Después de las condenas a Estefanía Heit, periodista, y Jesús Olivera, falso pastor, por mantenerla cautiva y someterla a servidumbre, Molina ahora afronta dos causas por estafa en Choele Choel.
A Sonia Molina la redujeron a la servidumbre, la torturaron, la abusaron sexualmente, y la hicieron pasar hambre y sed durante 90 días. Estefanía Heit, periodista, y su marido, el falso pastor Jesús Olivera, la mantuvieron cautiva en una casa de Coronel Suárez hasta el 12 de noviembre de 2012, cuando Sonia escapó. El lunes Heit y Olivera fueron condenados a 13 y 18 años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de Bahía Blanca. Pero para Sonia el calvario judicial continúa. “Tengo dos causas en Choele Choel por estafa, porque ellos me obligaron a venderla dos veces”, dijo Sonia a Infojus Noticias. En el Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 30 de Choele Choel, a cargo de Julio Martínez Vivot, tramitan esas dos causas contra Molina, acusada de estafa por la venta de su vivienda en Río Colorado, Río Negro, en dos oportunidades. “Es una operación que no podría haber hecho ni siquiera la primera vez, porque la vivienda había sido otorgada en un plan municipal”, explicaron a Infojus Noticas fuentes judiciales. Ambos expedientes se encuentran en la fase inicial y Sonia ya declaró.
En la causa que juzgó el cautiverio de Molina las estafas también ocuparon un capítulo importante. Para el TOC N° 1 -integrado por los jueces María Elena Baquedano, Mario Lindor Burgos y Hugo Adrián De Rosa- Heit y Olivera engañaron a Molina “aduciendo la existencia de una congregación denominada "Amar es Combatir". La organización estaba dedicada –supuestamente- a la realización de obras benéficas a personas carecientes y con capacidades disminuidas, y crear una nueva congregación, "VISION XXI". Allí se suponía iban a parar todos los aportes económicos que Heit y Olivera le solicitaron a Molina.
“Siempre ayudé a la gente y cuando él –por Olivera- me comentó del proyecto no lo dudé y me quise sumar. Por eso vendí todo lo que me pidieron y les di la plata”, explicó la mujer. Con ese ardid la llevaron desde Río Colorado, de donde era oriunda, hacia Coronel Suárez, donde ellos vivían. Pero Sonia viajó creyendo que se instalaría en Santa Rosa, La Pampa, para estudiar contabilidad y hacerse cargo de la parte económica del proyecto. Nunca sucedió. En Suárez, y tras unos meses trabajando junto a una familia, Sonia fue reducida a la servidumbre y obligada a comer excremento de perro. “Abrir la boca significaba que me dieran una golpiza”, contó a esta agencia. Hasta que una mañana escapó. Cuando la encontraron pesaba 45 kilos, 20 menos que antes del encierro.
El fallo del Tribunal expresó que para lograr que Sonia vendiera sus bienes, el aporte de Heit fue fundamental. Con el argumento de “tener la calidad de comunicadora social y abogada”, logró que Sonia “procediera a la venta de la totalidad de sus bienes (inmuebles y muebles) e hiciera entrega de dicho dinero a los responsables del engaño, con el supuesto destino a la adquisición de una propiedad en la ciudad de Santa Rosa. Así, Sonia Marisol Molina por consejo de los autores de la maniobra ilícita, vendió en dos oportunidades su propiedad a los efectos antes señalados, entregando la víctima la totalidad del dinero consistente en la suma de cien mil pesos”, sostuvieron los jueces.
En esa casa hoy vive la mujer a la que Sonia se la vendió primero. Pero no fue la única propiedad que perdió al sumarse al proyecto de Heit y Olivera. También les entregó 22.000 pesos que había recibido a raíz de un reclamo laboral a su entonces empleador, y una moto de 110 cc, que vendió el matrimonio. Ellos también se quedaban con el dinero que Sonia cobraba por su trabajo como masajista, reflexóloga y cuidadora de ancianos.
Una personalidad vulnerable
Al dictar sentencia el tribunal también tuvo en cuenta la personalidad de Molina, algo que también podría pesar sobre estas causas en proceso. En el debate, la psicóloga Marianela Parenti, resaltó que Sonia "...es dócil psíquicamente a quien la domina” y agregó que “la parte espiritual era importante, era capaz de no pensar en ella con tal de hacer lo que le pidiera su pastor".
Los peritos psicólogos oficiales de este departamento judicial, Jorge Daniel Rabadán y Julio Germán Tapia, explicaron que Sonia, a raíz de sus "... limitaciones personales se esfuerza por relacionarse con otros a través esa conducta de ayuda y solidaridad ... la idea del servicio a la causa evangélica es más fuerte que la posibilidad de pensar el precio que debería pagar ella o su hija, por lo que hace ...". Para el psiquiatra Enrique Grimi, Molina es "... fácilmente influenciable y manipulable ...".
Las entregas patrimoniales de Molina a la causa fueron con fines solidarios, pero terminaron en propio beneficio de Heit y Olivera. Con los dos condenados, Sonia ahora tiene un nuevo objetivo en su derrotero judicial: probar en Choele Choel todo lo que el TOC N° 1 consideró probado y ser absuelta.