que arroja que desde el regreso de la democracia hubo 200 muertes derivadas de casos de violencia institucional. Estos son sólo los denunciados ante la Justicia, por lo que este número es aún superior. Pero hay muchos de los que no se hizo la denuncia correspondiente y quedan caratulados como muerte dudosa cuando, en verdad, estuvo vinculado a la violencia policial.
-En Córdoba por el Código de Faltas se condena el merodeo, una figura inconstitucional ¿Qué relación tiene esta normativa con la violencia policial?
-Los chicos, muchas veces, no salen de sus barrios. Y es por el Código de Faltas, por los abusos que genera. Es decir, la violencia institucional atraviesa su vida en los barrios pero también cuando salen al centro. Por ejemplo, en los bailes se tiene control sobre el cuerpo, sobre las relaciones amorosas que se establecen ahí.
-¿Qué implicó haber tenido una mirada etnográfica para la tarea de investigación?
-Estuvimos ahí, en los barrios. Hicimos entrevistas pero sobre todo participamos de las actividades y del cotidiano. Por ejemplo, yendo a las marchas. Para nosotros no son importantes solamente los discursos sino también las practicas. No hay muchos estudios en Córdoba desde la mirada etnográfica. Fue fundamental ver desde abajo cómo se discute y se conquista desde las prácticas barriales.
-¿Cómo es el índice de impunidad/Justicia de esos casos?
-Hicimos una muestra que se llamó “Entre Altares y Pancartas”, con imágenes, luchas y memorias. De los diez casos que tenemos en la muestra solo uno fue resuelto el año pasado. Es el caso de Jorge Martín Castro, el joven de 19 años, que fue asesinado a la salida de un partido entre Talleres y Belgrano, en abril de 2005.
-¿Cómo es la situación en relación a las otras provincias?
-Córdoba es la tercera provincia en el país en relación a la cantidad de víctimas producto de la violencia institucional y es la segunda capital con más muertes por esta causa.
Hay que resaltar que el último año hubo más recrudecimiento. Los saqueos de fin de 2013 plantearon algo que se venía dando hace mucho tiempo que es un proceso de fragmentación de la ciudad y, a la vez, la crisis policial. Se plasmaron la falta de profesionalización, las condiciones laborales que son paupérrimas. Por eso, no hay que demonizarlos a los policías sino ponerlos en perspectiva de estas políticas de seguridad que los enarcan.