Se trata de Germán Almirón, un agente de la División Judiciales de la Policía santafesina. Las acusaciones en su contra van desde la fuga de un miembro de la banda Los Monos hasta la planificación del homicidio de un juez y un fiscal. Un juez lo procesó por brindar protección a una banda narco que traía cocaína del norte del país y la distribuía en Rosario.
La foja de servicios del suboficial Germán Matías el “Ruso” Almirón se parece más a un prontuario que a un legajo de un agente de la División Judiciales de la Policía santafesina. Las acusaciones en su contra van desde la fuga de un miembro de la banda Los Monos hasta la planificación del homicidio de un juez y un fiscal. El policía, que ya había estado preso por asaltar un búnker de drogas utilizando un patrullero, sumó ahora una mancha más a su legajo. Un juez federal lo procesó por brindar protección a una banda narco que traía cocaína del norte del país y la distribuía en Rosario.
En enero Almirón recibió un llamado de Julio César Feldkircher.
-Me estuvo siguiendo la otra vez un Siena y anduve averiguando con un par y me dijeron que son de Judiciales- avisó Feldkircher.
-Ahora voy a preguntar si hay algo de eso ahí de Judiciales o de dónde es- lo tranquilizó Almirón, que todavía trabajaba en la Brigada Operativa de la División Judiciales de la policía provincial. El policía hizo las averiguaciones y devolvió el llamado.
-Nuestro no es seguro, pero te puedo decir de quién puede ser. Nosotros tenemos, escuchá bien: Ranger gris polarizada, Corsa blanco, Corsa gris, Peugeot 206 negro y una camioneta Ford vieja.
Almirón dedujo que el auto que seguía a su amigo podía ser de la Policía Federal. No se equivocaba. Desde septiembre de 2013 la justicia federal y la División Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal investigaban a la banda de Feldkircher.
A partir de la intervención de dos celulares, el fiscal Juan Patricio Murray -en ese entonces a cargo de la investigación -supo cómo operaba la banda. Reina Isabel Quevedo, alias la “Vieja Chela”, traía la cocaína desde Salta. La mujer es hermana de un viejo ladrón convertido en narco que fue asesinado en octubre de 2012 en la puerta de su casa de Villa Gobernador Gálvez, donde cumplía arresto domiciliario. Feldkircher recibía la droga en la ciudad de Funes, en el límite con Rosario. Allí funcionaban cocinas donde se estiraba la droga que después distribuían en búnkers y a través de deliverys.
Para esa época las preocupaciones de Feldkircher estaban puestas el sistema financiero. El aumento del dólar amenazaba con poner en riesgo el negocio.
-No estamos haciendo nada. Porque perdimos, amigo, ni te imaginás como perdimos. ¿Viste a cuánto se fue ahora?- detalló Feldkircher a su amigo el Ruso Almirón.
A pesar de la devaluación Feldkircher intentó una operación. La “Vieja Chela” viajó al norte. El 9 de febrero, la Policía Federal interceptó dos autos en una estación de servicio sobre la ruta 34, cerca de Metán, en Salta. La mujer viajó con un remisero en una Toyota Rav 4 anotada a su nombre. Ocultos en un doble fondo del baúl llevaban 80 kilos de cocaína. En una VW Amarok gris iban Silvana Barbora y Sergio Galarza, a quien habían contratado para que custodie la carga. En los dos autos se encontraron armas y cargadores.
Al mismo tiempo, en Rosario, Funes y Villa Gobernador Gálvez, la Federal realizó 16 allanamientos que la fiscal Adriana Sacone –que reemplazó a Murray en la fiscalía- había pedido al juez Carlos Vera Barros. Allí encontraron precursores químicos, cuatro prensas hidráulicas y 90 kilos de material de corte.
Coimas para liberar a un sicario
Para esa época, el “Ruso” Almirón ya estaba preso por facilitar la fuga de Juan Domingo Ramírez, un miembro de la banda Los Monos. Tras la fuga, la mujer de Domínguez había denunciado que cuando su marido estuvo preso un grupo de policías de Judiciales le había pedido dinero y un Citroën C3 para dejarlo escapar. En una rueda de reconocimiento la mujer reconoció a Almirón como el policía que se reunió con ella en la esquina de 27 de Febrero y Ovidio Lagos para "llegar a un acuerdo".
Desde la Alcaidía de la Jefatura de Policía, donde estaba detenido, Almirón siguió hablando por teléfono sin saber que estaba siendo escuchado por la Justicia Federal.
-La semana que viene, la otra, cambian a exacciones ilegales (un delito menor al de cohecho) y con esa carátula me dan la libertad- le contó a uno de sus interlocutores.
Desde su celda, Almirón siguió manejando algunos negocios. En varias llamadas aparece haciendo “transacciones ilícitas vinculadas a estupefacientes, como cuando se refiere a ‘vaselina’, ‘plataforma’” y cuando hace alusión a determinados porcentajes”, dice el procesamiento.
También hablaba con Aaron Treves. El hombre de 31 años está preso en Coronda por homicidio y por manejar varias cocinas de cocaína.
-Hay que matar a un juez o a un fiscal para que esto no pase más. Nunca mataron a un juez. Nunca les pasó nada. Y hoy son los dueños del poder- le dijo en una de esas charlas Almirón a Treves. En la conversación se hace referencia a “Salchicha”, que sería el juez Juan Carlos Vienna, y a “Bocón”, posiblemente el fiscal de Cámara Guillermo Camporini. Para los investigadores, los dos detenidos planeaban asesinar al juez y al fiscal que investigan a Los Monos.
Al conocerse las escuchas se abrió un expediente en la justicia provincial por la supuesta planificación del atentado contra el fiscal y el juez y se allanó la cárcel de Coronda y la Alcaidía. En la celda de Almirón se encontró un celular que está siendo peritado. El policía fue trasladado a la cárcel de máxima seguridad de Piñeiro. Allí ocupa una celda enfrentada a la de Ariel “Guille” Cantero, uno de los jefes de Los Monos.
Hace unos días Almirón fue trasladado a los tribunales federales de Rosario. Llegó al despacho del juez Vera Barros custodiado por ocho efectivos del grupo de elite del Servicio Penitenciario Santafesino que portaban armas largas y sus rostros cubiertos. El "Ruso", acostumbrado a vestir uniforme policial, llevaba un chaleco antibalas y las manos esposadas. Negó todo. Para el juez, las escuchas son prueba suficiente de sus vínculos con la banda narco. Y firmó su procesamiento. Una mancha más a un prontuario digno de un delincuente experimentado.