Se trata de Héctor Amarilla. Está prófugo desde hace dos días en una causa en la que está acusado por el homicidio doblemente agravado por alevosía de un adolescente. Fue en septiembre del año pasado.
El comisario Héctor Alejandro Amarilla se fugó. Está imputado por el homicidio doblemente agravado por alevosía de un adolescente al que agarró de la ropa, le apoyó su arma reglamentaria en la carótida y disparó. Fue el 25 de septiembre del año pasado y el policía, que trabajaba en la Comisaría 2 de Lanús, estuvo libre durante toda la etapa de instrucción. El lunes el fiscal ordenó su detención pero Amarilla no pudo ser ubicado ni en su casa ni en su trabajo y el martes se pidió su captura nacional e internacional.
Ante la prueba recolectada, que demostraba que Amarilla apoyó el arma en el cuello del joven y disparó, el fiscal Nicolás Kazewsky, de la UFI 8 de Lomas de Zamora, consideró necesario pedir la detención. La medida fue avalada por el juez de Garantías 3 de Lomas de Zamora, Gustavo Gaig, pero el comisario no pudo ser encontrado: el último día que fue a trabajar fue el vienes pasado.
Según consta en la causa judicial, Nicolás Vázquez, de 18 años, salió de su casa el 25 de septiembre de 2013. Se encontró con unos amigos en el centro de Lanús, en el conurbano bonaerense, para ir a almorzar a un local de comidas rápidas pero antes decidió mirar unas zapatillas en un comercio de venta de ropa deportiva, sobre la peatonal 9 de Julio. Faltaba poco para las tres de la tarde.
Entró, miró las zapatillas y se fue para el probador con tres remeras. Salió, dejó dos sobre el mostrador y encaró hacia la puerta pero al cruzarla sonó la alarma y empezó a correr. Detrás de él fue Amarilla, quien sumaba horas al sueldo en ese local.
Amarilla lo corrió dos cuadras por Oncativo, que corta 9 de Julio. Al llegar a la esquina con Margarita Weld, la cámara de seguridad de una inmobiliaria muestra que Vazquez corre sin armas. Y atrás va Amarilla, quien hace el primer disparo (ahí los investigadores recogieron una vaina). También los vio un hombre que hacía tareas de albañilería y confirmó que Vazquez corría sin armas en la mano.
En esa carrera, Vázquez se saca la remera y la tira. Unos metros más adelante, sobre Las Piedras al 1400, frena, se da vuelta y queda frente a Amarilla, se abre la campera y levanta las manos. "El de campera negra, (Amarilla), se acerca al de campera blanca (Vázquez), es como que lo toma y ahí le pega el tiro, ahí escuché el disparo. Después del disparo, el de campera negra lo sostiene y le saca algo, y se va, y el de campera blanca, cae", dijo un testigo en la causa. La pericia balística determinó que había gránulos de pólvora en la piel del cuello de Vázquez: le apoyaron la pistola y dispararon.
Amarilla volvió caminando por Las Piedras, dobló por Oncativo y se fue. Poco después llegó una patrulla de control urbano y unos veinte minutos más tarde reapareció el comisario Amarilla. Caminaba con dificultad, tenía un disparo en una pierna.
Lo llevaron al Hospital de Lanús y allí entregó su arma y otra que supuestamente le había sacado a Vázquez. Una era la suya, el arma reglamentaria, la otra era un arma Bersa, con número de identificación limado, que luego se demostró que pertenecía a otro policía.