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El sábado, cuando caía la tarde, a Gerardo Gabriel Tercero lo mataron en el monte. Fue en el camino que recorren los bagayeros que cruzan mercadería clandestinamente desde Bermejo, en Bolivia, hasta la fronteriza localidad de Aguas Blancas, en el departamento salteño de Orán. Tercero pasó cerca del puesto 28 de Gendarmería Nacional que se encuentra entre ambas localidades. Por su asesinato están detenidos seis gendarmes.

El titular del Juzgado Federal de San Ramón de la Nva. Orán, Raúl Reynoso, que está a cargo de la investigación determinó que la instrucción de la causa quedará en manos de la policía provincial. Hasta el momento sobre la causa pesa el secreto de sumario. Pero el secretario penal del juzgado, Alejandro Daer, dijo a Infojus Noticias que entre hoy y mañana, está previsto que los gendarmes presten declaración indagatoria.

El sábado, los gendarmes hablaron de un “operativo de rutina”. Cuando se conoció la noticia, una radio local habló de enfrentamiento. Y se instaló la versión de que el joven de 20 años se había ahogado con el bolo de hojas de coca que mascaba para soportar el trabajo. Entonces los ánimos se caldearon, unos 500 bagayeros se fueron a la ruta y la versión comenzó a desarmarse.

La autopsia recién la autorizaron cerca de la medianoche. Más tarde, el comisario de la policía provincial, Edgardo Tejerina, confirmó que a Gerardo lo mató una bala nueve milímetros (como las que reglamentariamente usan los gendarmes) que le “ingresó por el glúteo”. El chico se desangró. Un video tomado tras el ataque, lo muestra lívido y con el torso desnudo, mientras los gendarmes lo cargan en la caja de una camioneta.

 Por ese paso de frontera, diariamente unas 2000 personas cargan los bultos que traen desde Bolivia. Los paquetes que montan sobre sus espaldas pueden llegar a tener casi dos metros de alto, explicó Infojus noticias el corresponsal comunitario de Radio Nacional Salta, Ricardo Zarra. Desestimó que los bagayeros puedan “enfrentar” a los gendarmes soportando cargas de entre 20 y 50 kilos. “Más bien salen corriendo. Y los abusos de los gendarmes son frecuentes, les pegan, los corren, se burla. Pero generalmente los dejan pasar, de eso trabaja mucha gente en la zona”, dijo Zarra, que también participa de un colectivo de artistas que trabaja en la defensa de los derechos humanos.