El domingo a la noche dos chicas y Leandro Soplan tomaron bastante alcohol. Las víctimas, de 19 y 17 años, vivieron una secuencia de terror dentro de la casa hasta que el asesino terminó con sus vidas. Los investigadores reconstruyeron la masacre y la justicia aguarda las pericias para cerrar el caso.
Fue una cacería humana. Eso es lo que se dice por lo bajo en Lobería sobre el doble homicidio que le costó la vida a Rocío Borello, de 19 años y a su amiga Alexandra Teruggi, de 17. El cazador: Leandro Soplan, 21 años, novio de Alexandra.
La causa está en manos de la Ayudantía Fiscal a cargo de Vanesa Schneider, que depende de la Fiscalía Descentralizada del departamento judicial de Necochea, que encabeza Eugenia Quagliaroli. El resultado de la autopsia confirmó que los cuerpos fueron encontrados 20 horas después de muertos.
La escena del crimen fue una estancia a unos 15 kilómetros del centro de Lobería. Ahí, el domingo, los tres fueron a pasar la noche. Llevaron licor de durazno, cerveza y energizaste. Esa misma noche o la madrugada del lunes, por algún motivo que quedará guardado entre las paredes de la estancia Los Carpinchos, se desató la violencia.
Los cuerpos fueron encontrados por el padre de Leandro, que trabaja en la estancia. Su hijo a veces le daba una mano en algunas tareas. Los fines de semana, la estancia quedaba sola y por eso Leandro y su novia iban a pasar el día. El lunes, cuando llegó, vio que todo estaba cerrado. Quiso abrir la puerta. Si bien no estaba con llave, algo se lo impedía. Hizo fuerza y logró abrir. El cuerpo de una de las chicas estaba tirado contra la puerta.
Según pudieron reconstruir los investigadores, el domingo a la noche las dos chicas y Leandro Soplan tomaron bastante alcohol. Cuatro vasos se encontraron sobre una mesa en la escena del crimen. Cuatro vasos, tres cuerpos. Eso llevó a pensar que podría existir un asesino que logró escapar. Pero las ventanas de la casa estaban totalmente cerradas y el cuerpo de una de las víctimas yacía contra la puerta de entrada. La escena del crimen habla: nadie habría podido salir de la casa y dejar todo en esa forma. Después, los investigadores supieron que el cuarto vaso lo usaron para hacer mezclas.
La Fiscalía aguarda las pericias balísticas y toxicológicas para dar cierre al caso y confirmar que entrada la noche, Soplan habría agarrado una escopeta Centauro calibre 16, de un solo caño y disparado seis veces. A una de las chicas la habría ejecutado en una especie de lavadero: disparo en la cabeza y en el glúteo. La otra, contra la puerta de salida: disparo en la espalda y en la cabeza. También se encontró un tiro en el piso. Soplan, sentado en la cama de dos plazas, habría puesto la escopeta entre sus piernas y, con el caño en la boca, disparó.
Seis tiros con un arma que necesita ser recargada manualmente luego de cada disparo. Esto les permitió deducir a los investigadores que las víctimas vivieron una secuencia de terror dentro de la casa hasta que el asesino terminó con sus vidas.
Lobería una vez más quedó consternada a siete meses del asesinato del intendente Hugo Rodríguez y el director del Taller Protegido, Héctor Ávarez, a manos del ex empleado municipal Julio César “Tyson” Aldecoa.