Infojus Noticias

El 11 de abril de 2012 Desiderio Maciel vio que salía humo negro de la casa de su vecino, Armando Martín. Preocupado, salió a la calle y fue a ver qué pasaba. Se cruzó con la madre de Martín y le ofreció ayuda. La mujer fue tajante: “ya está todo bien”. Eso contó hoy a la mañana Maciel en la segunda audiencia del juicio por el asesinato de María Medina, quien fue brutalmente golpeada y carbonizada en la casa del humo negro.

“Su testimonio es importante. Vio a la madre de Martín salir con una cartera y María tiene una herida en la parte posterior del cuello presumiblemente ocasionada por un cuchillo o un destornillador que los investigadores nunca encontraron en la escena del crimen”, dijo a Infojus Noticias Carlos Mayer, el abogado que representa como querellante a Ruth Tomatis, la madre de María. El asesinato llegó a juicio caratulado como  “homicidio doblemente agravado por alevosía y ensañamiento” y Martín es el único imputado.

Antes, los jueces Pedro Roldán Vázquez, María Elisa Molina y Juana Juárez de sala I de la Cámara Penal habían escuchado a una de las amigas de María. Contó que él la hostigaba y le pedía que dejara las clases de pilates porque “sentía celos de los profesores”. Y que pese a que salieron apenas poco más de cinco meses —entre noviembre y abril― desde un principio Martín intentó que la chica se alejara de su familia y amigos.

Después fue el turno de dos médicos psiquiatras que desmintieron la versión de otra médica, que presentada por la defensa, sostuvo que Martín intentó suicidarse. “Los testimonios de estos médicos confirmaron que es un manipulador”, concluyó Mayer. Graciela Martín contó que María conoció a su hermano cuando él llevaba a su hijo (sobrino del imputado) a la clases de inglés que le daba la joven. “Mi hermano nunca ha sido loco, ni tomaba alcohol”, dijo Graciela ante los jueces.

El crimen

Ese día, antes que las llamas la carbonizaran, María ya tenía la nariz, la mandíbula y las costillas fracturadas por los golpes, según confirmó la autopsia. Aunque no murió por el fuego, después del ataque y cuando todavía estaba en llamas, habría quedado encerrada en la habitación: su cuerpo se apagó por falta de oxígeno y murió asfixiada. Por esto, Mayer planea pedir para Martín la pena máxima porque “actuó con perversidad brutal, prolongado innecesariamente su agonía”.

La primera testigo en este juicio fue Mercedes Chávez, una expareja de Martín que también padeció sus maltratos. Obligada a trasladarse en una silla de ruedas desde la infancia, Mercedes pidió que los medios televisivos y los fotógrafos se retiraran de la sala. “La maté por amor a vos”, recordó que le dijo Martín esa tarde cuando la llamó. Fue ella quien inmediatamente después se comunicó con Ruth y le advirtió que su hija estaba en peligro.

La segunda en hablar ayer ante los jueces fue la propia Ruth. La mujer contó que el día que mataron a su hija fue Chávez quien la alertó. Tras recibir ese llamado, se subió a  un taxi y pidió que la llevaran rápidamente a la casa María convivía con Martín, pero cuando llegó no pudo entrar. Y aunque vio humo y al poco tiempo llegó la policía, nunca imaginó lo que iba a encontrar: “había mucho humo y vi un montículo tapado, pero no imaginé que era María”, recordó ante los jueces. Afectada por el recuerdo después de declarar la mujer tuvo que ser asistida por el servicio médico de tribunales.