Fue en el primer debate oral que se realizó, bajo esta modalidad, en el Departamento Judicial de Azul. Jennifer Ayelén Kysilka, de 21 años, era juzgada por apuñalar a su padre mientras intentaba defenderse de sus golpes. Para el defensor, el contexto de violencia de género y marginalidad fueron clave para el veredicto.
Jennifer Ayelén Kysilka se cubre el rostro con las manos. Llora. Acaba de escuchar la voz de la presidenta del jurado que anunció que la dejarán libre. “No culpable” es la palaba que usó la mujer, peluquera de profesión, que leyó el veredicto en nombre de los doce que tomaron la decisión. Jennifer había llegado a juicio oral detenida, acusada de asesinar a su padre. Nadie discutió la autoría del crimen; sí en qué contexto se desencadenaron los hechos. Para el jurado no hubo dudas: la chica era víctima, vivía inmersa en un mundo de violencia ejercida por su padre. “Defensa propia en contexto de violencia de género”, leyó la presidenta del jurado y ella, Jennifer, no pudo contener las lágrimas.
Con este fallo, en el día de ayer culminó el primer juicio por jurados en el Departamento Judicial de Azul. El Ministerio Público Fiscal estuvo representado por Martín Pizzolo, quien había pedido que se declarara culpable a la imputada por el delito de “homicidio agravado por el vínculo”. El defensor oficial Martín Marcelli, que asistió a Jennifer, pidió la absolución. Gustavo Borghi fue el juez que condujo el debate y confirmó el veredicto, otorgándole de inmediato la libertad a la chica.
En diálogo con Infojus Noticias, Marcelli explicó que fue central haber elegido la opción del juicio por jurados para el caso de Jennifer. “Era importante que se escuchara su historia, el contexto de violencia de género y marginalidad en el que estuvo inmersa en su vida”, contó. Además, el defensor dejó en claro que el veredicto no puede ser apelado por la Fiscalía y confirmó que ayer mismo Jennifer dejó la Unidad Penal 52 de mujeres.
El hecho
El 1 de febrero de 2014 arrancó como casi todos los días. Jennifer, por entonces de 19 años, y su padre, Juan Carlos Kysilka, de 39, discutieron. Pero él, como siempre, le pegó. En la cara y en el cuerpo. Entonces ella, agotada de años de recibir sus golpes y de ver cómo hacía lo mismo con sus hermanas y su madre, se defendió. Un cuchillo tramontina, que estaba sobre la mesa de la cocina de la casa ubicada en Guisasola y General Paz, Barrio Alberdi de Olavarría, fue su arma. La herida en el tórax causó la muerte del hombre, poco después.
A Jennifer la detuvieron, la Justicia le dictó prisión preventiva y, poco después, le concedió la excarcelación. Sin embargo, a un mes del beneficio, tuvo que volver al penal. Un amigo, que tenía problemas, la visitó y eso fue suficiente para que los jueces entendieran que debían revocarle la domiciliaria. Desde ese momento, hasta el día de ayer, permaneció en la UP 52.
Durante el juicio, su madre –que presenció el ataque del hombre, que terminó con su muerte– contó cómo fueron los hechos. También compartió el contexto de vida en el que se crio Jennifer. “Violencia psicológica, física, sexual”, describió el abogado defensor. También declararon los vecinos y dieron cuenta de los golpes que, en plena calle, el hombre les propinaba a sus hijas y a su mujer.
Con ese contexto en vista, los doce jurados analizaron el caso y, una hora después de juntarse a deliberar, volvieron a la sala. La presidenta llevaba en las manos el sobre de papel madera que contenía la decisión final. Los integrantes del jurado tomaron sus lugares y ella entregó al secretario del Tribunal el fallo, para que se lo acercara al juez.
—¿Han alcanzado un veredicto? –preguntó el magistrado.
La mujer respondió que sí. Minutos después, leyó:
—Nosotros, el jurado, encontramos a la acusada Jennifer Ayelén Kysilka no culpable por haber actuado en un estado de legítima defensa en contexto de violencia de género.
Entonces, Jennifer lloró y se abrazó con su abogado, con su madre y con sus hermanas, con la certeza de que el jurado le había devuelto la libertad.
JC/LL