El caso puso sobre la mesa la violencia narco en Rosario y dejó en evidencia la complicidad policial. En la última audiencia los abogados defensores pidieron la absolución de los cuatro acusados.
La sentencia en el juicio por el triple crimen de Rosario ya tiene fecha: el jueves a las 12.30 los jueces Gustavo Salvador, Ismael Manfrín y José Luis Mascali darán a conocer el veredicto contra los cuatro acusados de asesinar la madrugada del 1 de enero de 2012 a tres militantes del Movimiento 26 de Junio, que integra el Frente Popular Darío Santillán. Ayer, en los alegatos de clausura, los defensores pidieron la absolución de los imputados y plantearon una serie de nulidades. Los fiscasles Nora Marull y Luis Schiappa Pietra habían pedido penas de entre 26 y 30 años.
Los compañeros de militancia de Jeremías Trasante, de 17 años, Claudio “Mono” Suárez, de 19, Adrián “Patom” Rodríguez, de 20, mantendrán el acampe frente a los tribunales hasta el jueves. “Se aproximan 72 horas de pura expectativa, de mucha angustia por la ausencia de los pibes, pero también de enorme y sentido orgullo, de mucha satisfacción por no haber bajado los brazos, por haber esquivado el circular e interminable camino de la venganza, de la violencia, y entender que el camino de la Justicia, de esta Justicia, es con lucha o no es”, indicaron desde el Movimiento 26 de Junio.
En la última audiencia previo a la sentencia, los abogados de los acusados Sergio el "Quemado" Rodríguez, Daniel “Teletubi” Delgado, Brian “Pescadito” Sprio y Mauricio “Chupín” Palavecino expusieron durante seis horas. Adrián Martínez y Carlos Varela, defensores del Quemado plantearon la nulidad de los testimonios durante la instrucción y, en consecuencia, de la requisitoria de elevación a juicio. "No sé si en Santa Fe se declarará la nulidad pero sí cuándo traspase los límites de esta provincia en una instancia superior", dijo Martínez.
La dupla también cuestionó las intervenciones telefónicas (acumulan más de 500 cds y 340 casetes) y la declaración que hizo como testigo Chupín Palavecino ante de ser imputado como “partícipe necesario”."Se hizo así para evitar la presencia del defensor", dijo Martínez. También criticaron el reconocimiento que hizo el sobreviviente y testigo clave de la masacre, Marcelo el Moki Suárez. Sostuvieron que cuando la foto de su defendido ya había circulado por los medios de comunicación a partir de su detención.
"No se produjo una sola prueba concreta para arribar a la condena como quiere la fiscal”, dijo Gabriel Navas, representante de Teletubi y Pescadito. “No hay pruebas que demuestren que Delgado y Sprio hayan estado ese día allí, mucho menos de que hayan hecho los disparos mortales", agregó. Su colega Fausto Yrure, con el que comparte la defensa de los acusados, dijo que "la teoría que eligió la fiscalía para contextualizar esto dentro del mundo narco, pretendió esa versión para cubrir falencias probatorias".
Ignacio Carbone, defensor de Chupín Palavecino, señalado como el que manejó la Kangoo blanca en la que la banda del Quemado llegó la madrugada del 1 de enero a la canchita de Villa Moreno, en la zona sur de Rosario, apuntó a derribar las pruebas contra su cliente. “Son endebles. La producción de la prueba no fue la correcta en el control de legalidad”, dijo. Centró su alegato en demostrar que ese día, la camioneta del padre de Chupín estaba en un pueblo cercano.
“La declaración de mi cliente es de nulidad absoluta, pido que no se la use en este proceso. También la forma de incorporarlo a la causa fue caótica”, agregó.
El juicio
En tres semanas de juicio casi 80 testigos desfilaron frente al tribunal. La fiscalía también aportó pericias balísticas, filmaciones y una selección de los más de 500 cds y 340 casetes con escuchas telefónicas a los acusados. Con estos elementos los fiscales y las querellas consideran probado que el Quemado junto con Teletubi, Pescadito, Chupín y un joven de 17 años fueron a la canchita de Villa Moreno para vengar un ataque al hijo del Quemado, que agonizaba en el hospital.
En la canchita no estaban los que habían baleado al Quemadito. Sentados detrás del arco, Jere, Mono, Patom y el Moki tomaban una sidra. “Conformaban una banda consolidada, tenían disponibilidad económica, armas de fuego y experiencia previa en ataques similares. En menos de una hora organizaron y ejecutaron el ataque. Los mataron con una ametralladora y pistolas nueve milímetros”, explicó la abogada querellante Jessica Venturi. El Moki fue el único sobreviviente. Alcanzó a correr y se escondió en una zanja.
En los alegatos de clausura, la querella compuesta por Federico Garat y Venturi sostuvo que el triple crimen no fue aislado o casual, sino que debe verse en el marco de enfrentamiento recíproco de bandas. Hubo modalidad homicida, un despliegue organizado, efectuado con rapidez, con recursos económicos, vehículos y armas disponibles en un breve lapso de tiempo. Agregó que se infundió terror en el lugar que derivó en obstáculos a la investigación y se mostró una violencia inusitada. Afirmó que se trata de una disputa territorial vinculada al narcotráfico, donde el entorno de las víctimas debió desagraviar sus nombres. Se refirió a la cantidad de balas que recibieron los jóvenes asesinados y la corta distancia con la que fueron atacados y el vínculo de los acusados, especialmente el quemado, con el personal policial.
La banda del Quemado
En tribunales, el alias el Quemado apareció en 2001: una causa de enero por abuso de armas y otra de noviembre por un intento de robo a mano armada y lesiones. Cuando el narcotráfico empezó a consolidarse en la periferia rosarina -de la mano de viejos ladrones devenidos en transas y policías cómplices- entendió que el negocio de las drogas era mucho más rentable.
El Quemado extendió su poder en barrio Alvear y las villas La Lata y Moreno. Con su hijo Maximiliano, alias el Quemadito, y Daniel “Teletubi” Delgado manejaban al menos cinco bunkers. El crecimiento estuvo ligado a dos factores: los acuerdos con la policía y el apoyo de Los Monos, la banda que controlaba a sangre y fuego la venta de drogas en la zona sur de Rosario.
El negocio funcionó con relativa tranquilidad hasta que a mediados de 2011 un grupo de jóvenes de Villa Moreno, entre los que estaba el “Negro” Ezequiel Villalba, comenzaron a mejicanearle los bunkers. Según los fiscales, la noche de año nuevo el Negro Ezequiel buscó vengar el ataque a un amigo suyo y con otro joven atacó a tiros al hijo del Quemado.