Doce internos del Penal N° 2 de General Roca, Río Negro, huyeron por un túnel de 32 metros. Usaron una excavación que habían construido otros presos y no había sido bien sellada. Lo extraño es que se fugaron al mediodía y en el momento en que más guardias había en la cárcel.
A las dos del tarde del jueves, en pleno horario de visitas en el Penal N° 2 de General Roca, Río Negro, doce presos salieron por la boca de un túnel que se abría a pocos metros del cerco perimetral y corrieron. Mientras corrían hacia la calle, desde afuera de la cárcel comenzaron los disparos: los fugados contaban con un grupo soporte externo, arriba de 4 motos, que abrió fuego con armas de guerra y semiautomáticas en dirección a las torres de control. Buscaban distraer a los guardias. Desde adentro les respondieron con salvas de goma y balas de plomo. El plan de los fugados era perderse en la zona de las bardas, hacia el norte de la ciudad, o escabullirse en las zigzagueantes calles del barrio lindante al penal. Falló un detalle: a plena luz del día, con todas las comisarías de la cuidad funcionando a pleno y el vecindario despierto y a los gritos, esconderse no sería sencillo. Y no lo fue: en las dos horas siguientes a la fuga nueve de ellos fueron encontrados, la mayoría en zonas cercas al penal y en casas en las cuales se secuestraron armas de distintos calibres. A los otros tres todavía los buscan.
El túnel tenía 32 metros, el más largo descubierto en la historia del penal. El salvoconducto había sido encontrado diez días antes, en un frustrado intento de evasión masiva. Pero la vía de escape no fue tapada en su totalidad: sólo 8 metros fueron clausurados. Y esta oportunidad fue la que aprovecharon los 12 reclusos. Con paciencia, fueron sacando la tierra que les impedía llegar al túnel. Para lograrlo habían montado un sistema de iluminación que les permitía trabajar las 24 horas, contaban con renovación de aire a través de pequeños ventiladores de pie y palas y baldes de fabricación rudimentaria pero funcionales.
La fuga le costó el puesto a la secretaria de Seguridad y Justicia de la Provincia, Martha Arriola. El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, nombró de manera interina al actual secretario de Gobierno, Ariel Gallinger. También en las últimas horas trascendió que el mandatario evalúa darle al área de Seguridad la categoría de Ministerio, al frente del cual designaría al actual diputado nacional del Frente para la Victoria (FpV) Oscar Albrieu, quien renunciaría a su banca -cuyo mandato finaliza el 10 de diciembre- para ocuparse de su nueva función.
Oscar Barcaza es uno de los presos que permanece fugado. Tiene una condenada de 6 años y varias causas judiciales. Otro es Mariano Boeiro, 32 años, cumple una condena de nueve años y tiene con varios expedientes judiciales a espera de resolución. Y el tercero es Nicolás Agustín Leal, 20 años, procesado por homicidio.
Dos planes: ninguno terminó bien
El entorno del Establecimiento de Ejecución Penal Nº 2, que cuando fue pensada se encontraba en una zona alejada de la ciudad, se modificó en los últimos años: el penal está rodeado por numerosos barrios. La parte posterior de la cárcel da a la calle Ameghino, que en esa zona linda con una depresión del terreno, aprovechada por los vecinos para tirar escombros y basura. Es un lugar ideal para correr y perderse en los barrios. Por eso los presos que idearon el túnel hicieron una boca próxima a ese desnivel.
La primera etapa de los trabajos comenzó hace más de veinte días. Se hicieron los 32 metros originales de túnel, al cual se accedía desde la celda 8 del pabellón 4 de la cárcel. Los cerebros de la operación habían tenido en cuenta todos los detalles. Para evitar derrumbes, ya que en ese sector el suelo es muy arenoso, apuntalaron la obra subterránea desde otros pabellones. El camino subterráneo cruzaba el penal, pasaba incluso por debajo del paredón perimetral, y terminaba a pocos metros de la última línea de alambres que separa el patio de la cárcel de la calle.
Las tareas de remodelación que se realizan en los pabellones de la cárcel y el consecuente ruido de maquinaria y obreros fueron ideales para “distraer” la atención dentro de los pasillos de la penitenciaría. Ni autoridades, ni obreros, ni otros presos, sospecharían lo que estaba sucediendo bajo sus pies.
El plan era perfecto hasta la noche del 22 de octubre, en que fue descubierto. Desde entonces la seguridad dentro de la institución se reforzó y las autoridades del penal aseguraron que tenían información de que se podía producir una fuga masiva. Pero el túnel no fue tapado en su totalidad, sino en los primeros metros de ambos extremos. Esta información llegó a otros internos. Y así se organizó y concretó la fuga de los 12 presos.
Lo que resulta inexplicable es la hora elegida para escapar. El horario de visitas es el momento de mayor movimiento dentro de la cárcel: hay recambio de guardia, es decir, doble dotación de personal. A esto debe sumarse que los presos desconocían que desde la Unidad se había puesto en alerta a la policía sobre un posible “golpe maestro”. El director del penal, Emilio Martínez, reconoció que se había filtrado información de que algo “grande” iba a suceder y reconoció que “no alcanzó la prevención”.
La ex alcaidía nació en soledad en el norte roquense, sobre la calle Maipú, y hoy está rodeada de barrios levantados por trabajadores. Ahora llamado Establecimiento de Ejecución Penal Nº 2, es vista por los vecinos como una amenaza constante. Hoy alberga a 367 internos, a pesar de que está acondicionada para contener a 250 detenidos, según la disposición que el propio juez de Ejecución Juan Pablo Chirinos emitió en los últimos días.
Aunque la unidad nació alojar personas en proceso judicial, hoy conviven procesados con condenados.