En un juicio abreviado, la Justicia Federal condenó a nueve miembros de la banda y a dos agentes del Comando Radioeléctrico que cobraban coimas para permitir el funcionamientos de los búnkers. Norma López manejaba el negocio desde una rotisería en la zona noroeste de la ciudad.
Una rotisería del barrio La Cerámica, en la zona noroeste de Rosario, era la fachada legal del negocio de la “Tía” Norma López. Desde ahí manejaba los kiosquitos de venta de drogas y coordinaba el pago de coimas a la policía. Esta semana, la Justicia Federal condenó a la mujer a seis años de prisión en un juicio abreviado que incluyó a ocho miembros de su banda y a dos policías.
“Era una organización familiar. La principal responsable era Norma López, que tenía distintos puntos de venta en la zona”, explicó a Infojus Noticias el fiscal Adolfo Villate. El acuerdo firmado entre el fiscal y la defensa de los once acusados fue ratificado por los jueces del Tribunal Federal Nº1 Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Luciano Lauría.
La Tía recibió la pena más alta. La declararon reincidente y le dieron seis años por liderar la organización. Cuatro miembros de la banda fueron condenados a cuatro años como partícipes necesarios y otros dos a tres años de prisión en suspenso por ser considerados partícipes necesarios. Los policías Miguel Angel Buljubasich y Daniel Fabián Shea acordaron una pena de tres años y seis meses e inhabilitación por el doble de la condena.
“Es un acuerdo beneficioso porque se llegó a una condena que se podía obtener en un juicio. Y había una cosa que jugaba en contra: en los allanamientos se secuestró poca cantidad de drogas, apenas 300 gramos de cocaína”, detalló Villate. La principal prueba con que contaba la Justicia eran las escuchas. La Tía dirigía mucha de las operaciones desde la Rotisería por teléfono. Una de las grabaciones es del 28 de agosto de 2011 a las 20.40. La Tola llamó a la jefa desde el búnker de calle La Cumbre al 1800.
—Tía, acá tengo un comando que no me deja laburar. ¿Les doy 100 pesos? Pero no sé, son viejos esos comandos.
—Dale 200. No pasa nada, está todo bien. Ya hablé con ellos y todo.
Los agentes de la PSA vieron a la mujer salir del búnker y entregar la plata a los policías. El rastreo satelital confirmó que ese día, a esa hora, el móvil 3723 del Comando Radioeléctrico estuvo detenido cinco minutos en la cuadra.
La banda de La Tía cayó el 9 de noviembre de 2011. Un centenar de policías de la PSA invadió el barrio. Hicieron nueve allanamientos: en la rotisería, en los búnkers, en la comisaría 12 de barrio Ludueña y en el Comando Radioeléctrico de la Jefatura local. En total hubo 11 detenidos, entre ellos la jefa, cuatro de sus hijos y un policía. Otros dos agentes fueron detenidos cuatro meses después.
Una vez cayó la banda de La Tía, la justicia fue por el proveedor que aparecía en las escuchas. A sus 24 años, “Ojito” Ignacio Actis Caporale había alcanzado la cima: tenía varios departamentos, manejaba autos de alta gama y salía con una modelo. Había pasado de vender drogas en fiestas electrónicas a liderar una banda que proveía cocaína y marihuana a una decena de búnkers en la zona noroeste y a varios vendedores minoristas de otras localidades de sur de la provincia y la ciudad de Santa Fe.
En septiembre de 2012, Ojito volvía con su novia -una modelo argentina- de unas vacaciones en Colombia.
—Cayó la cana a tu casa— le avisaron—. Te están esperando en Ezeiza.
En el aeropuerto, los policías se sorprendieron al ver que la modelo bajaba sola. El equipaje de su novio quedó girando en la cinta transportadora sin que nadie se acercara a recogerlo. El joven se había bajado en una escala en Lima.
La PSA hizo 14 allanamientos simultáneos en tres ciudades. Detuvieron a 9 personas -entre ellas Jorge Actis Caporale, padre de Ojito- y secuestraron 4 kilos de cocaína de máxima pureza, 3 kilos de marihuana, 400 pastillas de éxtasis, 40 troqueles de LSD, varias dosis de ketamina, seis autos de alta gama, ocho armas de fuego y 250 mil pesos en efectivo.
En el departamento del jefe, en el centro rosarino, encontraron tres kilos de cocaína, más de un kilo de marihuana y 250 mil pesos en efectivo. Ojito nunca apareció.