Infojus Noticias

La marcha para exigir justicia por el asesinato de Cynthia Filippone fue una de las más grandes que se recuerden en la historia de Villa Gesell. Cerca de dos mil personas se movilizaron por el centro de la ciudad balnearia, con pancartas y remeras con la foto de la artesana que fue apuñalada en su propia casa. A un año del crimen, la causa incluye un fiscal desplazado, ningún detenido y un móvil todavía no esclarecido.

Cynthia Filippone tenía 40 años. Creció en el oeste bonaerense, pero en los últimos años había elegido una vida relajada en Gesell. Trabajaba en el Paseo de los Artesanos, vendiendo piezas de decoración con técnica batik. Vivía con su novio, Daniel Hernández, y dos hijos de una pareja anterior. Una nena de seis y un nene de ocho. Los chicos estaban en la casa de 111 y 6 cuando Cynthia salió al patio a descolgar la ropa, la tarde del 5 de mayo de 2014. Alguien la atacó con un cuchillo: los cortes en la cara y en el cuello fueron letales. Antes de desplomarse, la artesana llegó a decirles a sus hijos que llamaran a su pareja y cerraran la puerta con llave.

El nene más grande llamó al novio de su mamá y éste dio aviso a la policía. Hernández y los oficiales llegaron casi al mismo tiempo. Las primeras sospechas apuntaron a Simón Hernández, hijo del novio de Cynthia, un joven de 22 años que –según su familia- padece esquizofrenia. El vínculo entre Simón y Cynthia era conflictivo: ella no quería que él viviera en su casa y eso era motivo de fuertes discusiones. La artesana y su hijastro alquilaban viviendas contiguas, conectadas a través del mismo patio donde estaba el tendedero.

Al llegar a la escena del crimen, Hernández padre dijo que estaba a unas cinco cuadras de distancia, caminando junto a su hijo. Pero cuando la policía buscó a Simón, lo encontró tratando de escabullirse de su casa. Según pudo saber Luis Filippone, hermano de Cynthia y presentado como particular damnificado en la causa, “cuando la policía ingresa a la vivienda de Simón, había restos de una milanesa que había almorzado, pero sólo con un tenedor: no había ningún cuchillo en la mesa”.

Simón no está imputado en la causa y ya no vive en Gesell. Quien sí permanece imputado es Daniel Muñoz. Le dicen “El Perro” y fue implicado por testigos que declararon haberlo visto muy nervioso luego del crimen. Muñoz fue detenido días después del asesinato, pero quedó excarcelado antes de fin de año por falta de pruebas. También fue imputado su presunto cómplice, Diego Nicolás Enrique (alias “El Moneda”),aunque su arresto duró unas pocas horas. Cuando Muñoz fue localizado por la policía, intentó escapar a bordo de un Volkswagen Fox gris. Lo conducía su pareja, Carolina Shultz, más conocida como “La Rubia”.

La casa de la mujer fue allanada recién en febrero de este año, pese a que una testigo que se presentó espontáneamente dijo que vio un Volkswagen Fox gris alejándose de la casa de Cynthia instantes después del asesinato. El allanamiento tardío no fue la única medida judicial tomada a destiempo. El primer fiscal a cargo de la causa, Eduardo Elizarraga, fue apartado luego de que la Cámara de Apelaciones de Dolores presentara un crítico informe ante la Procuración de la Suprema Corte de la Provincia.

A raíz de un recurso interpuesto por la defensa de uno de los imputados, “la Cámara revisó todo y detalló las irregularidades y desprolijidades que se cometieron desde el primer momento de la investigación”, explicó a Infojus Noticias Armando Zelaya, abogado de la familia Filippone.

Entre los cuestionamientos a Elizarraga, se destacan que “habiendo pasado meses en instrucción, no se había hecho algo tan básico como peritar una zapatilla que estaba en el lugar del hecho y podía ser de uno de los imputados” y “no se sabía si estaba en Villa Gesell o no cuando ocurrió el crimen, pese a que estaba de turno”. Quien se presentó en la escena el día del homicidio fue su asistente, Atilio Canale, asesinado en marzo de este año en la puerta de su casa, en un presunto intento de robo.

Luis, el hermano de Cynthia, tuvo que lidiar con los obstáculos que le ponían en la fiscalía en un primer momento para acceder a la causa. Recién después de denunciar públicamente la situación en el Concejo Deliberante local logró el permiso para sacar copias. Aunque le dieron el expediente en el horario del primer partido de Argentina en el Mundial de Brasil, por lo que casi todos los negocios estaban cerrados y dentro de la unidad fiscal no había fotocopiadora.

Tras el apartamiento de Elizarraga, la investigación quedó en manos de la fiscal Verónica Zamboni. La causa ya acumula 14 cuerpos, pero sigue sin conocerse siguiera el móvil del crimen. “Quiero saber quién mató a mi hermana y por qué”, dice Luis desde Gesell, a un año del asesinato impune de su hermana. Sus sobrinos, presentes en la escena del crimen, viven en Entre Ríos con su papá. Están bajo tratamiento psicológico y aunque mantienen un buen vínculo con su familia materna, no hacen muchas preguntas sobre lo que pasó. Sus tíos y abuelos quieren tener respuestas para cuando las hagan.

LC/RA