Lucas Sebastián Cuelho falleció apuñalado luego de forcejear con su pareja y con su hijastro. Aurora Esther Ledesma lo había denunciado por violencia de género. La mujer y su hijo son los principales sospechosos del crimen. “Había un contexto de violencia familiar”, dijo el fiscal de la causa a Infojus Noticias.
Aurora Esther Ledesma tiene 50 años y un rosario de palizas encima. Su última pareja, Lucas Sebastián Cuelho, el hombre que dormía con ella, en su casa de una localidad entrerriana, ahora está muerto: el viernes último a las 21.20 de la noche recibió 13 puñaladas, la que resultó letal le atravesó el cuello. La mujer y su hijo son los principales sospechosos del crimen: según un testigo directo y clave de la investigación judicial -un hombre que estaba de visita en una casa contigua- el concubino de la mujer y su hijo se trenzaron en un forcejeo de unos diez minutos que terminó con la vida del hombre.
Según fuentes de la investigación, nadie en el barrio Pancho Ramírez se consternó demasiado por la muerte de Cuelho. “Era un hombre con muchos antecedentes desde que era chico, por robo, hurto, problemas con los vecinos. Nadie en el barrio lo quería”, dice una fuente de la investigación. De hecho, al fiscal Miguel Vila se le está dificultando encontrar testigos porque nadie quiere perjudicar al autor material del crimen. En cambio, los relevamientos policiales en el barrio dan cuenta de una situación de violencia permanente del muerto hacia su concubina. “Había un contexto de violencia familiar. Había sometimiento, vejación, y la mujer cuenta en su declaración indagatoria (tomada ayer en fiscalía) de violación, que la ataba a la cama, a un árbol”, dijo el fiscal Vila a Infojus Noticias.
No muchas de estas denuncias quedaron registradas en la burocracia policial. La mujer llamaba muchas veces a la policía séptima de Concordia, que iban a su casa y contaba de sus padecimientos: “Me echa de mi casa, me está pegando”, les decía a los uniformados. Pero las denuncias no quedaban debidamente asentadas. “La violencia de género es un delito que recién ahora está entrando a la fiscalía, antes se canalizaba mediante el juzgado de familia, por eso no tenemos los antecedentes suyos”, contó Vila. Nadie en la justicia de familia entrerriana tomó cartas en el asunto para evitar este desenlace. Sin embargo, en su indagatoria la mujer detalló las penurias a las que Cuelho la sometía.
Un testigo clave les permitió a los investigadores reconstruir precariamente el drama final. El 23 de diciembre, el hombre echó a la calle a la mujer, con lo puesto. El viernes 27 volvió a buscar ropa a su casa. La acompañaba su hijo. Según el relato del vecino, Cuelho salió a recibirlos con una cuchilla. El joven salió en defensa de su madre y se trenzó en una pelea cuerpo a cuerpo. En un momento, el arma blanca cayó al piso. Cuando la policía llegó, encontró el cuerpo de Cuelho y encharcado en sangre. En principio, la mujer se atribuyó ser la autora del crimen. Pero esa confesión, de forma oral ante la policía, no tiene validez judicial. En su declaración indagatoria, explicó que su vestido se manchó cuando quiso separar a su hijo.
La mujer y su hijo están libres, con medidas de coerción dispuestas por el fiscal del caso, Miguel Vila. Ella debe pasar una vez por semana por la fiscalía, no puede salir de la provincia sin autorización judicial ni acercarse a los testigos del hecho. Su hijo, deberá dar declaración indagatoria el próximo jueves, para dar su versión del hecho. “No están prófugos, siempre estuvieron a derecho, y no tienen recursos para escaparse. Por eso la regla es la libertad y la excepción la prisión preventiva”, explicó a este portal Vila. El caso podría encuadrarse como una legítima defensa, pero con exceso.