La policía tucumana fue hasta La Rioja luego de la denuncia de una vecina sobre una supuesta fosa cerca del prostíbulo “Candilejas”, uno de los lugares donde fue prostituida Marita Verón. En la excavación no se encontraron restos humanos.
La policía tucumana buscó sin éxito los restos de María de los Ángeles “Marita” Verón, en el fondo de un terreno de la capital riojana donde hasta hace unos años funcionó el prostíbulo “Candilejas”, donde ella habría estado retenida. El lugar fue propiedad de Lidia Irma Medina, que murió en la cárcel en febrero de este año.
La excavación surgió de la denuncia de una vecina del barrio Joaquín V. González. La mujer aseguró que en un pozo de ese terreno se arrojaban fetos de las mujeres que eran obligadas a prostituirse y los cuerpos de las que eran asesinadas.
El operativo estuvo a cargo de Julio Fernández, jefe de la división Trata de Personas de Tucumán y se extendió entre las 12.30 y 17.45. No se encontró ningún resto humano.
En la actualidad, el terreno es propiedad de Rodolfo Silvera, un hombre de 29 años que se lo compró a Medina. "No tengo nada que esconder, así que los dejé pasar sin problemas. Incluso les serví de testigo. Dijeron que no encontraron nada; sólo les pedí que al terminar taparan todo de nuevo", comentó al diario tucumano, La Gaceta.
Silvera conocía a Medina: "Cuando era chico encontrábamos muchas veces a las chicas escondidas detrás de los autos porque eran menores de edad y llegaba la Policía. Mi papá renegaba mucho por la música alta, por los borrachos y porque muchas veces las mujeres salían desnudas. Hoy todo está cerrado”.
Marita Verón fue secuestrada el 3 de abril de 2002. Tenía 23 años y una hija de 3. Su mamá Susana Trimarco la busca desde entonces y creó la fundación María de los Ángeles, que brinda asistencia a las víctimas de trata. El año pasado la causa por el secuestro de Marita llegó a juicio oral y en medio de una fuerte polémica, los 13 acusados fueron absueltos.
Medina fue una de las principales acusadas en la causa. Conocida como “mamá Lili”, era señalada como la mujer que había comprado a Marita y obligado a prostituirse. Entre los acusados estaban dos de sus hijos: José “Chenga” Gómez y Gonzalo. Al momento de su muerte, Medina cumplía una condena por tenencia de estupefacientes.