Si bien 2013 fue el año de los crímenes narco, para algunos especialistas el fenómeno de drogas no es lo único que explica esta violencia creciente.
En una remisería de lo localidad de Villa Gobernador Gálvez, limítrofe con Rosario, Leonardo Bassi, hermano de un supuesto narco, fue asesinado la tarde del 31 de diciembre pasado de dos disparos: uno en el brazo y otro en la parrilla costal derecha. Ese día, en el departamento de Rosario hubo otros tres crímenes que elevaron a 264 la cifra de homicidios dolosos de 2013. La ciudad cerró el año con una tasa de 22 asesinatos cada 100 mil habitantes, una alarmante cifra que triplica la media de ciudades como Buenos Aires y Córdoba.
El hermano de Leonardo Bassi, Luis Orlando “El Pollo” Bassi, está detenido por el crimen de Claudio el Pájaro Cantero, jefe de Los Monos, la banda que domina la venta de drogas en la zona sur de Rosario. El Pollo Bassi, cuya familia es dueña de la remisería donde fue asesinado Leonardo, está señalado como el narco más importante de Villa Gobernador Gálvez. Esa localidad, ubicada al sur de Rosario, concentró 34 de los 264 crímenes que hubo en el departamento el año. El dato cobra relevancia si se tiene en cuenta que en la ciudad habita menos del siete por ciento de las casi 1 millón doscientas mil personas que viven en el departamento Rosario, que abarca unas 22 localidades del sur santafesino.
En dos años la cifra de homicidios en el departamento creció más del doble: de los 124 casos en 2010 se llegó a 264 en 2013, una tasa de 22 crímenes cada cien mil habitantes –se reduce a 21 si se cuenta solo a la ciudad de Rosario-. La cifra contrasta con la media de otras ciudades como Buenos Aires (según el informe de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en base al último análisis presentado, en 2012 la tasa fue de 6,93) y Córdoba (el año pasado hubo 6,9 homicidios cada 100 mil habitantes).
El 2013 fue el año de los crímenes narco en Rosario: el 26 de mayo, el Pájaro Cantero fue acribillado a balazos en la puerta del boliche Infinity Night, de Villa Gobernador Gálvez. El crimen del jefe inauguró una seguidilla de venganzas: el dueño del bar, el “Tarta” Diego Omar Demarre, fue señalado como el entregador. Al día siguiente, cuando volvía de declarar de tribunales manejando su Peugeot Partner gris recibió cinco tiros y murió en el acto.
Los allegados al Pájaro Cantero también sospecharon que Milton César, de 23 años, había sido el ejecutor del líder de Los Monos. El 28 de mayo a la tardela camioneta 4x4 Nissan en la que viajaba la familia de Milton se detuvo frente al semáforo de Avenida Francia y Acevedo. Dos motos frenaron a un costado y la camioneta -en la que viajaban tres hombres, una mujer, un nene de 11 años y una nena de 9- recibió una lluvia de balas. El hermano de Milton César y un amigo murieron en el acto. La madre falleció algunos meses más tarde.
Otro crimen resonante fue el de Luis Medina. El empresario, acusado de liderar una organización dedicada al comercio de drogas en la zona noroeste de Rosario y otras localidades del sur santafesino, fue asesinado junto a su novia, la modelo Justina Pérez, la madrugada del sábado 27 de diciembre.
Según la reconstrucción que hizo la Justicia, una moto se le puso delante del Citröen DS3 en el que viajaba la pareja y un auto “gris de porte pequeño” se colocó del lado del conductor. Desde el auto les dispararon en movimiento: Medina recibió tres balazos que lo atravesaron de lado a lado. Cuando el auto se detuvo lo ejecutaron de 14 balazos por la espalda a una distancia corta. Justina, que había recibido tres tiros, murió cuando llegó la ambulancia.
No todo se reduce al narco
Más allá de la repercusión que tuvieron los crímenes narco, según explica el Enrique Font, titular de la cátedra de Criminología de la Universidad Nacional de Rosario, integrante del Subcomité para la Prevención de la Tortura de la ONU y ex secretario de Seguridad Comunitaria de la Provincia de Santa Fe, "el fenómeno de drogas no es lo que está produciendo los homicidios en Rosario".
Para Font, el perfil de las víctimas de la violencia en Rosario está claramente definido: son hombres, jóvenes y de los sectores populares. Las estadísticas lo confirman: más de la mitad de los homicidios cometidos en Rosario en 2013 fueron en la zona sur y oeste. De las 264 víctimas, 178 tenían menos de 35 años.
“Son jóvenes incluidos en términos de aspiraciones: a un laburo, a dinero, a las nike; y profundamente excluidos en términos estructurales y en términos de trabajo, hostigados y estigmatizados por la policía. Pertenecer a una banda, participar de manera fluctuante de arrebatos, escruches y delitos es una alternativa para construir identidad, vínculos, redes. Y la hipermasculinidad de la violencia es un mecanismo fuerte de reconocimiento social en el contexto. Es produce quilombos todo el tiempo”, explicó el criminólogo en una entrevista que dio a Infojus Noticias.