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Infojus Noticias

1-4-2014|15:17|Inundaciones Buenos AiresProvinciales
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Aniversario de la tragedia

Lo que el agua no se llevó: fotografías recuperadas de la inundación de La Plata

Fernando Lanza volvió a su casa del Barrio de San Carlos dos días después de la inundación de La Plata. Juntó las fotos familiares empapadas y salvó unas cien, la mayoría de ellas dañadas. A un año de la inundación, Soledad Vazquez, fotógrafa de Infojus Noticias, reflexiona sobre el valor de la fotografía.

  • Fernando Lanza
Por: Sol Vazquez

La fotografía repite inmovilizando, dinamiza lo pasado con cada mirada. Re-presenta lo que ya no está. Recupera el pasado para el futuro con una mirada de lo que fuimos, de lo que nos pasó. Ambigua y certera, la fotografía carga con la dicotomía de valores heterogéneos, quizás contradictorios.

Para los griegos, las aguas del río Leteo arrasan con la memoria. La inundación que azotó a La Plata, como si sus aguas vinieran de ese mismísimo rio, irrumpió en nuestras vidas arrasando con todo a su paso.  La fotografía como bien cultural no escapó de ese destino.  

El alma, cuando nacemos, debe atravesar este río del Olvido. Volver es un renacer, pero sin memoria. Sobrevivir a la furia del agua destruyéndolo todo es otro camino.  Casi dos metros de agua invadieron la casa de Fernando, levantando lo inmóvil, abriendo lo cerrado, desdibujando los recuerdos familiares.

  

El agua se retiró y los vecinos se reencontraron las fotos familiares dispersas, mojadas, pegadas, desordenadas, desteñidas. El pasado se desdibuja. El presente duele. El futuro se reconstruye.

La fotografía en el siglo XIX se posiciona como símbolo del recuerdo. La memoria en tanto aletheia significa des-olvido, des-ocultamiento que nos acerca a la verdad. Muestra el ayer que se reaviva en el presente. El pasado que se fortalece hoy al inmovilizarse ayer en una foto pierde sus formas bajo la salvaje invasión del agua.  Con sus formas se va el sentido, esa ausencia que recuperó en presencia cuando se abrió el obturador hoy vuelve a desaparecer.

Los protagonistas son figuras, contrastes y la foto pierde así su símbolo de recuerdo, su valor nostálgico y familiar. Recomponiendo la mirada se redescubren formas y colores que la instalan dentro de  un juego estético de supervivencia.

 

Las fotos familiares así se re-significan en la faena de recuperarlas. Se re-descubre aquella cara sonriente ahora enmarcada por una mancha que dejó el agua a su paso, pero no es aquel pasado que se retrató.

Desenterrar de la memoria a través de la fotografía la presencia de un tiempo que ya no está, no solo significa traer el pasado, sino reconstruirlo, hacerlo carne cada vez que miramos la foto. La diapositiva derritiéndose en lágrimas de colores desarma ese pasado que supo retener con colorida autenticidad hasta aquel 2 de abril del 2013. Las fotos ahora narran otras marcas.

El olvido todo lo desaparece. El río arrastra los recuerdos. 

 

 

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