Hoy se cumplen 13 años de la desaparición de Marita Verón. Además de ser un caso emblemático para visibilizar la trata de personas, el camino recorrido por la Fundación que creó Susana Trimarco significó múltiples aprendizajes para asistir y contener a las víctimas.
A Marita Verón la secuestraron a plena luz del día en Tucumán el 3 de abril de 2002. Tenía 23 años e iba camino a la maternidad a pedir un turno ginecológico. Dos días más tarde la vieron en la ruta que va de Los Gutiérrez a La Ramada, dos poblados con calles de tierra en el noreste tucumano. Después, el rastro de Marita se diluyó y volvió a aparecer en otro escenario: los burdeles de La Rioja donde la obligaron a prostituirse. Su madre, Susana Trimarco, transformó el caso en un motor para visibilizar el esclavismo sexual en el país y así empujar la reglamentación de una ley que tipifique el delito de trata de personas. En el camino por la búsqueda de Justicia en 2007 creó la Fundación María de los Ángeles, que trabaja en la asistencia integral de las víctimas, recibe denuncias y ofrece contención y asesoramiento. A trece años de la desaparición de Marita, la actividad de la Fundación creció y se multiplicó.
María Rosa Ponce estaba en cuarto año de la Facultad de Derecho cuando a su amiga Marita la secuestraron. Desde un primer momento acompañó a Trimarco. Hoy es una de las abogadas de la Fundación María de Los Ángeles. “Nos hemos equivocado mil veces y aprendimos. En las primeras épocas se caía en dar, dar y dar sin poder hacer un plan real de rehabilitación. Ahora la víctima entra por el departamento jurídico, empezamos con la asistencia jurídica, después el tratamiento psicológico y luego el social”, explicó a Infojus Noticias en una entrevista con todo el equipo de la sede tucumana, poco después de la primera condena por trata en esa provincia.
Los allanamientos ayer y hoy
Aquellos allanamientos encabezados por Trimarco eran muy distintos a los que se hacen hoy. “El hecho de que vaya personal policial con profesionales de otras áreas, con mujeres, con otra ropa, ya marcó una diferencia”, detalló Ponce. Para la abogada lo más importante es poder desarmar el “guión” que tienen las víctimas en su discurso, muchas veces orquestado por los tratantes para que digan lo que ellos quieren. Desde aquellos tiempos iniciales de la Fundación a hoy, cambiaron muchas cuestiones: “Hay un antes y un después del juicio de Marita, nosotros hoy estamos asistiendo a la víctima de trata, de explotación sexual y también a la mujer en situación de prostitución. Y nos preguntamos ¿qué pasa después del allanamiento? ¿Qué pasa con esas chicas que están en riesgo de vida, porque estuvieron conversando con nosotros, pueden ser testigos?”, explicó Elizabeth Saavedra, trabajadora social del organismo.
La prostitución no es un trabajo
Para los profesionales de la Fundación la prostitución no es un empleo. “No consideramos trabajo nada que estigmatice a la víctima y que le cause daño. En la oficina nos toca escuchar cómo las víctimas no hablan con todas las letras de eso que hacen. Dicen ´Laburo´, ´Me andaba mandando macanas´ Para ellas es normal porque lo han hecho su madre, su tía, una sobrina”, expresó Ponce. La abogada recordó: “Nosotros íbamos atrás del cierre de los prostíbulos porque estaba prohibido por ley desde 1937. No es que a Susana Trimarco no le gustaba el lugar y quería que lo cerraran. Pero nos encontrábamos con la gente, que tiene en su cabeza que el prostíbulo es legal porque lo ve desde siempre. Y que, al mismo tiempo, cree que la prostitución es delictiva porque ve que a las chicas se las lleva la policía”.
En la Fundación todos coinciden: el juicio por el secuestro de Marita fue un punto de inflexión. En febrero de 2012 comenzó el debate oral que duró casi un año y culminó con la repudiada absolución de todos los acusados de secuestrar y obligar a prostituirse a Marita en los locales Candy, Candilejas y El Desafío en La Rioja. “El juicio fue la cúspide de una investigación de años”, dijo Ponce. Escuchar a las víctimas El debate oral también significó un aprendizaje para el organismo y para el Poder Judicial alrededor de una pregunta puntual: ¿cómo tratar a las víctimas? Ellas tuvieron que declarar frente a los mismos que las habían mantenido secuestradas. En medio del testimonio, las insultaban, las intimidaban, entraban y salían de la sala. Los especialistas y quienes acompañan estos casos consideran que para las víctimas es difícil reconocerse como tales.
El mismo stress de alguien que fue a una guerra
La psicóloga María Paulina Maldonado asegura que la víctima de trata “tiene el mismo stress post traumático que una persona que fue a una guerra”. Y dice que muchas de ellas, “no registran estar con un cliente como un abuso y por eso lo pueden sostener. Pero hay un punto en el que se da un quiebre. Por ejemplo, un síntoma primario es un asco. Cuando empiezan a registrar que al estar con el cliente ciertas situaciones le dan asco, ahí empiezan a manifestarlo y a tratar de salir de la prostitución”.
La trama de asistencia y convergencia
-En Tucumán, la delegación central de la Fundación María de los Ángeles Verón queda en la calle 25 de mayo al 1000. Ahí funciona también un Centro de Acceso a la Justicia (CAJ), un Núcleo de Acceso al Conocimiento (NAC) -un programa del Eje Estratégico de Inclusión Digital del Plan Nacional de Telecomunicaciones Argentina Conectada-.
-Hace poco, se instalaron los profesionales de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).
-El trabajo de la Fundación se articula con convenios con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, el Ministerio de Trabajo, Desarrollo Social y Jefatura de Gabinete.
-En la capital provincial también funciona el Centro Maternal “Los Ángeles de María”. De 8 a 20, 95 niños y niñas asisten a diario a este lugar. Tienen desde 45 días a 4 años y son hijos de sobrevivientes de trata para la explotación sexual de personas, de víctimas de violencia de género y de mamás solteras.
MFA/MEL